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¿Y si ya me da igual contagiarme de covid-19? Los buenos salvajes de Usera
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Alberto Olmos

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¿Y si ya me da igual contagiarme de covid-19? Los buenos salvajes de Usera

Los barrios del sur de Madrid alcanzan las tasas de incidencia del covid-19 más altas de España y provocan la condescendencia de quienes no viven en ellos

Foto: Vecinos acuden a realizarse pruebas PCR en el madrileño distrito de Usera. (EFE)
Vecinos acuden a realizarse pruebas PCR en el madrileño distrito de Usera. (EFE)
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Vengo leyendo estos últimos días algunas explicaciones de por qué los barrios del sur de Madrid tienen las tasas de coronavirus más altas de la ciudad. Son simpáticas. Las explicaciones, digo, a mí me hacen gracia. Salvo algún tuit desabrido, todas ellas se perciben escritas con dedos de cristal, pasando de puntillas por el teclado, dejando claro sobre todo que el que escribe ama a las gentes del sur de la capital. Vecinos de Usera y de Carabanchel, que sepáis que el resto de Madrid nos aprecia.

Siempre que se habla de los pobres y los obreros, de la población con trabajos precarios y de los barrios desfavorecidos, se suele hacer con un respeto muy preciso: el del que nunca ha pisado un barrio obrero y no tiene ni un solo amigo que viva en un barrio obrero. De hecho, una de las cosas que me gusta de vivir en Carabanchel es que resulta imposible cruzarse por sus calles con un solo escritor español. Viven todos en Malasaña, y desde allí nos mandan su amor.

Foto: La Comunidad de Madrid continúa haciendo test de covid-19 aleatorios a la población de entre 15 y 49 años de las zonas con mayor incidencia. (EFE)

Esta inclinación entre samaritana y miope por no decir ni una sola maldad o mostrar un solo afeamiento hacia las gentes que no pueden pensar en otra cosa que en su subsistencia (no tienen tiempo de poner en sus ventanas la cara de Greta Thunberg, por ejemplo; es una vida muy triste, sí), me ha llevado a concluir que se les ha convertido en el buen salvaje de los tiempos actuales. Si eres pobre, no puedes ser malo, como no son malos los leones, las grullas o las focas, las tribus amazónicas o esos muchachos que el cine francés se encuentra en los bosques.

Que a los pobres se les quite el derecho a ser malos es de una gran crueldad, amigos. El derecho a ser malo, irresponsable o idiota debe amparar a todo ser humano, por poco dinero que tenga. Así, en el barrio de Salamanca uno puede recibir orden de aislarse en su casa y no hacerlo, e irse al bar tranquilamente a contagiar a toda la parroquia. En el barrio de Almendrales (Usera), no lo puedes hacer, porque nadie va a decir que has hecho eso. O sea, lo puedes hacer, pero da igual, porque no va a contar como que lo has hecho. No sé yo si así se paran las pandemias.

placeholder Varias personas hacen cola ante el Centro de Especialidades de Orcasitas para someterse a una prueba PCR. (EFE)
Varias personas hacen cola ante el Centro de Especialidades de Orcasitas para someterse a una prueba PCR. (EFE)

Este aniñamiento de los pobres, exculpados eternamente porque bastante tienen con ser pobres, a mí me parece no poco ofensivo. Yo creo que los pobres también tienen derecho a la imprudencia, a que se les reconozca imprudentes y a no servir solo para que la gente sienta pena por ellos.

Tasas altas

Almendrales sale muy oscurito en el mapa de la Comunidad de Madrid que colorea los contagios. Ese tono saturado significa que la tasa allí es muy alta. El distrito de Usera, en general, tiende todo él al color oscuro, como también Carabanchel, vecino suyo, y donde vivo. Antes viví muchos años en Almendrales mismo. Por ello, voy a explicarles lo de los contagios en estas zonas sin mayor complicación.

En Eldiario.es prestaron mucha atención la semana pasada a un trozo ilusorio de Usera al que se denomina Las Calesas porque así se llama un centro médico de la zona. La Comunidad de Madrid ha dividido la ciudad en estas Zonas Básicas de Salud. En realidad es el barrio de Moscardó, fronterizo con Almendrales. La tasa de Moscardó era de hecho menor que la de Almendrales.

Este aniñamiento de los pobres, exculpados eternamente porque bastante tienen con ser pobres, a mí me parece no poco ofensivo

Si nos fijamos en el mapita de coloraciones, veremos que el trozo llamado Las Calesas comparte dramatismo cromático no sólo con Almendrales, sino con la mayoría de los trocitos que quedan en la margen derecha del río, siendo San Isidro otro de los más alarmantes. Del lado interior del Manzanares, margen izquierda, sin embargo, prima la claridad, salvo en una zona llamada Chopera, que está justo enfrente de Las Calesas. Me llama la atención que nadie se haya preguntado qué hay entre Las Calesas y Chopera (qué puentes, qué vínculos, que canal de circulación) para que Chopera parezca, por su tasa de contagios, el sur de Madrid.

