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Alberto Olmos

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2024, un mal año para perder una pierna

PP y PSOE acordaron a finales de 2023 que una mujer minusválida tiene más derechos que un hombre minusválido

Foto: Un hombre camina con muletas y una pierna escayolada. (EFE/Marc Mueller)
Un hombre camina con muletas y una pierna escayolada. (EFE/Marc Mueller)
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No entendí muy bien qué hicieron el PP y el PSOE juntos y de la mano a finales del año pasado. Juntitos y de la mano, ya digo, fueron al tabernáculo constitucional y cambiaron un artículo. Esto se nos vendió como “histórico” y felicísima noticia. Parece que han tardado veinte años en redactar un texto alternativo para una entrada de la Constitución. El artículo 49 constaba de 46 palabras y ahora suma 86. Hay poetas lentos, sí, que tardan dos décadas en comprender que “disminuidos” no rima con su siglo.

Estaban tan contentos en el PP y el PSOE con su poema legislativo que parecían el mismo partido. Por un rato, el PP no fue fascista; y también por un rato, muy navideño, sí que es verdad, el PSOE no fue etarra. Ay, la Navidad.

A mí me impresiona mucho lo que se tarda en sacar una ley, una amnistía, una cosa cuando eres político. Desde fuera, no parece tan difícil escribir cosas. Dan la sensación de trabajar catorce horas al día en hacer trabajar catorce horas al día a los expertos que les redactan las leyes. Uno tiene la sospecha de que ahí no trabaja nadie, y la ley la sacan cuando ya se nota mucho su ociosidad.

Carácter apotropaico

El caso es que la reforma constitucional afecta al artículo 49, donde se proponía que las personas desafortunadas debían recibir cuidados del Estado. La mala fortuna es nacer con alguna discapacidad, o caer en la discapacidad a lo largo de tu vida. No puedes trabajar ni, por tanto, subsistir. Para eso queremos un Estado del Bienestar, en efecto.

Sin embargo, la nueva redacción tenía para PP y PSOE carácter apotropaico. Me gusta esa palabra porque no la entiende nadie: apotropaico. Quiere decir, la palabreja, que escribiendo “derecho a vivienda digna” mágicamente de pronto todo el mundo tiene una casa con piscina. O que poniendo una piedra azul en la cueva va a llover mañana. Lo cierto es que la Constitución Española reconoce el derecho de todos los españoles a una vivienda digna (art. 47), y la mayoría no tenemos una casa con piscina todavía. Así que dar por salvadas a las personas con discapacidad sólo porque lo dice la Constitución, y ahora con más palabras, es una borrachera muy graciosa que nos hemos pillado.

Con todo, la remodelación del artículo 49 de nuestra Carta Magna deja trozos de sintaxis que a mí me cuesta comprender. Yo estoy deseando que alguien me saque de mi incomprensión, no vengo aquí a dar otra cosa que pena. A mi manera, soy un minusválido.

El artículo de marras decía en origen: “Los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos”.

placeholder Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, durante su encuentro el 23 de diciembre en el Congreso. (EFE/Chema Moya)
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, durante su encuentro el 23 de diciembre en el Congreso. (EFE/Chema Moya)

Ahora se han creado dos apartados, perfectamente contradictorios. En el primero se establece “las condiciones de libertad e igualdad reales y efectivas” con que las “personas con discapacidad” ejercerán sus derechos como cualquier ciudadano. El segundo, después de reformular lo ya está en el original, se cierra con esta frase: “Se atenderán particularmente las necesidades específicas de las mujeres y los menores con discapacidad”.

Es llamativa la cantidad de veces que los tiempos modernos sitúan a las mujeres en la misma categoría que los menores de edad.

¿Por qué?, es la pregunta que debemos hacerlos. ¿Por qué una mujer con discapacidad debe ser atendida particularmente; es decir, antes, mejor, con más amor, más dinero o más empeño que un hombre con discapacidad? Yo no lo entiendo, porque tengo de la igualdad entre las personas una imagen anquilosada: pienso que significa igualdad entre las personas. Aclaro además que pienso que los hombres son personas.

La ley (no cualquier ley: la Constitución) te está diciendo que si tu hijo se queda paralítico le van a tratar peor que a tu hija en una tesitura similar

Mi obcecación en creer que los hombres son personas es la que me provoca toda esta incomprensión que hoy les traigo, amén de un montón de insultos en el Twitter.

La discapacidad puede ser de nacimiento o sobrevenida, y en este último caso todos somos discapacitados eventuales. Basta un resbalón, una ventana, un piano que nos cae encima o un aparatoso accidente de tráfico para que el artículo 49 nos acoja en su seno. Ahí la ley (no cualquier ley: la Constitución) te está diciendo ya que si tu hijo se queda paralítico le van a tratar peor (o menos particularmente) que a tu hija en una tesitura similar. También si tu padre, ya anciano, resbala o se cae o algo le golpea la cabeza y queda incapaz no será lo mismo que si tu madre, ya anciana, resbala o se cae o algo le golpea duramente la cabeza. Será peor.

En 2022 murieron en España 711 personas en accidente laboral. 666 fueron hombres y 45, mujeres. Se produjeron un total de 653.510 accidentes con baja. Según el Informe Anual del Ministerio de Trabajo: “La incidencia de accidentes de trabajo en el año 2022 fue algo más del doble en los hombres respecto a las mujeres. Esta relación empeora conforme aumenta la gravedad de los accidentes de trabajo, llegando a ser la mortalidad por accidente de trabajo casi 13 veces mayor en los hombres”.

Constitución en mano, una marquesa que se cae del caballo tiene prioridad sobre un peón de albañil que se cae de un andamio

O sea, cada año hay más hombres discapacitados y minusválidos, pero las mujeres en esa misma situación tendrán “una atención particular de sus necesidades específicas”. A mí esto me parece curioso.

La atención específica y muy particular debería apuntar hacia las personas que no cuentan con un patrimonio sólido. En caso de discapacidad, tener dinero siempre viene bien. Sin embargo, Constitución en mano, una marquesa que se cae del caballo tiene prioridad sobre un peón de albañil que se cae de un andamio, aunque ella disponga de 34 millones de euros en el banco y dos palacios y él, de 320 euros y una habitación alquilada. Las “necesidades específicas” del peón de albañil me las imagino: comer. Las necesidades específicas de una marquesa, no se me ocurren. Mal año para perder una pierna, amigos. Y para no ser marquesa.

Yo ya le he dicho a mi madre, de 75 años, que, en caso de que tengan pensado caerse por un balcón, se caiga ella, y no mi padre, porque la Constitución es más blandita ahí abajo para una madre discapacitada que para un padre discapacitado. Mi madre me ha dicho que hará lo que pueda.

No entendí muy bien qué hicieron el PP y el PSOE juntos y de la mano a finales del año pasado. Juntitos y de la mano, ya digo, fueron al tabernáculo constitucional y cambiaron un artículo. Esto se nos vendió como “histórico” y felicísima noticia. Parece que han tardado veinte años en redactar un texto alternativo para una entrada de la Constitución. El artículo 49 constaba de 46 palabras y ahora suma 86. Hay poetas lentos, sí, que tardan dos décadas en comprender que “disminuidos” no rima con su siglo.

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