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La paradoja de la pederastia: hay que temer al hombre amable
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Alberto Olmos

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La paradoja de la pederastia: hay que temer al hombre amable

Focalizar en los sacerdotes los abusos sexuales a menores sabotea la prevención necesaria para poner freno a esta atrocidad

Foto: Recortes de prensa, sobre noticias relacionadas con la pornografía infantil y la pederastia. (Sergio Beleña)
Recortes de prensa, sobre noticias relacionadas con la pornografía infantil y la pederastia. (Sergio Beleña)

Un informe del Defensor del Pueblo nos ha llevado a concluir que cerca de medio millón de niños ha sufrido abusos por parte de miembros del clero. La presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, lo expresa con estas palabras: "440.000 personas en España han sido víctimas de pederastia en la Iglesia católica". Esto es muy grave y, por tanto, según la presidenta, se pondrán en marcha "políticas públicas orientadas a la prevención".

Vamos, que los curas son pederastas. Esto ya lo sabían todos aquellos que siguen el cine de Pedro Almodóvar, y todos aquellos que no han visto un cura de cerca en los últimos cuarenta años. Francina Armengol, muy responsablemente, equipara en su publicación Iglesia católica y violar niños. Otras religiones no violan niños. Otras profesiones no violan niños. La acción preventiva del gobierno se dirigirá, lógicamente, hacia los que violan niños.

O sea, los curas.

En mi pueblo había un cura, don Sebastián. Era calvo y vivía cerca de la iglesia, y nos daba catequesis. Ahora no hay cura en el pueblo, porque nadie quiere meterse a cura, escasean las vocaciones y se recurre a sacerdotes itinerantes que van de pueblo en pueblo dando misas y enterrando a la gente.

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Vi más curas en Segovia capital, pues estudié en un colegio religioso, el Claret. Muy buen centro educativo. Me daban clase varios curas. Había además una cosa llamada "convivencias" que consistía en llevarnos a todos los chavales a un sitio espantoso en Ávila y tenernos allí varios días pensando en Dios.

Luego me vine a Madrid, y no he vuelto a tratar con curas. En todos esos años mozos, aparte de afianzar mi ateísmo, no vi nada relativo a abusos sexuales, aunque a lo mejor no me fijé bien.

No me gustan los curas. Son gente triste, ambigua, hambrienta. No pocos están siempre enfadados y su carácter disciplinario con los niños tiene algo de sádico. No creo que exista la "vocación". Existe, ya digo, el hambre. Si se estableciera el salario mínimo vital, no habría nadie que se metiera a cura.

Si se estableciera el salario mínimo vital, no habría nadie que se metiera a cura

Sin embargo, amigos, el estigma que pesa sobre estos hombres polvorientos sólo puede calificarse de gratuito. Los curas, de por sí, no son pederastas. Según yo lo veo (y no a lo tonto, pues tengo dos hijos pequeños) la pederastia se origina circunstancialmente. O sea, la pederastia sólo tiene una posibilidad: que dejes a un niño solo con un hombre en un lugar cerrado.

Hay varias profesiones donde un hombre puede estar a solas con un niño en una habitación o espacio cerrado: profesores y médicos; profesores particulares y especialistas; logopedas, monitores de campamento en verano, etcétera.

Hay varios hombres con los que los padres suelen dejar a solas a sus hijos: un abuelo, un tío, un amigo o un vecino (véase La ternera, de Aurora Freijo).

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En nuestro tiempo, hay pocas posibilidades de que un niño que cuenta con la tutela de sus padres esté a solas con un sacerdote en una habitación o espacio cerrado, simplemente porque casi nadie es católico practicante, casi nadie lleva a los niños a religión y casi nadie los dejaría a solas con un sacerdote debido a la fama que arrastran.

Otras circunstancias son las que atañen a niños huérfanos, acogidos en instituciones o bajo la tutela del Estado. Ahí los abusos son mucho más probables o, digamos, factibles. Es lo que sucedió en el Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales mientras era presidenta del Gobierno de las Islas Baleares Francina Armengol, precisamente. Según 20 Minutos: "El Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS) reconoció tener constancia de 16 casos de explotación sexual infantil entre los 359 menores tutelados de los 30 centros propios o concertados".