Pues lo que hay, queridos amigos, es el centro comercial Madrid Plaza Río 2, 40.000 metros cuadrados de tiendas, bares y zonas de ocio para niños. Inaugurado en 2017, y reabierto tras el confinamiento el pasado 9 de junio, es, sin ir más lejos, el único lugar en todo el sur de Madrid, desde el Manzanares hasta la M-40, donde puedes comprar ropa tan exquisita como la de H&M o unos libros en la Fnac, o refugiarte de los 35 grados de agosto. Yo soy muy fan de este sitio y, de hecho, voy a menudo.

Foto: Las PCR realizadas suben un 9% en una semana y superan 5,8 millones en total. (EFE)

Soy fan porque este mal te libra de ir al centro de Madrid cuando necesitas una simple camiseta; y soy fan porque su disposición palaciega, hermosa, pletórica, es un regalo para gente que vive en pisos de 50 metros cuadrados sin ascensor y llenos de cosas viejas y feas. De pronto, pueden pasearse sobre el mármol, sin necesidad de comprar nada.

Que lo mejor que le haya pasado a estos barrios en los últimos cuatro años sea un centro comercial, y no alguna mejora o actuación urbanística municipal, quizá lo puedan explicar mejor los alcaldes que hemos tenido, la de los poemitas en las aceras (Carmena) y el de las banderas en las glorietas (Almeida).

Mis sospechas sobre Madrid Plaza Río 2 como foco de contagios las tendrían que ratificar los expertos, claro; yo solo les comunico mis intuiciones, muy poco acreditadas dado que vivo aquí.

Creo que se está señalando en exceso la vivienda precaria como causa de muchos contagios (en realidad hablamos de una tasa muy alta solo con que 200 personas den positivo; 200 personas de las que no se nos ha especificado hogar o trabajo o circunstancias). No sé si tiene sentido que los contagios bajaran también en estos barrios durante el confinamiento y que ahora que no hay confinamiento la causa de los rebrotes quiera encontrase en esas mismas casas donde fueron confinados con éxito. Recordemos a Pascal: “Toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa: el no saber quedarse tranquilos en una habitación.”

La razón más acertada que he leído es que en estos barrios se ha ido de vacaciones menos gente. Sus vacaciones han consistido en ir a algunos bares

Así, mucho peor deben de ser los bares, las cafeterías; y el trabajo. Después de la reapertura, algunas cafeterías han puesto un sello 'Covid Free' en el cristal y la clientela ha vuelto y nada ha cambiado salvo algunos botes de gel hidroalcohólico aquí y allá. Son locales pequeños, apretados. Mientras que todos los comercios chinos han colocado un plástico grueso en el mostrador de caja, casi ninguna cafetería o tienda ha aislado la barra o el lugar del tendero. También veo muchos obreros, soldadores y mecánicos trabajar con la mascarilla por debajo de la nariz; es difícil trabajar al sol o en espacios sin aire acondicionado (un taller) durante ocho horas con un parche en la cara.

La razón más acertada que he leído es que en estos barrios se ha ido de vacaciones menos gente. Sus vacaciones han consistido en ir al Madrid Plaza Río 2 y a algunos bares y tiendas, en efecto.

Y la razón más personal que puedo aportarles es, sin embargo, indemostrable. Después de tantos años entre Almendrales y Carabanchel, no me parece completamente delirante pensar que el covid-19, sobre todo en este segundo capítulo tan agotador, simplemente nos da igual. Cierta tristeza y cierta indiferencia te van poseyendo año a año entre el cemento y el ladrillo visto, al compás de los coches de policía y las pequeñas escenas miserables, y hay como un vértigo de fatalidad en los ojos de muchas de las personas con las que te cruzas, desde el joven insolente y macarra al anciano que hurga con su bastón debajo de un coche, al punto de que el propio instinto de conservación se va confundiendo con no preocuparse demasiado por nada. Puede que uno se exponga más al virus en estos barrios como se expone más a la vida, porque en el fondo es lo único que se tiene.

Vengo leyendo estos últimos días algunas explicaciones de por qué los barrios del sur de Madrid tienen las tasas de coronavirus más altas de la ciudad. Son simpáticas. Las explicaciones, digo, a mí me hacen gracia. Salvo algún tuit desabrido, todas ellas se perciben escritas con dedos de cristal, pasando de puntillas por el teclado, dejando claro sobre todo que el que escribe ama a las gentes del sur de la capital. Vecinos de Usera y de Carabanchel, que sepáis que el resto de Madrid nos aprecia.