Es noticia
Los opositores son idiotas
  1. Cultura
  2. Mala Fama
Alberto Olmos

Mala Fama

Por

Los opositores son idiotas

Las nuevas pruebas de acceso a la función pública desprecian el esfuerzo y se consagran a vaguedades algo sospechosas

Foto: Pedro Sánchez y Miquel Iceta bailan en un mitin en Barcelona en 2015. (EFE)
Pedro Sánchez y Miquel Iceta bailan en un mitin en Barcelona en 2015. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Si algo dignificaba a los funcionarios era la oposición, pero parece que eso va a cambiar. Todo funcionario fue un día una persona con pesadumbres, papeles, mucho sueño. Apartado del mundo, el opositor nos admiraba, porque vivía con una meta y de momento solo se sabía 20 temas de 87. Ver al opositor era ver crecer su sabiduría, cuando alcanzaba, por ejemplo, los 43. Ya tenía más posibilidades de que le tocara en el examen su tema favorito. La gente siempre había hablado de lanzarse a opositar como si hablara de cruzar a nado el Atlántico. A veces, en el 'Un, dos, tres', el concursante, preguntado por su profesión, decía que era opositor. Todo el mundo tenía un sobrino opositando. También se opositaba porque hacía más bonito que estar de más. Todo esto, según leemos, lo quieren destruir ahora.

Iceta, que es ministro de algo, ha anunciado la muerte del opositor de toda la vida, ese que merecía la pena y la dignidad. Esta muerte tiene dos motivaciones llamativas. Una es que, según Iceta, se quiere “atraer talento” a la función pública. Otra, en fin, es que memorizar está pasado de moda, ¿qué es eso de memorizar?, ¿los reyes godos?, ¿para qué sirve saberse todos los ríos del mundo? Como ven, da mucha risa lo de la mnemotecnia.

Foto: Foto: EFE/Emilio Naranjo.

Digamos enseguida que la idea de atraer talento a la función pública es un poco ultrajante, pues debemos preguntarnos: ¿qué había en la función pública hasta ahora, qué se atraía, a puros idiotas? Sí, se atraía a puros idiotas con la cabeza llena de los nombres de todos los ríos del mundo. No es de extrañar por tanto que España haya funcionado tan mal, funcionarialmente, hasta ahora, con todos esos monos memorializantes levantando una burocracia. En este punto, añade Iceta que se busca hacer las oposiciones más atractivas, cuando la realidad es que, por cada puesto de funcionario que se pone a tiro de la desesperación ciudadana, se presentan 1.000, 2.000 o 15.000 personas. Quiere decirse que candidatos a cobrar de por vida un salario público no han faltado nunca, han sobrado siempre y, de hecho, es una golosina que nos tienta a todos. Cada vez que alguien se deprime, se divorcia, se despide o se marea, dice que va a opositar, que es como ir a suicidarse, pero más de a poquito.

Pruebas nuevas

He leído varias informaciones sobre el asunto para enterarme de algo crucial, que es saber qué pruebas en concreto van a sustituir a ese absurdo que es saberse de memoria las cosas, la ley, las calles. No lo he encontrado. Se habla de inteligencias distintas, muy modernas, emocionales o así, de pruebas que cuantifiquen la capacidad para el trabajo en grupo, de ser creativo. A lo mejor para ser abogado del Estado hay que pasar un proceso de selección similar al que hacen en 'Operación Triunfo'. A lo mejor llevan a un muñeco al examen de bombero y les piden a los hombres y mujeres aspirantes que lo abracen, y el muñeco, con una luz en la nariz, se ilumina más o menos según la calidad del abrazo. A lo mejor Iceta, y todos, tiene un sobrino tonto, un inútil en la familia, y nos los van a hacer a todos funcionarios por la vía rápida, aprovechando la discrecionalidad de unas pruebas que se irán inventando según los sobrinos, según su inutilidad.

Decir a los jóvenes que memorizar es una tontería es lo que más me molesta de todo

Esto de decirle a la gente, a los jóvenes, que memorizar es una tontería es lo que más me molesta de todo. Obviamente, estamos en manos de sujetos que no saben nada, que suspendían Geografía y que creen que tú sufrías Geografía, para aprobar. En la educación también se está muy empeñado en desacreditar la memoria, los ríos del mundo, ya digo, que son todos bonitos y tienen nombres preciosos y nos hicieron mejor la cabeza cuando nos los sabíamos. Ahora no hay que saberse listas de nada, taxonomías, las obras completas de Baroja. Ahora hay que ignorar con la ignorancia exacta que se considere didáctica.

