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Prefiero un mundo en el que la gente trate de besarte
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Alberto Olmos

Mala Fama

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Prefiero un mundo en el que la gente trate de besarte

¿Estamos viviendo una ola de puritanismo? ¿Dónde acaban las buenas intenciones y donde empieza la frustración personal? ¿Es el sexo el culpable de todo?

Foto: Azafatas durante los entrenamientos libres del Gran Premio de España de Fórrmula uno. (EFE)
Azafatas durante los entrenamientos libres del Gran Premio de España de Fórrmula uno. (EFE)

Un día que no me daba la cabeza para leer a Proust, me metí en internet y acabé visitando el perfil de instagram de la entrenadora de Paz Padilla. Internet te pone en esos bretes. Debo decir que aprendí mucho en el perfil de instagram de la entrenadora privada de Paz Padilla. Una palabra que se empleaba mucho allí era “sacrificio”. Había que sacrificarse para lucir un cuerpo estupendo. Todos podíamos conseguirlo. El culo, aprendí, era la parte del cuerpo que demandaba más sacrificios. Para conseguir ese culo perfecto la entrenadora había subido dos o tres vídeos tutoriales.

En general, damos poco mérito a estar bueno. Vemos a una chica guapa, a un chico mono, y nos parecen ganadores de una lotería para la que a nosotros no nos ofrecieron números. Recuerdo a algunos muchachos de Segovia decir que Alejandro Sanz iba a durar lo que le durara la cara. Recuerdo a algunas chicas de Madrid maliciar que Britney Spears sólo era una zorra que se había acostado con quien convenía. Si eres guapo, no trabajas, sólo cobras la renta vitalicia de la belleza.

Foto: Woody Allen Opinión

Déjenme decirles algo: veo igual de respetable pasarse miles de horas estudiando la prosa de los maestros que visionando partidos de fútbol para dominar el 4-4-2 que haciendo ejercicio para conseguir un cuerpazo. Cada cual se fanatiza en lo que quiere.

Caos moral

Viene todo esto a que han echado de la Fórmula 1 a las chicas que sujetaban en minifalda las sombrillas y a que han retirado un cuadro de ninfas desnudas de un museo y a que Lolita de pronto nos parece intolerable y a que 'Aquellos maravillosos años' fue cancelada porque su protagonista se propasó con una diseñadora de vestuario. Viene todo esto a que en Hollywood empezó a denunciarse el acoso sistemático a las actrices y decenas de hombres han sido señalados y se decidió además vestir de negro en una gala y se decidió también que sólo mujeres dieran premios en otra y en España se está haciendo lo mismo. Y viene todo esto a que cinco hombres están acusados de violación grupal en Pamplona, dos militares en Málaga, tres futbolistas en Burgos y un hombre de hacerlo en los baños de un centro comercial.

Quizá todo este embrollo o galimatías o caos moral de titulares ya está afectando a nuestras relaciones privadas

Javier Marías me dijo en la entrevista que publicamos en este periódico que “estamos viviendo una de las épocas más hipócritas de la historia, ríete tú del siglo XIX”; Mayim Bialik comentó que a ella no le pasaban esas cosas porque no vivía exclusivamente para ser una mujer 10; Catherine Deneuve y otras 99 mujeres de la cultura francesa publicaron un manifiesto donde reivindicaban el derecho de importunarnos los unos a los otros; Elvira Navarro escribió por aquí que “nosotras también hemos tocado alguna rodilla que no nos correspondía”.

Quizá todo este embrollo o galimatías o caos moral de titulares que ya está afectando a nuestras relaciones privadas apunte secretamente a un lugar del que no queremos revelar nada: ¿qué es el sexo para ti?

Un elemento distorsionador

Fue leyendo las actas judiciales del caso de 'La Manada' cuando me di cuenta de que había un elemento distorsionador en mi apreciación de los delitos que ocupaban durante los últimos meses las portadas y las redes sociales. Recibí la noticia de que estos cinco hombres habían violado en Pamplona, durante los San Fermines, a una chica de 18 años con verdadera desolación. Inmediatamente los consideré culpables, inhumanos; deseé mil años de cárcel para ellos.

Pero en las actas judiciales me llamó la atención que estos cinco hombres hablaran de tener sexo en grupo como la cosa más normal del mundo. ¿Cinco hombres con una sola mujer a la que acaban de conocer manteniendo una orgía en un portal?: lo hemos hecho otras veces, venían a decir. Incluso adjudicaban a la joven esta frase: “Puedo con todos”.

Yo considero sólidamente culpables a estos cinco tipos, pero dentro de veinte años a lo mejor acabamos sabiendo que no lo eran

De pronto, tuve dudas. Me acordé del documental 'Paradise Lost', de la serie 'Making a murderer'. Yo considero sólidamente culpables a estos cinco tipos, pero dentro de veinte años a lo mejor acabamos sabiendo que no lo eran. ¿Por qué me parece increíble que no sean culpables? La respuesta me dejó muy confuso: simplemente porque yo no he tenido sexo en un portal junto a otros cuatro hombres con una chica de 18 años a la que acabo de conocer. Si es la palabra de una contra la palabra de los otros, me inclino fácilmente a pensar que ella dice la verdad. (Gracias a Dios, lo que a mí o a ti nos parezca sigue siendo irrelevante de cara a un proceso penal.)

La historia de un hombre y una mujer que se conocen por internet y quedan en un centro comercial y se besan gustosamente y deciden ir al baño a tener sexo, después de lo cual se marchan cada uno a su casa -pero luego ella le denuncia a él por violación-, me confirmó mi sospecha. Aquí el hombre no me pareció tan claramente culpable.

