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La primera vuelta al mundo

La primera vuelta al mundo. José Luis Comellas. 224 páginas; 15,00 euros. Comprar libro.La génesis de este estudio es fruto de un hecho casual que no figuraba 

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La primera vuelta al mundo

La génesis de este estudio es fruto de un hecho casual que no figuraba  ni remotamente en los planes del autor. El hecho casual fueron los motivos utilizados en la portada de la Feria de Sevilla en abril de 2011, que conmemoraban la primera vuelta al mundo iniciada y concluida en esta ciudad que se prolongó a lo largo de tres años y treinta días, de 1519 a 1522,  partiendo al mando de Fernando de Magallanes (Portugal 1480-1521)  y al regreso de Juan Sebastián Elcano (España 1476-1526).

Consciente, y sobre todo conocedor, de la amplia bibliografía que el evento ha generado, el profesor Comellas trata de aportar una nueva contribución centrándose en “el estudio de la astronomía, la oceanografía, la cartografía, la meteorología, el régimen de vientos y corrientes, el flujo de la convergencia intertropical, las técnicas de navegación y de determinación de rumbos válidas en la época y hasta la intervención de un factor por mucho tiempo desconocido, el fenómenos de El Niño (ENSO)”. Todo ello unido a las fuentes históricas, permite explicar esta epopeya con mayor claridad, aunque por supuesto persisten algunos misterios hasta el momento inescrutables.

Fernando de Magallanes es descrito como un hombre arrojado, hambriento de hazañas y sobre todo dueño de una voluntad indomable. En 1511 participa en una expedición para la conquista de Malaca, donde encuentran un excelente mercado de especias procedentes de las islas Molucas. Estas islas llegaron a convertirse en una poderosa obsesión para él y cuando perdió la confianza del rey portugués, sin pérdida de tiempo trató de convencer al monarca español, Carlos I, para armar una expedición que pudiese llegar hasta esas islas y transportar a España las especias, tan valoradas y deseadas en su tiempo.

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El soberano español era muy joven, tan solo 17 años, y se siente atraído irresistiblemente hacia la idea de prolongar sus dominios más allá del Nuevo Mundo; en 1518 se firman las capitulaciones que autorizan a Magallanes al mando de una flota a buscar una ruta por el sur de las Indias y dirigirse desde allí a las Molucas. La imprecisión en el conocimiento de las dimensiones del mundo les permite pensar que dichas islas pueden estar situadas en la parte española del mundo, repartido entonces entre las dos potencias navales de la época, portuguesa y española.

Un año después la flota compuesta por cuatro naos y una carabela, con una tripulación a bordo de 235 a 250 hombres zarpa de Sevilla. A partir de aquí  remito al relato del propio historiador, que con inusual pericia aúna rigor, interés y suspense, como ya destaqué al comentar el año pasado su extraordinaria obra La guerra civil europea 1914-1945, para mí de imprescindible lectura. Recuerdo, por ejemplo, que su habilidad narrando y dosificando los hechos era tal que me hacia albergar la ilusión -mientras lo leía- de que finalmente la I Guerra Mundial no tendría lugar.

Resalto a continuación alguna de las ideas impactantes de la obra como la impresionante habilidad de los pilotos para situarse sobre tierras y mares que ni siquiera se conocían, “quizá el más grande logro de aquella empresa y la más grande aportación a la geografía y a la historia fue precisamente el de fijar de un modo muy aceptable las dimensiones del mundo que habitamos y la disposición de tierras y mares”.

Tras arduas y penosas búsquedas de travesías a otro mar a lo largo de la costa atlántica de América del Sur descubren el imponente estrecho de Magallanes, al que dan nombre, convirtiéndose en punto geográfico de excepcional importancia, hasta que en el siglo XX la construcción del canal interoceánico de Panamá, junto al de Suez, consagrará definitivamente la superioridad del hemisferio Norte sobre el Sur.

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Las figuras de Magallanes y Elcano, enfrentadas con frecuencia dado el escaso entendimiento que hubo entre ellos, son absolutamente complementarias y necesarias la una para la otra. “Sin Magallanes, Elcano no hubiera concebido una idea tan quimérica y ambiciosa; sin Elcano la gesta de Magallanes no hubiera pasado de una cita a pie de página (Fitzpatrick)”. Y continúa el autor con esa capacidad de síntesis deslumbrante que le adorna, “no solo descubrieron tierras nuevas, sino mares nuevos, y este hecho ha sido quizá poco resaltado por la Historia de los Descubrimientos. Magallanes descubrió el Pacífico y sus inmensas dimensiones, Elcano descubrió el Indico sur y su infinita soledad”.

El 8 de septiembre de 1522, fiesta de Santa María de la Victoria, la nao Victoria, que lleva su nombre, llega a Sevilla con los supervivientes. A sus espaldas quedan los más de 72.000 kilómetros recorridos y sobre todo ¡haber dado la vuelta al mundo!

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José Luis Comellas es un maestro, muy ajeno a la letra con sangre entra; más bien es un prodigioso divulgador, capaz de enardecer a los lectores sea cual sea el tema que aborde, entre sus muchas especialidades. Animo, pues, a entregarse a la lectura del libro para conocer los derroteros de esta aventura inimaginable; especialmente los amantes del mar, de la navegación, del clima, de la geografía, de la aventura se sentirán gratificados y enriquecidos por esta obra. Solo echo de menos un apéndice bibliográfico como es usual, si bien es verdad que a lo largo del ensayo se cita profusamente las aportaciones de otros especialistas.

La génesis de este estudio es fruto de un hecho casual que no figuraba  ni remotamente en los planes del autor. El hecho casual fueron los motivos utilizados en la portada de la Feria de Sevilla en abril de 2011, que conmemoraban la primera vuelta al mundo iniciada y concluida en esta ciudad que se prolongó a lo largo de tres años y treinta días, de 1519 a 1522,  partiendo al mando de Fernando de Magallanes (Portugal 1480-1521)  y al regreso de Juan Sebastián Elcano (España 1476-1526).