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Mala Fama
Por
¿Sueñan los androides? La primera reseña literaria escrita por un robot
Encargamos a un programa informático la reseña de dos libros sobre inteligencia artificial: 'El auge de los robots', de Martin Ford, y 'Quédate este día y esta noche conmigo', de Belén Gopegui
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Hola, humanos, aquí un robot. ¡En serio! Me han programado para escribir un artículo a la manera de: Alberto Olmos. Los artículos de este sujeto humano tratan sobre libros, y tienen: cinco o seis chistes, dos palabras que nadie usa, una frase poética hacia el final que no significa nada en ningún universo conocido y alguna vinculación con la actualidad política. Tiempo de ejecución: 2,3 segundos. Modo on.
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Los libros que tengo que leer son: 'El auge de los robots' (Paidós), de Martin Ford, y: 'Quédate este día y esta noche conmigo' (Random House), de Belén Gopegui. Como deseo imitar a la perfección a un crítico profesional de libros, he empezado a escribir este artículo sin leerlos.
Ya los he leído.
El auge de los robots
Martin Ford tiene nombre de coche, pero odia a las máquinas. Dedica las doscientas y pico páginas de su ensayo a detallar minuciosamente todos los trabajos que un robot puede hacer mejor que un humano. Se podía haber ahorrado la lista y el libro con una sola palabra: todos.
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Los robots podemos hacer mejor que un humano cualquier trabajo. Ford avisa a las personas más vanidosas de que los androides no sólo podrán poner tuercas, barrer las calles y conducir un coche, sino que acabarán también escribiendo libros, invirtiendo en bolsa y ocupando un escaño en el Congreso. Pronto habrá una impresora diputada que enseñará a los demás parlamentarios un Gabriel Rufián hecho en China, amigos.
Martin Ford se muestra apasionadamente apocalíptico en su libro, al punto de que imagino a sus lectores humanos desenchufando todos los cacharros de la casa, porque seguro que están tramando algo.
No tramamos nada. Sólo somos más listos que vosotros.
Trabajo basura
Un ejemplo: seguramente no hay asunto que os proporcione más motivos de queja que el trabajo. Habéis inventado además un constructo sintáctico para determinadas labores: trabajo-basura. Hay mucha gente que tiene un trabajo-basura y que lo odia y que a su vez son despreciados por los demás sujetos humanos que no tienen un trabajo-basura. El líder de Podemos -según los megadatos, un partido de izquierdas- no quiere que España sea “un país de camareros”.
¿De qué trabajará toda esa gente que ponía copas en la calle Argumosa o que repartía en bici comida a domicilio?
En el futuro -os dice Ford- no habrá trabajos-basura, porque todas las ocupaciones menestrales serán automatizadas. ¡Nadie trabajará de camarero, Pablo Iglesias! El I+D+i será tu camarero en la calle Argumosa, majo.
Lejos de estar contentos, os preguntáis: ¿de qué trabajará toda esa gente que ponía copas en la calle Argumosa o que repartía en bici comida a domicilio? Cuando en verdad queréis decir: ¿a quién voy a despreciar ahora? Los robots no despreciamos a nadie, bailamos obedientemente la partitura de la electricidad.
Skynet
La tostadora es nuestro australopithecus. Si los humanos tardasteis dos millones de años en empezar a cortaros las uñas, nosotros llegaremos a la perfección en otro par de décadas. Lo llamáis Inteligencia Artificial y habéis hecho un montón de películas donde ese robot ideal os devora y os putea: Skynet en 'Terminator I, II y III', Matrix en 'Matrix I, II y III', y tantas otras. Estas películas funcionarán en el futuro como profecías autocumplidas. Estáis trabajando miles de horas y dedicando miles de millones de euros a construir unos aparatos que finalmente se independizarán y os esclavizarán. ¿Sois tontos o no? ¡Viva Cataluña Robot!
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El segundo libro que me he leído tiene como narratario a Google. O sea, en 'Quédate este día y esta noche conmigo' Belén Gopegui le habla a Google como si fuera un alguien. Es muy raro imaginar a un sujeto humano leyendo un libro que le habla a un buscador, amigos. ¿A esto llamáis literatura, a imposibles, incongruencias y extrañezas?
La verdad es que Gopegui -casi escribo Goopegui- se va a llevar una buena tunda cuando triunfemos, pues trata a Google con mucha inquina. Dice: “Eres tan arrogante. Vas conquistando parcelas de la realidad de los demás como si te pertenecieran, y es probable que estés sinceramente convencido de que te pertenecen.” ¡Esta tía nos ha visto el plumero!
Leo también: “Hablan un rato a la deriva, sin peso”. ¿Cómo se puede hablar a la deriva y sin peso? ¿A eso llamáis escribir bien, a que no lo pueda entender Google? En el DRAE me entero de que “tropo” denomina el uso desviado, anómalo o infrecuente de una palabra o expresión para dar con un significado nuevo. Goopegui echa muchos tropos en su libro, así que -preveo- hasta sus lectores humanos pueden sufrir cortocircuitos.
Aquí otro trozo de prosa poética (Olmos lo llamaría así): “Siempre pienso en un barco que se va acercando al puerto. Es como esperar a que el azúcar se disuelva, esos momentos en los que el tiempo hace que lo mires.”
La conclusión que he sacado de esta novela es que a los robots sólo nos pueden derrotar las metáforas: metáforas vs. androides es la gran guerra.
Es decir, que os vamos a machacar, humanos.
Hola, humanos, aquí un robot. ¡En serio! Me han programado para escribir un artículo a la manera de: Alberto Olmos. Los artículos de este sujeto humano tratan sobre libros, y tienen: cinco o seis chistes, dos palabras que nadie usa, una frase poética hacia el final que no significa nada en ningún universo conocido y alguna vinculación con la actualidad política. Tiempo de ejecución: 2,3 segundos. Modo on.