Buscaba una tarde unas declaraciones de Juan Gabriel Vásquez, premio Alfaguara de Novela. Le había leído una parrafada donde iba citando novelas y señalando las cosas que había aprendido de ellas. Había aprendido cosas increíbles de los libros, tocantes al amor, por ejemplo, o a la soledad y otros sentimientos. No las encontré, las declaraciones. Así que ha sido una suerte que la instagrammerGuendalina Middei tenga la misma visión de la literatura que un premio Alfaguara.
Guendalina es italiana, del 92, y en redes sociales se presenta como Professor X. Según la editorial que la publica en España, "sus canales se han convertido en puntos de referencia para más de trescientos mil lectores apasionados o intrigados por la literatura". Guendalina primero reunió a trescientas mil personas en su Facebook y luego le publicaron libros. Ya saben que ahora funciona así. Se crean los lectores y luego ya buscas un rato para que lean algo que has escrito.
Algo que ha escrito la influencer se titula Enamorarse de Anna Karénina un sábado por la noche(Ático de los libros). El subtítulo también es largo: "El arte de leer los clásicos en diez breves lecciones". Se aborda la obra de Kafka, Tolstói o Jane Austen.
Cubierta de 'Enamorarse de Anna Karénina un sábado por la noche', de Guendalina Middei.
En la introducción, encontramos afirmaciones como éstas: " Crimen y castigome enseñó a habitar y trascender el dolor"; " El Gatopardo me enseñó que el adversario más importante de nuestra vida se llama tiempo"; " Los Buddenbrookme reveló que el mayor reto es enfrentarse a uno mismo y al peso de los propios sueños"; "Jane Austen me descubrió los secretos del arte de amar"…
Noten por favor que Los Buddenbrook, El gatopardo o incluso la serie McGyver sirven igualmente para afirmar que con ellos aprendiste a "habitar y trascender el dolor". "Habitar y trascender el dolor" te lo enseña hasta una canción de Manolo Escobar. Si te empeñas y te da por ahí, puedes afirmar que literalmente cualquier cosa te enseñó a "habitar y trascender el dolor", aprovechando que nadie sabe qué quiere decir eso.
Si una novela promete aprendizaje, no es literatura, por mucho que venda. Es mala literatura
Idéntica versatilidad encontramos en cualquiera de las demás afirmaciones, perfectamente intercambiables y gratuitas. Miren esta: "De La metamorfosis aprendí que los cambios más difíciles de aceptar no afectan al cuerpo, sino al alma". Por eso están llenas las clínicas de cirugía estética y los divanes, porque a la gente lo que más le cuesta aceptar es su alma borboteante, sí.
Hay un libro infame destinado a niños que se llama El monstruo de colores. Es lo que se conoce como "recursos emocionales para niños". En su despliegue publicitario se apela a los pequeños y a sus padres con esta pregunta: "¿Alguna vez os habéis hecho un lío con vuestras emociones?" Entonces ponen un color a cada emoción (rojo-ira, por ejemplo) y en veinte páginas de colorinches solucionan tus emociones y las de tu madre.
Pues esto de Guendalina es considerar a Kafka, Tolstói o Jane Austen "recursos emocionales para adultos". Son tan primitivos, Tolstoi et alia, que lo que El monstruo de colores te solventa en quince frases y siete manchas cromáticas en ellos necesita ochocientas páginas. ¡Qué pena que Kafka no leyera El monstruo de colores! Habría entendido sus emociones sin tener que pensar en escarabajos.
Cubierta de 'El monstruo de colores'.
Cuando un libro se titula Historia de Francia en el siglo XIX, aprendes historia de Francia en el siglo XIX. Cuando se titulaRojo y negroo Don Quijote de la Mancha, no aprendes nada. Querer dotar a la ficción de una rentabilidad formativa inmediata degrada la literatura, como si fuera un billete de tren hacia alguna parte, un recetario o un botiquín con supositorios y tiritas. La literatura no vale para nada, y por eso es un arte.
Como mucho, una novela puede enseñarte cómo escribir novelas, que en Rusia hace frío y que en Francia también comen magdalenas. Si una novela promete aprendizaje, no es literatura, por mucho que venda. Es mala literatura que necesita reforzar su propuesta con beneficios extemporáneos, como cuando el banco te da sartenes por abrirte una cuenta con ellos. Las sartenes no tienen nada que ver con ser un buen banco. Aprender no tiene nada que ver con disfrutar de los libros de Simenon.
Sin embargo, Guendalina, y parece que también Juan Gabriel Vásquez en la entrevista que no encuentro, detectan en cada libro una enseñanza, además única, negando de paso la polisemia y profundidad de cualquier clásico. Si quiere aprender de amor, lea Romeo y Julieta; si quiere aprender de soledad, lea El extranjero. En realidad es: si quiere una historia de amor, lea Romeo y Julieta, si quiere una historia de soledad, lea El extranjero.
Y si quiere aprender de la vida, salga a la calle sin dinero.
Buscaba una tarde unas declaraciones de Juan Gabriel Vásquez, premio Alfaguara de Novela. Le había leído una parrafada donde iba citando novelas y señalando las cosas que había aprendido de ellas. Había aprendido cosas increíbles de los libros, tocantes al amor, por ejemplo, o a la soledad y otros sentimientos. No las encontré, las declaraciones. Así que ha sido una suerte que la instagrammerGuendalina Middei tenga la misma visión de la literatura que un premio Alfaguara.