Deduzco que cualquier delito sexual donde sólo se dispone del testimonio de las partes es juzgado socialmente en la medida en que cada uno de nosotros esté familiarizado o no con la situación erótica en la que se produjo. He leído cientos de comentarios en varios medios a la revelación de una famosa actriz argentina según la cual fue violada por un periodista, y casi todos ponían en cuestión a la actriz, acusándola de frivolizar la violación. Esto es así porque todos hemos tenido alguna vez sexo tonto con un conocido para arrepentirnos después, y desde esa experiencia juzgamos a la baja el relato de la actriz.

Estigmatizar

Cuando algunos vemos debajo de las noticias y de las buenas intenciones de nuestro tiempo un resurgir del puritanismo, lo que vemos -siendo, obviamente, mucho menos grave que los presuntos delitos de los que se deriva- es una estigmatización de toda práctica sexual que se salga de la norma. Y eso sólo para empezar. El otro día oí en Canal 13 a una periodista de la COPE afirmar que los locales de intercambio de parejas estaban muy de moda, y que de ahí venía todo.

Porque en el listado de agresiones y vejámenes a los que el productor Harvey Weinstein -abrumadoramente culpable, sin duda- sometió a numerosas actrices, se colaban acciones como éstas: “trató de besarme”, “me invitó a hacer un trío”... Y yo las leí escandalizado: “¡Trató de besarla, el hijo de puta; la invitó a hacer un trío, el muy cerdo!” Hasta que una pequeña alarma se encendió en mi cabeza: ¿tratar de besar?, ¿invitar a un trío? ¿Es eso intrínsecamente malo?

De pronto me di cuenta de que estaba viendo delito en la pura intencionalidad sexual, mayoritariamente recreativa en cualquier entorno

De pronto me di cuenta de que estaba viendo delito en la pura intencionalidad sexual, mayoritariamente recreativa en cualquier entorno. Es decir, las noticias me estaban puritanizando. A fin de cuentas ¿cuánto menos nos hubiéramos besado todos si nadie hubiera intentado nunca besarnos? ¿Y qué tríos ibas a haber hecho tú si nadie los propusiera nunca?

Parece que el chaval protagonista de 'Aquellos maravillosos años' fue denunciado por acoso debido a que “le tocó la mano, le pidió salir y le hizo comentarios obscenos” a una encargada de vestuario. ¿Realmente podemos entender que tocar la mano, pedir salir o soltar alguna salacidad sean delitos?

Puritanos contra sensuales

La verdad es que yo prefiero un mundo donde la gente trate de besarte. Prefiero un mundo donde la gente se proponga tríos. Prefiero un mundo donde puedas decir que Inés Arrimadas tiene bonitas piernas o Pedro Sánchez, un buen culo -siempre que no sea ésa tu forma de analizar su gestión política o se lo sueltes por la calle nada más verlos; pero para refrenarnos está el pudor, amigos, no nos olvidemos ni del pudor y ni del civismo: existen-. Prefiero, en suma, la alegría latina de los cuerpos.

Porque no puedes maniatar el sexo, no puedes evitar que la gente se arrebate. Dense cuenta de que la sociedad más reprimida del mundo avanzado es Japón, y que visitar Tokio -ya lo dije- es enfrentarse a una deliberada esterilización de las pasiones. Hace falta una comitiva diplomática en esa ciudad para que una chica y un chico queden a tomar un café. Es en Tokio, y no en Madrid, donde las mujeres tienen que viajar en vagones exclusivos. Es allí donde se puede encontrar todo el porno pseudo-infantil del mundo, incluidas máquinas expendedoras de bragas usadas de niñas. No oirán ni un piropo por sus calles, de acuerdo; pero deténganse un momento en su tasa de prostitución infantil y en la de violencia de género.

¿Aplaudimos la retirada de mujeres de la Fórmula 1 pero dedicamos un mes a hablar del escote y las transparencias de Pedroche?

El puritanismo es represión, y la represión deriva en morbidez. Pero el puritanismo también es hipocresía. ¿Aplaudimos la retirada de mujeres vistosas de la Fórmula 1 pero dedicamos un mes entero a hablar del escote y las transparencias de Cristina Pedroche? ¿Y qué hacemos con todos esos vídeos musicales donde aparecen treinta o cuarenta mujeres, también decorativas (Cake by the ocean, de DNCE, v.g.): los prohibimos? ¿Y por qué todas las presentadoras de nuestra cadena de televisión favorita son mujeres atractivas? ¿Qué hace mal una grid girl que una modelo de lencería o de perfumes hace bien? Al final habría que prohibir la belleza misma, el David de Miguel Ángel y pasar demasiadas horas en el gimnasio.

Un comentario cuñado que leí decía que había una guerra de feas contra guapas. Sin embargo, quizá sí hay una guerra o revancha de los puritanos contra los sensuales, hombres y mujeres guapos o feos contra otros hombres y mujeres guapos o feos que, sin embargo, saborean los sofocos de la vida. Lo curioso es que el único que está ganando esta guerra es el reguetón.

Un día que no me daba la cabeza para leer a Proust, me metí en internet y acabé visitando el perfil de instagram de la entrenadora de Paz Padilla. Internet te pone en esos bretes. Debo decir que aprendí mucho en el perfil de instagram de la entrenadora privada de Paz Padilla. Una palabra que se empleaba mucho allí era “sacrificio”. Había que sacrificarse para lucir un cuerpo estupendo. Todos podíamos conseguirlo. El culo, aprendí, era la parte del cuerpo que demandaba más sacrificios. Para conseguir ese culo perfecto la entrenadora había subido dos o tres vídeos tutoriales.

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