Mala Fama
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Es más importante ser del Madrid que ser español
El club blanco parece una ideología, una religión o un vicio, pero sobre todo es una máquina de generar felicidad
Los niños de Segovia éramos del Real Madrid porque quedaba cerca y la Gimnástica Segoviana no se había clasificado para Europa. El Madrid, por tanto, era una forma de aprender geografía y de ver alemanes por la tele. Algunos niños eran del Barcelona por el mismo motivo: porque Madrid capital quedaba cerca y odiar Madrid capital nos gusta mucho en Segovia. Hay una Segovia catalana, a la que humillan los madrileños en verano, cuando vienen a los pueblos a exhibirse, y a la que Madrid roba los hijos que van a estudiar y no vuelven. En Madrid había El Corte Inglés y Zara, y en Segovia seguíamos comprando en Almacenes Sanz, cuando entonces. Madrid lo tenía todo y para muchos segovianos era excesivo que también tuviera tu corazón futbolístico. Algunos lugareños llevaban esta lógica cardiaca hasta el final, y se hacían del Atleti.
El niño y el fútbol es un misterio soluble, fácil, recomendado. El niño se hace del equipo que gana, porque es el equipo que da felicidad. Cuando el Barça de Cruyff ganaba, los segovianos se hicieron del Barça. Fue una forma de que Cataluña devolviera en camisetas todo lo que robaba a Castilla, según el tópico, muy agarrado.
Pero la mayoría del barcelonismo castellano es odio a Madrid, y del odio salen pocas cosas buenas, y casi ninguna copa de Europa.
Ser del Madrid sin ser de Madrid es una curiosa forma de desarraigo. Ni en Segovia ni en Palencia ni en Orense hay equipos que le empaten a nadie. La filiación sentimental con una escuadra tiene que ver con cierto aspiracionismo. Hay que ser muy de tu pueblo para que el equipo de tu corazón sea de tu pueblo y pierda siempre.
Lo del Real Madrid con los años ha ido a peor: ahora es totalmente absurdo no ser del Real Madrid, incluso si vives en Vallecas. Es como que no te guste Taylor Swift, que algo malo dice sobre todo de ti. ¿Qué te pasa?, ¿qué te ha hecho la vida?, ¿qué tienes contra el color blanco y el brilli-brilli?
Dentro de las múltiples aficiones futbolísticas, la afición por el Madrid se nos antoja única, porque puedes ser del Madrid acaloradamente sin haber pisado la Gran Vía, sin tener una abuela nacida allí; sin todas esas excusas sentimentales que hacen a la gente ser del Getafe. La gente tiene muchas excusas para ser de equipos indistinguibles. Viví allí, mi novia es de, mi madre nació en, pasé un bonito verano junto a.
No sabe uno si el Real Madrid es una filosofía, una toxicología o una secta, un Ku Klux Klan con botines y cortes de pelo de dos mil euros
Así, el madridismo se nos revela como un extraño territorio comunal, político por las puntas, ideológico por debajo, religioso todo a lo ancho. No sabe uno si el Real Madrid es una filosofía, una toxicología o una secta, un Ku Klux Klan con botines y cortes de pelo de dos mil euros. Comparecen en esa camiseta los ribetes de la religión, de eso no hay duda, y la gente ya lleva más escudos tatuados del Madrid que crucifijos, y si se rezan Padrenuestros para que ganen otra Champions es sólo porque Jabois es muy vago y no ha escrito aún un devocionario entero al Real Madrid, Di Stéfano que estás en los cielos y así.
Del Madrid siempre se dijo -aunque ahora no se lo cree nadie, porque Simeone va de Dolce&Gabbana- que era el equipo de los ricos, los pijos, los fachas y los racistas. Curiosamente, en el Madrid hay ahora más jugadores negros que en cualquier equipo de España, y si alguien está sufriendo racismo de verdad es el jugador negro del Real Madrid. Esta conjunción de racismo y antimadridismo, o sea, de odio racial al Real Madrid, dice mucho sobre el odio mismo, que siempre fue un sentimiento instrumental, desadjetivado, a voleo y metonímico. Odiar al Real Madrid siempre fue un racismo en abstracto, que sólo se concreta cuando, además, en el Madrid juegan brasileños.
Cuando el Madrid gana la Champions, todos van a trabajar el lunes tan contento que podría no cobrar a fin de mes y le daría igual. Sube el PIB
Lo cierto es que del Madrid es el obrero, el empresario, las hijas de ambos y el ministro de cualquier gobierno. Que Sánchez no sea del Real Madrid ya sería motivo suficiente para intuir en qué manos desfallecemos. En manos de un señor al que no le gusta eso de esperar a ver quién gana. La España de Sánchez, en este sentido, es la España del 12-1 a Malta. En el 12-1 a Malta, a diferencia de en la final de Londres del otro día, Sánchez sí que hubiera aparecido, porque ahí las cosas funcionaban como a él le gusta que funcionen.
Ser del Madrid, pienso ahora, es más importante que ser español. Ser del Madrid es una forma prime de ser español y una forma cautiva de ser madrileño. Cuando el Madrid gana la Champions, todo el mundo va a trabajar el lunes tan contento que podría no cobrar a fin de mes y le daría igual. Sube el PIB.
Lo primero que hace cualquier emigrante cuando viene a vivir a Madrid es comprarse una camiseta del Real Madrid. Es esa municipalidad universal, ese padrón sin papeleo, ese sentirse del Madrid y ya lo eres, lo que vuelve este club de fútbol toda una Administración.
Administra emociones, sueños, esperanzas, comunidad, unidad, fe pura, exactamente igual que la Administración de Loterías.
Lo que pasa es que el Real Madrid es una lotería que toca siempre.
Los niños de Segovia éramos del Real Madrid porque quedaba cerca y la Gimnástica Segoviana no se había clasificado para Europa. El Madrid, por tanto, era una forma de aprender geografía y de ver alemanes por la tele. Algunos niños eran del Barcelona por el mismo motivo: porque Madrid capital quedaba cerca y odiar Madrid capital nos gusta mucho en Segovia. Hay una Segovia catalana, a la que humillan los madrileños en verano, cuando vienen a los pueblos a exhibirse, y a la que Madrid roba los hijos que van a estudiar y no vuelven. En Madrid había El Corte Inglés y Zara, y en Segovia seguíamos comprando en Almacenes Sanz, cuando entonces. Madrid lo tenía todo y para muchos segovianos era excesivo que también tuviera tu corazón futbolístico. Algunos lugareños llevaban esta lógica cardiaca hasta el final, y se hacían del Atleti.
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