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Remo. Ya sabía yo que en avión era más fácil...
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María Trincado

Rincón de María Trincado

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Remo. Ya sabía yo que en avión era más fácil...

Remo. Ya sabía yo que en avión era más fácil... Pedro Ripol Sampol. 248 páginas; 19.90 euros. Comprar libro.Me atraía poderosamente ese título y esa foto, no

El autor, que es uno de los dos tripulantes que coronó con éxito semejante proeza en una barca de apenas 7 metros de eslora, se sirve de todo el material que fue escribiendo durante la travesía y de los correos electrónicos que enviaba y recibía, por lo que el texto rebosa  color y frescura.

El 7 de octubre de 2001 zarpa desde Tenerife, en las islas Canarias, la segunda regata transoceánica “Atlántico a remo 2001” hasta las Islas Barbados, en las Pequeñas Antillas del Caribe. Participan 36 embarcaciones de diferentes países, compuestas de dos tripulantes cada una. La representación española va a bordo de la Martha Dos con Pedro Ripol y Pancho Korff. Se trata de una regata en solitario, donde cualquier tipo de asistencia o ayuda externa –incluido el suministro de comida y bebida- supone la inmediata descalificación.

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Por delante una travesía interminable de 2.835 millas náuticas, 5.250 kilómetros. La empresa británica de aventuras Challenge Business International Limited, organizadora de la regata, solo cuenta con dos veleros para socorrer a los participantes. Verdaderamente un desafío en el que los recursos físicos y mentales de los remeros pueden verse al límite.

Atrás quedan dos intensos años de preparativos físicos, anímicos, intelectuales, materiales, de búsqueda de patrocinadores, de aparejamiento  de la nave, recibida desde unos astilleros ingleses con el casco pelado. Y siempre contando con el entusiasmo contagioso de Anne Goulden,  la impulsora de esta locura con fines benéficos a favor de San Lázaro-Amor a los niños, que trata de ayudar a los afectados por parálisis cerebral. Junto a muchos otros profesionales, que desinteresadamente  les brindaron su conocimiento y experiencia.

La lectura me ha resultado entretenida e interesante en todo momento, con la inmediatez necesaria para hacerte vivir la aventura junto a ellos; a lo que contribuyen las 32 páginas llenas de fotografías y el encabezamiento de cada capítulo con los datos sucintos de rumbo, millas, viento, tiempo y un mapa esquemático de su situación en el océano.

 La primera vuelta al mundo, aparecido este invierno y comentado en este mismo lugar. Ya que, como bien destaca Pedro Ripol, utilizan las rutas abiertas por los pilotos españoles desde la primera travesía de Colón.

En definitiva, una lectura más que recomendable para todo tipo de público, que ayuda a evadirse un poco de la fatiga diaria, pero también a renovar las fuerzas en la capacidad del ser humano, a darle importancia a las cosas verdaderas, entre ellas escuchar a tu corazón y dejarte llevar por él para alcanzar lo imposible.

El autor, que es uno de los dos tripulantes que coronó con éxito semejante proeza en una barca de apenas 7 metros de eslora, se sirve de todo el material que fue escribiendo durante la travesía y de los correos electrónicos que enviaba y recibía, por lo que el texto rebosa  color y frescura.