Es noticia
Perdedores
  1. Cultura
  2. Rincón de María Trincado
María Trincado

Rincón de María Trincado

Por

Perdedores

Perdedores. Nigel Cawthorne / 352 páginas / 23,90 euros. Comprar libroUna acertada selección de diarios y cartas escritos por soldados alemanes y japoneses durante la II

Foto: Perdedores
Perdedores

Perdedores. Nigel Cawthorne / 352 páginas / 23,90 euros. Comprar libro

Una acertada selección de diarios y cartas escritos por soldados alemanes y japoneses durante la II Guerra Mundial nos permite conocer de primera mano experiencias muy diversas, desde aquellas que nos relatan el inicio de la contienda, como la del berlinés Herbert Otto, “normalmente me despertaba con el sonido de una música suave, pero la mañana del 1 de septiembre de 1939 la música militar inundó mi dormitorio. Pocos minutos después Goebbels, nuestro ministro de propaganda apareció en la radio para comunicar un informe especial…”,  o la euforia que sintieron ante la rápida caída de Francia, como escribe Fritz Mölders, un piloto alemán el 14 de junio de 1940, “ahora tenemos unos días de descanso. No creo que se produzca ningún combate destacable más en Francia. En algunos lugares incluso nos recibieron con flores. La gente celebra que la guerra haya acabado para ellos…”.

“Los nazis empezaron esta guerra con el delirio más bien infantil de que podían bombardear a todo el mundo y que nadie iba a bombardearlos a ellos (…) Sembraron viento y ahora recogerán tempestades”, estas palabras del comandante en jefe del Mando de Bombardeo de la Royal Air Force, sir Arthur “Bomber” Harris, denotan muy bien cómo llegaron a la guerra mucho de los soldados durante la II Guerra Mundial. Como dice el autor del libro, “la mayoría de los soldados en el frente de ambos bandos eran muchachos normales. A todos ellos les habían asegurado que el suyo era el ejército más poderoso; aunque no tardarían en descubrir que se enfrentaban a un enemigo igualmente motivado y a menudo mucho mejor preparado”

Nigel Cawthorne, escritor angloamericano con más de 90 títulos y colaborador de prestigiosos medios, entrelaza habilidosamente en este libro testimonios de “perdedores” extractados de diarios, cartas, interrogatorios, memorias y entrevistas. Va entrelazando así un testimonio con otro, para acabar perfilando un interesantísimo panorama de cómo vivieron la guerra  los que resultaron vencidos.

La primera parte se centra en la guerra en Occidente con el ejército alemán. Es asombroso, por ejemplo, acercarse a  la vida que se hacía en el interior de los submarinos, donde el agua potable era tan escasa que sólo podía usarse para beber y cocinar. “Para mi sorpresa, no tardé mucho en aprender que podíamos apañárnoslas solo con enjuagarnos las manos un par de veces a la semana con agua salada.  A continuación, nos rociábamos la cara con Colonia 4711 y distribuíamos la porquería restante con pomada” -Otto Giesse, veterano de submarino-. A medida que avanza la contienda, no cesan de recrudecerse las condiciones en las que tienen que sobrevivir, como en el caso de los que combatieron en el frente ruso por las extremas temperaturas que sufrieron, “los matorrales (…) habían provocado que la nieve se acumulara de tal modo que la infantería se hundía en ella hasta la altura de las axilas”, -Gustav Hoehne, comandante general de infantería-.

placeholder

La segunda parte desgrana las experiencias  de los soldados japoneses, entre las que produce un doloroso impacto confirmar a través de sus propias palabras la crueldad con que actuaron durante toda la guerra sobre los habitantes de los territorios conquistados y, principalmente, sobre los prisioneros de guerra, brutalmente torturados y maltratados.

Los resultados adversos que fueron cosechando al ir avanzando el conflicto supusieron un considerable cambio de actitud, como se puede constatar por medio de algunos de los textos seleccionados; “durante la campaña de las Filipinas, los hombres estaban ansiosos de convertirse en kamikazes y muchos se presentaban voluntarios. Sentían que morir por Japón era no solo honorable sino también su deber. En la batalla de Okinawa ya se mostraban más reacios a presentarse voluntarios” -capitán Rikihei Inoguchi, instructor de kamikazes-.

Un valiosísimo documento que ayuda a comprender, entre otras cosas, la enorme potencia embaucadora y de falsificación de la realidad que las oficinas de propaganda de ambos gobiernos ejercieron sobre sus súbditos, sin restar un ápice de la responsabilidad individual de cada uno de ellos.

La aproximación a la II Guerra Mundial es inagotable, como ya comentamos al recomendar la magistral síntesis escrita por el profesor Comellas en La guerra civil europea 1914-1945. Y la importancia de la resistencia individual, de la conciencia contra la violencia, en palabras de Stefan Zweig, que dan título a uno de sus ensayos más excelentes, ejemplificada en las memorias del cirujano alemán, Peter Bamm, de servicio en el frente ruso, con el título de La bandera invisible y reseñada en este mismo rincón hace escasas semanas. Por otro lado, también hemos abordado un escenario menos conocido como fue el Shanghai de esos años en la pluma del extraordinario escritor búlgaro Angel Wagenstein en Adiós, Shanghai.

Perdedores. Nigel Cawthorne / 352 páginas / 23,90 euros. Comprar libro