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La mejor escritora trans de la historia no habla de lo trans
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Alberto Olmos

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La mejor escritora trans de la historia no habla de lo trans

Jan Morris cerró su carrera literaria con dos diarios encantadores y una autobiografía que solo debía publicarse después de su muerte

Foto: La escritora Jan Morris, en su casa de Gales. (Colin McPherson/Getty)
La escritora Jan Morris, en su casa de Gales. (Colin McPherson/Getty)

Cuando uno busca en Google una lista de escritores transgénero, se encuentra algo muy parecido a una lista de escritores jóvenes, modernos y sofisticados. Abundan el color electivo, en el cabello o en los labios, la pose risueña, el 'look' calculado y la sensación de querer desesperadamente venderte algo. Esto quiere decir que la mayoría de autores trans que censa Google son contemporáneos nuestros, indistinguibles en sus actitudes e intenciones de cualquier otro artista o 'influencer' que luche por un lugar en el espacio público. En medio de tal despliegue performativo sobresale, sin embargo, una autora de apariencia anticuada y nombre sencillo, Jan Morris, seguramente la primera gran escritora transexual conocida.

Después de algunos meses completando la lectura de su obra, me he hecho con sus diarios últimos, unos cuadernos de ideas que escribió y publicó pasados los 90 años de edad. Nacido en 1926 como James Morris, en 1972 se desplazó de Inglaterra a Marruecos para someterse a un cambio de sexo en una clínica ilegal en la ciudad de Casablanca. Con 46 años, empezaba su vida como mujer escritora, que, tras unos primeros meses de aclimatación social y familiar, desembocó en una llamativa diferencia con su vida anterior, de no pocos años, como hombre escritor: en nada. Jan Morris siguió escribiendo literatura de viajes y eso fue todo. Siguió viviendo con Elizabeth, su mujer desde los veintipocos años, y tratando con sus hijos, editores, amigos y compañeros de profesión. Salvo el breve y extraordinario 'El enigma' (1974), donde narraba en detalle su paso por el quirófano en Marruecos, y su vida como hombre antes de ello, Jan Morris no tuvo nunca nada que decir sobre los trans. Ni siquiera en sus últimos años ha tenido nada que decir sobre lo trans.

Lo cotidiano como inspiración

'In my mind's eye. A thought diary' (2018) y 'Thinking again' (2020) recogen las anotaciones que la autora se obligó a hacer diariamente desde que cumplió los 90 años. Aún no traducidos al español, constituyen la entrega final de un escritor/escritora que hizo del viaje y la historia el eje central de su trabajo. Curiosamente, a mí Jan Morris me interesa sobre todo metida en su casa de Gales, sin tema para escribir más allá de las ovejas que ve por la ventana y con todo el mundo recorrido en sus 90 años de vida reducido a las cuatro habitaciones de su mítica y centenaria casa, bautizada como Trefan Morys y a la que dedicó un libro entero, 'La casa de una escritora en Gales' (National Geografic, 2001).

Quizás sea el futuro ideal para la transexualidad: que no sea preciso explicársela a los demás

Los diarios nos muestran a una nonagenaria que, con sus dificultades y antipatías, se maneja en internet y sigue la actualidad, motivo por el cual resulta más sorprendente que no nos obsequie con su opinión sobre el auge de las nuevas identidades sexuales ni, en concreto, sobre la condición transexual. No menciona el asunto ni una sola vez.

Este mutismo, perfectamente discutible, me ha resultado admirable. Siendo pionera en la aventura vital del cambio de sexo, Jan Morris no da lecciones, consejos, no hace campaña ni política, como si ser mujer fuera para ella tan evidente y soberano que ni se acordara de que una vez fue hombre, y de que por tanto tendría mucho que decir sobre la transición entre sexos y sobre el debate actual acerca del asunto. Quizás ese sea el futuro ideal para la transexualidad: que no sea preciso explicársela a los demás.

placeholder Jan Morris. (Mike Segar/Reuters)
Jan Morris. (Mike Segar/Reuters)

Lo llamativo es que en estos libros la autora no elude los asuntos identitarios, pues sí hay una identidad particular que la obsesiona, la enamora y por la que está dispuesta a luchar: su país, Gales, y su otro país, Inglaterra, uno por parte de madre y otro por parte de padre. Sobre Gales, donde vive, tiene ideas muy similares a las que podemos encontrar en los catalanes menos victimistas, pero igualmente reivindicativas y seductoras. Y sobre Inglaterra, echa de menos Gran Bretaña y el Imperio, y observa con conmiseración la decadencia de eso llamado Reino Unido, marbete que no le acaba de convencer.

Pero lo adictivo de sus diarios, fuera de estas coordenadas, es el día a día de una viejecita culta y cándida, entregada a tareas menores y a la anotación en su diario de las postrimerías del vivir. “Cuanto más vivo, más amo mi biblioteca”, nos dice. Asidua a los diccionarios, le gusta emplear palabras extrañas e inventarse adverbios, y asegurar al lector que esas palabras existen, o deberían. Confiesa su pasión por enviar cartas al director del 'Times', su periplo de una mañana entera por medio Gales buscando su tarjeta de crédito, su desconocimiento de quién es Harry Potter, su afición por la mermelada o la recepción de cartas de liquidaciones de sus editores en las que constata un beneficio para ella de cero libras. Aunque a veces lo menciona, nada importa que Jan Morris fuera soldado en la II Guerra Mundial, que acompañara como reportero la primera expedición que coronó el Everest o que viviera aventuras por medio mundo y conociera a grandes hombres y mujeres del siglo XX. Al final de una vida, solo quedan los dolores de levantarse por las mañanas con 90 años y los paseos y las compras y contestar 'e-mails' y hacer el té, y todo eso lo cuenta Morris fantásticamente en estas páginas. "What is Netflix?", escribe en 2019.

El lema y motor de su vida fue “be kind” (sé amable), y hasta cuando consulta algo a Siri, el asistente personal para Mac, le da las gracias. Dejó un libro preparado para después de su muerte (que finalmente se produjo en noviembre del año pasado), 'Allegorizings', de momento solo publicado en Estados Unidos. Esperemos que pronto los tres títulos acaben en las librerías españolas, junto a una reedición a mi modo de ver indispensable de su obra maestra, 'El enigma'.

Cuando uno busca en Google una lista de escritores transgénero, se encuentra algo muy parecido a una lista de escritores jóvenes, modernos y sofisticados. Abundan el color electivo, en el cabello o en los labios, la pose risueña, el 'look' calculado y la sensación de querer desesperadamente venderte algo. Esto quiere decir que la mayoría de autores trans que censa Google son contemporáneos nuestros, indistinguibles en sus actitudes e intenciones de cualquier otro artista o 'influencer' que luche por un lugar en el espacio público. En medio de tal despliegue performativo sobresale, sin embargo, una autora de apariencia anticuada y nombre sencillo, Jan Morris, seguramente la primera gran escritora transexual conocida.

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