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Nueva normativa: para escribir un libro, tendrás que haber leído antes 1.500
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Alberto Olmos

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Nueva normativa: para escribir un libro, tendrás que haber leído antes 1.500

Ser lector debería estar premiado; son pocos lo que viven la lectura con pasión desbordada y dan sentido a toda una industria y un arte: Juan Bonilla y Eduardo Lago, entre ellos

Foto: Belén Esteban firma ejemplares en la 73ª edición de la Feria del Libro de Madrid. (EFE)
Belén Esteban firma ejemplares en la 73ª edición de la Feria del Libro de Madrid. (EFE)

Nunca ha estado muy claro si lo más engorroso de ser escritor es tener que leer o tener que escribir. Resulta evidente que la condición de escritor es agradable por sí misma, y en la posmodernidad se han encontrado ya fórmulas para ser escritor sin abrir un libro ni poner una palabra. La facilidad con la que un escritor puede renunciar a leer, y que no se note, no ofrece dudas, y ahí está ese ensayo delicioso de Pierre Bayard con todas las instrucciones: 'Cómo hablar de los libros que no se han leído' (Anagrama). Podría parecer más complicado ser escritor sin escribir, pero miren que uno se dice escritor ya solo con haber publicado algo hace 20 años, en la imprenta de un cuñado; y que Kenneth Goldsmith demuestra con cada nuevo libro que no pasa nada por no escribirlos. Caso aparte es el del futbolista Antonio Cassano. Tras la publicación de su segundo libro (que obviamente solo firmaba como suyo), tuvo la gracia y el cuajo de decir: "Ya he escrito más libros de los que he leído".

Actualmente, hay un poco menos de gente en España que quiere leer que gente que quiere publicar. Debe de estar como 5.700/6.000, la cosa. Es por eso que hay que poner en valor la lectura como visado necesario para escribir un libro.

Actualmente, hay un poco menos de gente en España que quiere leer que gente que quiere publicar. Debe de estar como 5.700/6.000, la cosa

He tenido dos ideas, con esto. Dos ideas no las tiene cualquier español, así que pónganse firmes cuando les hablo. La primera idea es que sea obligatorio leer 1.500 libros antes de escribir uno. La segunda idea es que el Estado empiece a premiar a los lectores y deje de premiar a los escritores. Hoy tiene más mérito acabarse 'Patria' (600 páginas) que escribirlo. Esta inclinación a sentirse muy orgulloso por haber escrito un libro debe prescribir: siéntanse orgullosos por leerlos, amigos. Porque, si nadie publicara un libro en todo 2019, no pasaría nada. Nada comparado con la probabilidad contraria: que nadie leyera un libro en todo 2019. Hay muchos libros por leer y por releer desde esta fría mañana de miércoles hasta Homero, y ningún escritor es hoy en día verdaderamente necesario. Sin embargo, ningún lector es prescindible.

placeholder Francesco Totti también tiene su libro, 'Un Capitano', presentado el pasado septiembre. (EFE)
Francesco Totti también tiene su libro, 'Un Capitano', presentado el pasado septiembre. (EFE)

Así, yo creo ya que el libro más bonito que puede escribir un escritor se titulará siempre 'Leí'. Subo la apuesta: si no has leído más de 5.000 libros, no creas que puedes escribir uno. ¡Basta de intrusismo! Juan Bonilla y Eduardo Lago han leído más de 5.000 libros y han escrito sobre ellos. Son mis candidatos al Premio Nacional al Lector.

Estados Unidos me lo sé

Eduardo Lago es un escritor que reside en Nueva York desde hace años y que se ha especializado en la literatura de sus alrededores. Estados Unidos es lo que hay alrededor de Nueva York. En su libro 'Walt Whiman ya no vive aquí' (Sexto Piso), repasa la narrativa yanqui desde los años cincuenta a hoy mismo, e incluye unos emocionantes listados con recomendaciones y el tiempo que puedes tardar en ponerte al día. Estos listados me han gustado mucho porque he descubierto que Estados Unidos me lo sé. Salvo cuatro o cinco títulos de los 100 que Lago considera imprescindibles, todo lo he leído y, además, en traducción. Esto quiere decir que la permeabilidad del mercado editorial español a la literatura estadounidense es óptima, y que no se nos escapa casi nada. Es decir, que somos buenos vasallos.

