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Ray Loriga, camino de la leyenda
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Alberto Olmos

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Ray Loriga, camino de la leyenda

El escritor hace pública la intervención a vida o muerte que sufrió hace casi dos años a causa de un tumor cerebral

Foto: Ray Loriga.
Ray Loriga.

Ir haciéndose mayor no sería tan preocupante sin las enfermedades de los demás. Son los otros los que, enfermando, te ponen en hora la vida. Uno no enferma nunca, no parece ir a enfermar nunca, y por eso se siente joven en contra de toda evidencia. Luego alguien cercano cae en la cama, palidece, es operado, muere incluso, y te das cuenta de que tienes 50 años.

Ray Loriga fue noticia este fin de semana al conceder una entrevista para hablar de su tumor cerebral. Para quienes seguimos considerando a Loriga el modelo indesgastable de la literatura joven, resultó una revelación muy impresionante. Ray Loriga es lo mejor que puede crear la juventud cuando le da por escribir, al punto de que parece él más joven que la mayoría de los escritores jóvenes de hoy. Los hechos crudos hablan de un tumor cerebral “del tamaño de una pelota de golf” y de una operación súbita porque, si no, “en 15 días te mueres”. Hablan de daños faciales, parálisis del rostro; hablan, en fin, de un parche en el ojo derecho, negro y esquinado. Con él se dejó fotografiar Loriga el pasado sábado para 'El Mundo', en entrevista de Pedro Simón.

Pero el dato que, después del 'shock', se me quedó bailando en la cabeza fue que todo había sucedido a finales de 2019. Me costó entrar a valorar lo verosímil de esa temporalidad, pues, por inercia y adicción y servidumbre del presente, el hecho de conocer su desgracia un sábado de junio de 2021 hacía obligado que eso hubiera acontecido un lunes del mismo junio, el día antes incluso. Quiere decirse que la noticia iba con tanto retraso que no parecía para nosotros. Pero justamente la información era para nosotros.

Como personaje público, escritor en activo, Ray Loriga debía salir alguna vez de casa y dar que hablar. Como hacen los políticos, lo mejor es controlar cuándo y cómo empieza la gente a murmurar sobre ti. Supongo que Loriga entendió adecuada esta fecha en concreto, por mucho que, en definitiva, no se busque con la entrevista vender nada, corresponder a nada ni saldar deuda alguna. Como dijo Bob Dylan: “Que te guste mi música no significa que yo te deba algo”.

Foto: Ray Loriga publica 'Rendición'. (EFE)

Exhibicionismo paliativo

Estamos acostumbrados a que padecimientos de extrema gravedad, que antes se consideraban íntimos, sean ahora aireados, narrados minuto a minuto. El cáncer de un actor, el de un músico, el de un ciudadano conocido nos es comunicado simultáneamente a nosotros y a los familiares del enfermo. Luego se detalla la evolución de la desgracia a la vista de todo el mundo, haciendo de ello un espectáculo esperanzador o demoledor, según el caso. Es algo que, obviamente, yo no haría, pero tampoco tengo tan claro que pueda criticarlo. Quizás el exhibicionismo paliativo es un avance social.

Desde noviembre de 2019, arrastra el autor las secuelas del tumor cerebral extirpado, sin dar tres cuartos al pregonero

Lo que sí puedo es reconocer mi admiración por lo que ha hecho Ray Loriga, por esa capacidad clásica para callar. Desde noviembre de 2019, arrastra el autor las secuelas del tumor cerebral extirpado, sin dar tres cuartos al pregonero. La verdad es que llevaba años con mala pinta, mala fama, mala elección de chaquetas. Me gusta seguir la evolución de mis ídolos, por si toca bajarlos del pedestal. Ray Loriga, sin embargo, evolucionaba bien, destruyéndose. Ya saben aquello de Hemingway de que un hombre puede ser destruido pero no derrotado. Es falso. Solo un buen hombre no puede ser derrotado.

Ray Loriga me parece un buen hombre, bien es verdad que mi juicio se ve nublado por una invulnerable amistad: le he visto tres veces en mi vida. Una fue en la Feria del Libro de Madrid, cuando le dio por acercarse a donde estaba yo firmando nada. Sin más, me soltó: “Recuerda lo que dijo Bukowski: la resistencia es más importante que la verdad”. Y se fue. Llevo años tratando de recordar si me dijo eso exactamente; o sea, si Bukowski dijo eso exactamente. Me lo acabo de inventar para completar la anécdota, si les soy sincero.

Loriga maneja un tipo de resistencia muy poco conveniente: perder máscaras

Pero está bien, lo dijera Bukowski o no: la resistencia es más importante que la verdad. Loriga maneja un tipo de resistencia muy poco conveniente: perder máscaras. Tenía la pose perfecta y solo después nos dimos cuenta de que esa pose perfecta estorbaba al propio escritor. Si nadie parecía más escritor que el Ray Loriga falso de los noventa, nadie parece más escritor que el Ray Loriga auténtico de ahora. Desde su libro 'Trífero' (2001), decidió dejar la juventud a los que podían defenderla con datos, y dedicarse a la literatura universal. El autor más moderno de los años noventa está sonando a lo largo de todo el siglo XXI como si no hubiera existido en los noventa. También tiene libros flojos, claro. Pero todo es más digno que agarrarse a una portada de la 'Superpop', abrirse un TikTok, seguir a Ibai Llanos en Twitter o tener Twitter siquiera. Todo es más digno que ponerse como loco en tus redes sociales porque te han criticado en un artículo.

Los 19 meses que han pasado desde que operaron de un tumor cerebral a Ray Loriga y el momento en que nos hemos enterado son ya legendarios. Es un siglo, prácticamente, de silencio y sabiduría. El tiempo de la destrucción, el tiempo de la resurrección, la época de la pelea. “Sé que mientras estoy escribiendo no puedo morir”, escribió también juvenilmente Eloy Tizón. Mientras estás escribiendo puedes morir, por supuesto; lo que no puedes, mientras estás escribiendo, mientras estás muriendo, es traicionarte.

Ir haciéndose mayor no sería tan preocupante sin las enfermedades de los demás. Son los otros los que, enfermando, te ponen en hora la vida. Uno no enferma nunca, no parece ir a enfermar nunca, y por eso se siente joven en contra de toda evidencia. Luego alguien cercano cae en la cama, palidece, es operado, muere incluso, y te das cuenta de que tienes 50 años.

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