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Sobran libros, pero no sabemos cuáles
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Alberto Olmos

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Sobran libros, pero no sabemos cuáles

El misterioso Xavier Nueno publica el excelente ensayo 'El arte del saber ligero'

Foto: 'El arte del saber ligero', de Xavier Nueno.
'El arte del saber ligero', de Xavier Nueno.
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Xavier Nueno es investigador. Eso dice la primera frase de la solapa de El arte del saber ligero (Siruela). Luego se habla de Harvard y de un "laboratorio" en Suiza. También se nos ofrecen los títulos de otros libros que ha escrito el autor. Poco más. No sabemos cuándo nació, ni dónde. ¿Es español? ¿Escribe en castellano? Parece que Siruela quiere que entremos en Google y tecleemos "Xavier Nueno" para enterarnos de lo que, de toda la vida de Dios, se entera uno por las solapas. Las solapas estaban para algo, amigos.

A lo mejor uno no tiene tantas ganas de teclear en Google "Xavier Nueno", pero lo hace. No puede leerse con propiedad un libro si no sabes si el autor tiene más años que tú, o menos, o está muerto, o escribe en catalán (¿Xavier?) o en un idioma adoptado. El volumen, precioso, luce en la cubierta una ilustración de Landis Blair, dibujante joven que vive en Chicago, y tiene un aire a portada famosa del New Yorker; se incluye un posfacio escrito por Philipe Roger (¿un francés?) traducido por el propio Nueno (¿del francés?). La temática del libro es pretérita, atemporal. Fedro, imprenta, Flaubert. El arte del saber ligero podría haber sido escrito en 1965; en Roma. Xavier Nueno podría ser un pseudónimo, una IA; yo.

Ya sé que a usted todo esto le da igual.

A mí no.

Nueno aboga por la eliminación y hasta la destrucción de los excedentes intelectuales

Es irritante tener que acudir a Google para saber quién nos está hablando. Sobre todo si en Google entero no hallamos el año de nacimiento de Xavier. ¿Es un polímata de 70 años o un joven prodigio? Imaginen que les hablan desde detrás de una puerta y no saben quién vocaliza y perora, pero están obligados a escuchar sus palabras porque para eso han llamado a la puerta.

La indefinición desastrosa de la edición de Siruela molesta incluso desde dentro del propio libro, que trata sobre la lectura, sobre pensar los legados y registros literarios y clasificarlos o, llegado el caso, desahuciarlos. Se cita a Gérard Genette, que acuñó términos como paratexto o epitexto precisamente para todas estas cosas que resulta imposible, o indecentemente trabajoso, saber de Xavier Nueno: el contexto intelectual.

No se preocupen si no saben quién es Gérard Genette. Tampoco este libro trata temas que le incumban a usted particularmente.

¿A favor o en contra de los libros?

Va de libros, el libro. Empieza preguntándose cómo armonizar la ingente cantidad de documentos que genera el ser humano con la necesidad de tener un saber concreto al que agarrarse. En principio, Nueno aboga por la eliminación y hasta la destrucción de excedentes intelectuales, pues busca "cómo ponerle un límite al deseo de saberlo todo". Esto se propone a mi juicio con demasiada alegría: "Cuando algo desaparece completamente, no lo echamos de menos". Uno se pregunta enseguida: ¿y quién decide qué se olvida, se aparta o se destruye?

El autor echa mano entonces de Platón y su consabido pasaje en Fedro donde se deplora el invento de la escritura. Delegar el saber en el papel nos hace más tontos, es la tesis. Otros nombres clásicos concurren en este odio al superávit de publicaciones.

Escribe Petrarca: "Ay, estéril y repugnante siglo consagrado a memorizar y poner por escrito tantas cosas que mejor sería ignorar". Imaginen a Petrarca hoy frente a la estantería de Los más vendidos en la Casa del Libro.

placeholder El escritor Emil Cioran
El escritor Emil Cioran

Luego Nueno tiene piedad de los libros y encuentra un atajo para no desprenderse de ellos: recortar sus páginas mejores. A los practicantes de este arte los llama "lectores con tijeras". Es el arte de la cita, o ars excerpendi. Las toneladas de letra impresa con vocación artística o sapiencial quedarían reducidas a fichas, anotaciones, páginas sueltas, "libros huecos", como dijera Chateaubriand.

Pero también hay otra forma de enfrentarse al exceso, y es escribir contra él. Nueno nos habla de los "escritores del no", autores que con su obra tratan de dinamitar los libros. Lo suelen conseguir, porque son los autores que menos lectores tienen. "Odian el lenguaje y la razón", hacen libros experimentales, no van a estar nunca en la estantería Los más vendidos de la Fnac. "Que la escritura esté llamada a desaparecer es posible e incluso deseable", dice Cioran, que entendemos que vivió toda su vida de que la escritura no desapareciera, y sus libros se publicaran.

Leer es agotador, escribir es agotador, los libros no paran, los autores no mueren (nacen otros), lo leído se olvida

La idea (a mí me lo van a decir) concluyente es que leer es agotador, escribir es agotador, los libros no paran, los autores no mueren (nacen otros), lo leído se olvida y el que no ha leído nada puede llegar a presidente del gobierno.

El arte del saber ligero es un ensayo elevado, poético, bonito, singular. Paradójicamente, este ensayo contra los libros sólo apasionará al que ha leído muchos libros.

Xavier Nueno es investigador. Eso dice la primera frase de la solapa de El arte del saber ligero (Siruela). Luego se habla de Harvard y de un "laboratorio" en Suiza. También se nos ofrecen los títulos de otros libros que ha escrito el autor. Poco más. No sabemos cuándo nació, ni dónde. ¿Es español? ¿Escribe en castellano? Parece que Siruela quiere que entremos en Google y tecleemos "Xavier Nueno" para enterarnos de lo que, de toda la vida de Dios, se entera uno por las solapas. Las solapas estaban para algo, amigos.

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