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De fumador a cocainómano: la nueva transición ecológica
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Alberto Olmos

Mala Fama

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De fumador a cocainómano: la nueva transición ecológica

La persecución de las adicciones atiende a criterios difíciles de interpretar

Foto: Intervenidas 11 toneladas de cocaína en dos operaciones paralelas en Vigo y Valencia. (Europa Press/Marta Fernández Jara)
Intervenidas 11 toneladas de cocaína en dos operaciones paralelas en Vigo y Valencia. (Europa Press/Marta Fernández Jara)

La Policía Nacional publicó un tuit muy alegre sobre toda la cocaína que tenían en un cuartel. Se notaba que querían darnos envidia. Había como mil o dos mil fardos rectangulares primorosamente colocados en pilas, primorosamente colocadas en filas, primorosamente filmadas por un dron y una cámara de apoyo. No cabía un gramo de cocaína más en ese cuartel.

El tuit retaba a los ciudadanos: “¿A que no has visto nunca tanta droga junta?” Hablamos, según sus básculas, de 11 toneladas de cocaína. No, no hemos visto nunca juntas once toneladas de cocaína porque no somos narcotraficantes.

El tuit les quedó muy navideño; escribían: “¡¡¡11 toneladas de cocaína!!!”, así, con tres admiraciones de apertura y otras tres de clausura, como colegas que han pillado para fin de año. La droga se mostraba escoltada por dos furgonetas, no sé si de reparto. Uno se pregunta si no sería más expresivo y ejemplarizante sacar los fardos de cocaína envueltos en llamas o sometidos a cualquier otro proceso destructivo. Pero eso quizá hiriera algunas sensibilidades.

No contentos con este tuit, encadenaron otro donde decían: “Se pasaron de la raya…” Rocoso lenguaje policial.

Simultáneamente a esta celebración de la cocaína, Mónica García nos falló. Ahora dice que Muface, la cocaína de la sanidad pública, “no es una prioridad”. O sea, que le da miedito cerrarlo, no sea que un millón y pico de funcionarios, perdido el privilegio, hagan huelgas y manifestaciones. La clínicas privadas pueden dormir tranquilas con Mónica como ministra de Sanidad.

Para compensar, la batalla que sí es prioritaria súbitamente es la que se librará contra los fumadores. Cuando no se sabe a quién sacarle el dinero o hacerle la puñeta, siempre se acuerdan de los fumadores. Sin ironía alguna, hemos de asumir que fumar está mucho peor visto institucionalmente que esnifar cocaína. Llegará el día en que un paquete de tabaco cueste más que un gramo de -por seguir con el lenguaje policial- farla. Para entonces a lo mejor es legal meterse rayas mientras se espera a que los niños salgan del colegio.

La ministra quiere prohibir fumar en las terrazas de los bares, que es, de hecho, la situación exacta en la que les estoy escribiendo esta pieza: fumando en un bar. La ministra quiere acabar con el columnismo español, y con las sobremesas de los albañiles.

Hemos de asumir que fumar está mucho peor visto institucionalmente que esnifar cocaína

Que fumar es malo para la salud lo sabemos todos; que la cocaína es mala para la salud se va dejando de saber: ya no se dice. Las campañas públicas sobre drogas en general van destinadas a que las consumas con precaución, no las lleves en el equipaje si viajas al extranjero y busques “dealers de confianza”. Los estanqueros no son de confianza porque te venden todos cáncer de pulmón sin el menor complejo. Echo de menos algo sencillo: el ministerio de Sanidad diciendo “La cocaína es mala”.

Mata gente, y miles más mueren debido al poder del narco; no paga impuestos, destruye cerebros, destruye familias. Pero su ingesta está tan aceptada como la del Actimel.

Según el informe EDADES (2022), elaborado por el ministerio, en torno al 3% de la población consumió cocaína en el último año; y en torno al 33% de la población es fumadora. Como ven, somos más los que cumplimos la ley.

Se nos prohibió fumar en los bares, en los aviones, en los autobuses y en el Metro: y dejamos de fumar en estos espacios. Los cocainómanos, por su parte, se meten rayas en los bares, en los aviones, en los autobuses y en el Metro. En todas partes. Nunca he visto la noticia de que alguien haya sido detenido por meterse rayas en los baños de un bar. De hecho, ahora que lo pienso, nunca he sabido que alguien se mete cocaína porque la policía haya intervenido en algún sentido. Siempre sabes que alguien se mete cocaína porque saca una bolsa y la agita delante de todos en medio de la calle.

placeholder Una mujer sostiene un cigarrillo en la terraza de en un bar en Santa Cruz de Tenerife. (EFE/Miguel Barreto)
Una mujer sostiene un cigarrillo en la terraza de en un bar en Santa Cruz de Tenerife. (EFE/Miguel Barreto)

Cada vez me caen peor los cocainómanos, visto el estigma y la persecución que aguantamos los fumadores. Su modo de comportarse con su vicio es de una incalculable soberbia, se creen Al Pacino, chicos malos, gente que sí sabe disfrutar de la vida. Sin embargo, en cuanto esa alegría suya corre el riesgo de ser revelada, alzan las manos y exclaman: “No puedes hacerme esto”. Consumir cocaína es la parte de la vida privada de una persona que está hoy mejor protegida por la ley.

¡Qué ganas dan a veces de tuitear nombres!, ¿eh, amigos?

Este canguelo recorrió Twitter el otro día cuando Pablo Iglesias habló genéricamente de políticos de izquierdas que podían “pasarse de la raya y de las rayas”, en comparación con los problemas que él había tenido por culpa de fotografías domésticas sobre las que algún observador malicioso puso demasiada imaginación (la cremallera de un bolso, recuerden). Yo creo que tenía bastante razón.

El ciudadano nuevo no fuma, no bebe, es vegano, es woke, esnifa cocaína y se atiborra de éxtasis

El caso es que prohibirán fumar en las terrazas y los fumadores dejaremos de fumar en las terrazas. Hay que acabar con el hombre antiguo. El ciudadano nuevo no fuma, no bebe, es vegano, es woke, esnifa cocaína y se atiborra de éxtasis y benzodiazepinas; tiene por lo menos dos psicólogos. La vida sana era eso, majos.

Dan ciertas ganas de dejar el tabaco y pasarse a la cocaína, de transitar ecológicamente. Pero a mí me gusta fumar. Me gusta porque, a diferencia de las rayas, los cigarrillos son algo que no tengo que ocultar a mis hijos, y eso lo dice todo.

La Policía Nacional publicó un tuit muy alegre sobre toda la cocaína que tenían en un cuartel. Se notaba que querían darnos envidia. Había como mil o dos mil fardos rectangulares primorosamente colocados en pilas, primorosamente colocadas en filas, primorosamente filmadas por un dron y una cámara de apoyo. No cabía un gramo de cocaína más en ese cuartel.

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