:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2F16d%2Fce5%2Ff45%2F16dce5f4506fd46550805f204e98e90c.png)
Mala Fama
Por
Richard Gere es de los nuestros: no nació en Alcobendas
Soporífera gala de entrega de los premios Goya, que premió a 'Emilia Pérez'
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F93c%2F1f3%2Fa7b%2F93c1f3a7b58eda7f83f285cff547e61b.jpg)
Desde que en 2019 la Gala de los premios Goya abandonó Madrid, parece haber abandonado también el siglo XXI. Esta trigésimo novena entrega de trofeos empezó en 1982, pues de ese año era la canción que abrió la velada: Bienvenidos, de Miguel Ríos. Había que subrayar que estábamos en Granada, y qué mejor (¿Los Planetas?, ¿Yung Beef?) que un señor de 80 años y una canción de casi cincuenta. Aprovechando que entre los nominados estaba la película Segundo premio, y aprovechando que comparecía otro biopic musical extraordinario, La estrella azul, se decidió llamar a Miguel Ríos. Es tan granadino Miguel Ríos que yo me enteré anoche de que nació en Granada.
Luego llegó un sketch provocador. Maribel Verdú salió al escenario y pronunció este nombre: Karla Sofía Gascón. Lo hizo con aplomo, acentuando cada sílaba. La cámara recorrió entonces el patio de butacas, como buscando algo. Karla Sofía Gascón se puso en pie, y dijo, en primer plano: "¡Presente!".
No, no se les ocurrió hacer esto. Karla es la segunda actriz española de toda la historia en estar nominada a un Oscar, y la primera mujer trans de todos los tiempos y de cualquier nacionalidad en recibir esa nominación en Hollywood. Sin embargo, nos ha salido un poco facha, o resultó ser un poco radical contra la inmigración de los países árabes hace no sé cuántos años, y por todo eso (por unos tuits antiguos) ya no la quieren en Granada y ya no la quieren en Hollywood. Karla estaba en su casa cuando el presidente del Gobierno, en su minuto publicitario habitual antes de la gala, habló sobre "la importancia que le damos a la diversidad". Karla Sofía Gascón no es una muestra de diversidad: mujer, trans y reaccionaria. La gente reaccionaria es toda un poco igual. Muy mala.
La gala, que debía haberse celebrado sin tapujos contar con la primera actriz trans nominada a un Oscar, resultó terrorífica. Cantó Alejandro Sanz. No sé qué han escrito Paloma Rando y Laura Márquez, guionistas del terror, pero uno podía entrar y salir del salón de su casa y en la tele siempre estaba sonando la misma palabra: gracias. Si mirabas a la pantalla, sólo veías una cosa: lágrimas. Me parece muy poco profesional llorar porque te dan un Goya. Ganó un montón de gente que no tiene ningún futuro en el cine español. Todos leían sus agradecimientos, así que tan actores no serán.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ff35%2F9ef%2F067%2Ff359ef0672fe35dec90405d77ddeeef2.jpg)
Toda la gala fue como ver los vídeos del bautizo o de la boda de una familia que no es la nuestra, y que además cree, esa familia, que no lo sabemos.
Con los Javis el año pasado hubo chispa y humor, en medio del sopor; y con Antonio de la Torre hace dos cursos disfrutamos de fluidez y elegancia, cierto compás protocolario. Maribel Verdú y Leonor Watling hicieron más o menos lo mismo que las estatuillas: esperar a ver quién las llevaba luego a casa.
A medio infierno, llegó el premio a Richard Gere. Es un premio muy justificable: vive en Madrid. En cuanto Richard Gere ha venido a vivir a España (lleva aquí tres meses), se ha decidido darle el Goya Internacional. Su residencia en La Moraleja le hace, sin duda, de los nuestros. No como Karla Sofía Gascón, nacida en Alcobendas.
Karla es la segunda actriz española de toda la historia en estar nominada a un Oscar. Sin embargo, nos ha salido un poco facha
Richard Gere se hizo famoso por contratar a una prostituta en Pretty Woman, por hacer de gigoló en la película del mismo nombre y por ser un don Juan, un chulo, un putero y un mujeriego película a película, sin saltarse una. ¿Hay algo más premiable dentro del clima metoo de la industria del cine, amigos, que un crápula? Curiosamente, este año no tocaba denunciar los abusos sexuales. Es inquietante lo que toca o no toca denunciar cada año en la gala de los Goya; es inquietante la caducidad de las grandes preocupaciones.
Almodóvar no acudió porque no le premiaban a él. Los sobres están lacrados y su contenido es secreto, pero el cine español es como las oposiciones a RTVE, cadena que emitió el suplicio. Es un sistema, un cogollito, un feudalismo. Todo el mundo sabía quién iba a ganar, simplemente porque no habían tuiteado contra la inmigración ilegal o eran amigos de mucha gente, mayormente de la que convenga ser más amigo. Cuando ganó C. Tangana no sé qué Goya por su primera película, nadie podía sorprenderse. C. Tangana sabe cómo funciona todo, y por eso luego ganó otro Goya. También cantaría Rigoberta Bandini, claro.
En medio de este conservadurismo, de este hormigón armado de las relaciones, La estrella azul se llevó dos premios. Un mínimo resquicio de luz para la independencia, la novedad, la juventud y el talento.
Hubo los pespuntes solidarios habituales, que si cambio climático, que si inmigración, que si no sé qué. Se dieron con desgana. Llamativamente, les daba la misma pena a los actores las casas quemadas en Los Ángeles que las casas anegadas en Valencia. O sea, imaginen la pena que les daba.
La residencia de Richard Gere en La Moraleja le hace, sin duda, de los nuestros. No como Karla Sofía Gascón, nacida en Alcobendas
Empecé a preguntarme si una gala consiste en ver llorar a gente. ¿Cuántas veces se puede escuchar la palabra "gracias" sin volverse loco? ¿Cuántas madres y hermanos y padres tiene el cine español? ¿No habría nadie que no se acordara de su madre, por un casual? Luego pasa que fue mucha gente a Granada para dar los premios, pues dos personas entregaban cada Goya, salvo el de mejor actriz de reparto, que lo dieron cinco actrices; y son 29 Goyas. ¡Qué manantial humano para un reparto que se podía resolver con SEUR!
No había espectáculo; no había "momentazos". La gala de los Goya estaba completamente muerta. Hasta que llegó el premio a mejor Película Europea, y fue para Emilia Pérez. Si al menos Karla Sofía Gascón hubiera asistido y dicho: "¡Alcobendas!", el sentido del humor la habría salvado.
Desde que en 2019 la Gala de los premios Goya abandonó Madrid, parece haber abandonado también el siglo XXI. Esta trigésimo novena entrega de trofeos empezó en 1982, pues de ese año era la canción que abrió la velada: Bienvenidos, de Miguel Ríos. Había que subrayar que estábamos en Granada, y qué mejor (¿Los Planetas?, ¿Yung Beef?) que un señor de 80 años y una canción de casi cincuenta. Aprovechando que entre los nominados estaba la película Segundo premio, y aprovechando que comparecía otro biopic musical extraordinario, La estrella azul, se decidió llamar a Miguel Ríos. Es tan granadino Miguel Ríos que yo me enteré anoche de que nació en Granada.