Me temo que en sentido contrario la cosa está bastante obliterada, que diría Foster Wallace. Vamos, que en Estados Unidos 'Patria' les da lo mismo, y 'Ordesa', y de ahí para abajo.

placeholder Eduardo Lago. (Malpaso)
Eduardo Lago. (Malpaso)

Lago señala libros que da gusto ver en el altar de otro, como 'Europa Central' (Random House), de William T. Vollmann, 'Gilead' (Galaxia Gutenberg), de Marilynne Robinson, o 'Submundo' (Seix Barral), de Don DeLillo. Estoy muy orgulloso de haberlos leído.

Pero también da palos, expone dudas, opina a contracorriente. Una ventaja de leer mucho es que nada te impresiona lo más mínimo, ni las ventas masivas ni los halagos unánimes. ¿Paul Auster? "La trilogía de Nueva York' (…) no pasa de ser un divertimento curioso que con el paso del tiempo ha perdido interés”. ¿Franzen? "Su cada vez más inane trayectoria". ¿Junot Díaz es un motor del canon? "Me inclino a pensar que no es así".

España no me la sé

Juan Bonilla, por su parte, es uno de los mejores lectores de nuestro país, aunque, como hemos explicado, tampoco tiene mucha competencia. En 'La novela del buscador de libros' (Fundación Lara), nos habla no tanto de leer como de comprar libros compulsivamente. La bibliomanía, la bibliofilia y el síndrome de Diógenes no están en mi equipo. Acumular sellos, chapas, momias o libros en tu casa es algo que, primero, te tienes que poder permitir, y, segundo, carece de sentido. Tener libros no es un oxímoron, pero sí una hipérbole. ¿Quién 'posee' de verdad el 'Ulysses' de Joyce, Joaquín Sabina, con su primera edición en el regazo, o yo, que me lo he leído?

Se lee para ampliar la ignorancia, para ir sabiendo que no se sabe

Así que, dejando a Bonilla solo en su vicio vagabundo, de librería en librería y de prínceps en prínceps, lo que me hace recorrer con gusto su libro es la referencia, la ignorancia, la sed del lector. Resulta que Bonilla habla de muchos libros españoles, o escritos en español, y me doy cuenta de que son más los que desconozco de mi propia literatura que los que no he leído entre los principales de la narrativa estadounidense. ¿Julio Mariscal Montes? ¿Humberto Rivas? ¿Joaquín Arderíus? ¡Ni idea!

placeholder Juan Bonilla, en una fotografía de 2012. (EFE)
Juan Bonilla, en una fotografía de 2012. (EFE)

Ya hemos dicho otras veces aquí que se lee para ampliar la ignorancia, para ir sabiendo que no se sabe. Eduardo Lago y Juan Bonilla nos dan justamente eso en sus recuentos: mucho por leer. Pero también nos dan algo más importante: épica lectora.

Que es imposible leerlo todo, pero, aun así, lo intentamos.

Nunca ha estado muy claro si lo más engorroso de ser escritor es tener que leer o tener que escribir. Resulta evidente que la condición de escritor es agradable por sí misma, y en la posmodernidad se han encontrado ya fórmulas para ser escritor sin abrir un libro ni poner una palabra. La facilidad con la que un escritor puede renunciar a leer, y que no se note, no ofrece dudas, y ahí está ese ensayo delicioso de Pierre Bayard con todas las instrucciones: 'Cómo hablar de los libros que no se han leído' (Anagrama). Podría parecer más complicado ser escritor sin escribir, pero miren que uno se dice escritor ya solo con haber publicado algo hace 20 años, en la imprenta de un cuñado; y que Kenneth Goldsmith demuestra con cada nuevo libro que no pasa nada por no escribirlos. Caso aparte es el del futbolista Antonio Cassano. Tras la publicación de su segundo libro (que obviamente solo firmaba como suyo), tuvo la gracia y el cuajo de decir: "Ya he escrito más libros de los que he leído".

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