440.000 personas

La señora Armengol da la cifra de 440.000 personas que habrían sufrido abusos sexuales por parte de un sacerdote. Es una afirmación sin contexto. Para darle el contexto adecuado hemos de ir al informe elaborado por Ángel Gabilondo.

Primero, la cifra contaría los casos de abusos sucedidos en España desde 1950 y cuyas víctimas siguen vivas a la hora de realizar el estudio. Además, esa cifra es una regla de tres: el informe dice que un 1,13% de los 8000 encuestados (por GAD3) declara estos abusos. Tomando el total de población adulta de España, unos 40 millones de personas, y aplicando ese 1,13%, llegaríamos a los 440.000.

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Si aún tuviéramos sentido común en la política española, veríamos todos con claridad que esto es un disparate, amén de una indecorosa irresponsabilidad. La mayoría de abusos por parte de sacerdotes se produce sobre niños varones, de modo que habría que aplicar porcentajes distintos sobre cantidades de población adulta (hombres/mujeres) también distintas, si acaso una encuesta a 8000 personas fuera fiablemente extrapolable. De hecho, ese 1,13% del informe Gabilondo también incluye abusos "en otras religiones".

Para que nos demos cuenta de la fiabilidad de semejante extrapolación tomemos otro porcentaje: un 11,7% de las personas encuestadas por GAD3 dice haber sufrido abusos cuando era menor de edad. Y, de ellos, un 3,36% afirma que sucedieron en el ámbito familiar. Entonces podríamos decir: 1.344.000 niños han sido violados en España por sus padres, abuelos, primos o tíos.

A la idea de que los curas son pederastas, se sumaría ahora la idea de que los españoles somos, por definición, pederastas.

A la idea de que los curas son pederastas, se sumaría ahora la idea de que los españoles somos, por definición, pederastas

Por lo que sea, Francina Armengol no ha querido hacer esta segunda extrapolación.

Uno de los casos más conocidos de abusos sexuales fue el que narró James Rhodes en su libro Instrumental (Blackie Books, 2016). Los abusos fueron cometidos por su profesor de educación física. Dada la popularidad del libro, y siguiendo nosotros también principios hiperbólicos, todos deberíamos mirar a los profesores de educación física como potenciales pederastas, y estigmatizarlos constantemente. Sin embargo, no lo hacemos.

La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, no dejó de tuitear alegremente lo que sigue: "Los centros educativos religiosos, en su mayoría concertados, tendrían que pasar a formar parte de la red pública del sistema educativo. Sólo así vamos a garantizar todos los derechos para toda la infancia, también el de vivir una vida sin violencia sexual".

El texto da a entender que en un colegio público nunca se producen abusos sexuales por parte de profesores, monitores u otros empleados sobre los niños, simplemente porque es un colegio público. Es magia potagia, lo público. También da a entender que en un privado religioso estos abusos suceden constantemente.

Foto: Kiko Rivera. Opinión

Cualquiera que siga la actualidad educativa, recuerda decenas de titulares sobre institutos públicos donde se descubrió que un profesor abusó de varios alumnos. Basta buscar en Google News "instituto abusos sexuales profesor" y leer los titulares. En Fuenlabrada, en Totana, en Móstoles, en Lorca, en Lleida, en Murcia, en Ibiza...

Todo lo anterior sólo puede desesperarnos. ¿Qué políticas de prevención de abusos sexuales sobre nuestros hijos va a llevar a cabo gente que niega que en un colegio público pueden darse tales abusos? ¿Qué debemos pensar de políticos que encargan informes de 800 páginas para concluir que lo único ante lo que tenemos que precavernos es un cura, cuando un abuelo, un tío o el nuevo novio de mamá son de hecho perfiles mucho más habituales en la comisión de estos delitos?

Lo que debemos pensar los padres es mucho más complejo, y no poco paradójico. El hombre al que debemos temer, y ante el cual debemos estar precavidos, es justamente aquel al que sí dejaríamos al cuidado de nuestros hijos.

Un informe del Defensor del Pueblo nos ha llevado a concluir que cerca de medio millón de niños ha sufrido abusos por parte de miembros del clero. La presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, lo expresa con estas palabras: "440.000 personas en España han sido víctimas de pederastia en la Iglesia católica". Esto es muy grave y, por tanto, según la presidenta, se pondrán en marcha "políticas públicas orientadas a la prevención".

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