Foto: Examen para las 208 plazas de operario de servicios sanitarios. (EFE)

Lo cierto es que la gente se pasa el día memorizando inútilmente, los jóvenes, sobre todo, cosas como los nombres de los Pokémon, que hay cientos, o los nombres de los concursantes de 'La isla de las tentaciones', nombres de caducidad mayor —no me discutan esto también— que la de un Teodorico o un 'Paradox, rey'. De hecho, el concurso más longevo, popular y publicitado de la tele trata solo de la memoria. El 'Pasapalabra' es un tío al que le piden opositar en directo, y si lo hace muy bien se lleva un millón de euros. Saber cosas inútiles puede hacerte rico, la gente admira al que sabe algo, el taxista mejor es el que no necesita Google Maps. Google Maps a veces te lleva a una calle donde no querías ir.

Cortafuegos de calidad

Los opositores de toda la vida están quedando como tontos estos días al hilo de estas variaciones examinadoras. Yo he visto a gente opositar a profesor de Lengua y Literatura, a bombero y a abogado del Estado, y no diría que las personas que emprendieron esas luchas eran las más tontas de todas. Diría incluso que eran las más listas, abnegadas, trabajadoras y tercas. Si aun así, por esas cosas que tiene la corrupción total de la Administración pública, y su increíble permeabilidad a los inútiles, tenemos la escuela llena de profesores que suspendieron la oposición, y los parques de bomberos de tipos que no pudieron subir la cuerda, y la abogacía de novietas del jurado, imaginen qué pasará ahora cuando el cortafuegos de calidad que era la memoria quede carbonizado por ideas impresionantes y ladinas que harán, no una excepción que le paguemos de por vida a un zoquete un salario, sino la norma públicamente asentada y habitual.

El talento que quiere imantar Iceta de gentes que no saben nada es el mismo talento que, seguramente, tiene él

Para ser bombero, había que saberse todas las calles, carreteras, términos municipales y orografías de la Comunidad de Madrid; para ser abogado del Estado, había que saberse el Código Civil del derecho y del revés, y para ser profesor de Literatura había que saberse las obras completas de Baroja, y de todos. Esto no hacía mejor al bombero, al abogado o al profesor, pero le hacía más digno, fiable y musculado. La memoria, sí, es la musculatura de la inteligencia, la adrenalina del discurrir, uno no piensa contra la nada, desde la nada y para la nada, sino desde la materia contante y sonante de los datos y los hechos. En los cinco segundos que lleva averiguar en Google quién escribió 'Pepita Jiménez', una idea muere, una ocurrencia, una reflexión. El talento que quiere imantar Iceta de gentes que no saben nada es el mismo talento que, seguramente, tiene él. Que es el talento de la tele, la farsa, la patochada, el baile y la oportunidad. No en vano, Iceta abandonó los estudios a los 17 años, para vivir enteramente de la desmemoriada política.

Foto: Un examen de oposiciones en Pontevedra. (EFE) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
La reforma de las oposiciones es inquietante
Francesc de Carreras

El talento de verdad era la disciplina, la episteme, el amor por lo que haces, la gratuidad con que sabes cosas que no parecen servir para nada. Memorizar el mundo: eso es una aspiración, eso es Borges, su 'Funes'. Sacar una oposición fácilmente, abrazando a un muñeco o haciendo la conga con otros 20, ¿eso qué es?

Si algo dignificaba a los funcionarios era la oposición, pero parece que eso va a cambiar. Todo funcionario fue un día una persona con pesadumbres, papeles, mucho sueño. Apartado del mundo, el opositor nos admiraba, porque vivía con una meta y de momento solo se sabía 20 temas de 87. Ver al opositor era ver crecer su sabiduría, cuando alcanzaba, por ejemplo, los 43. Ya tenía más posibilidades de que le tocara en el examen su tema favorito. La gente siempre había hablado de lanzarse a opositar como si hablara de cruzar a nado el Atlántico. A veces, en el 'Un, dos, tres', el concursante, preguntado por su profesión, decía que era opositor. Todo el mundo tenía un sobrino opositando. También se opositaba porque hacía más bonito que estar de más. Todo esto, según leemos, lo quieren destruir ahora.

Oposiciones examen Administraciones Públicas
El redactor recomienda