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Madres egoístas, madres insumisas, malas madres... feliz día
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Henar Álvarez

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Madres egoístas, madres insumisas, malas madres... feliz día

El cine está plagado de mamás perfectas, auténticos pilares familiares -y subalternos- pero un puñado de filmes de visión obligatoria nos presenta a las imperfectas, las de verdad

Foto: 'Evolution', de Lucile Hadzihalilovic
'Evolution', de Lucile Hadzihalilovic

En el Día de la Madre es difícil olvidar los pechos soberbios de la estanquera de 'Amarcord'. Es imborrable la escena en que esa mujer voluptuosa, como decía Sade, se saca una teta gigante del sujetador, agarra de la nuca a un chaval de unos nueve años, le mete el pezón en la boca y, entre gemidos, le recrimina: “¡Tienes que chupar, estúpido! ¿Pero qué haces?” No se me ocurre mejor ejemplo para mostrar el ideal de mujer que el cine, y el arte en general, ha ido construyendo en las últimas décadas.

Una mujer maternal -la escena recuerda al acto de amamantar-, tremendamente sexual e independiente, con un trabajo que no vaya a cambiar el mundo pero que le reporte un sueldito. La mirada masculina, sexista y dominante en lo audiovisual, relegó a la mujer al plano de lo privado en la gran pantalla y, aunque la sociedad avanza, en términos cinematográficos no hemos mejorado lo suficiente desde los tiempos de Fellini.

Por comentar algún ejemplo reciente, 'Moonlight' y 'La la land', la Mejor Película en los últimos Oscar y la que partía como favorita, olvidan que somos algo más que el pilar sobre el que asentar una estructura familiar tradicional. En el musical de Damien Chazelle se relaciona el éxito de la mujer con la maternidad. Aunque la historia se presentaba como una fábula sobre la superación y el coste que conlleva alcanzar las metas personales, aunque Emma Stone soñaba con llenar los patios de butacas de los mejores cines, al final aparece en escena ataviada con un vestido caro, abriendo la puerta de una enorme mansión y cogiendo en brazos a un bebé.

Ser madre, tu verdadero papel

Hasta ese momento, creí que su personaje quería ser actriz y no Isabel Preysler. Podríamos haberla visto recogiendo un oscar, en el estreno de alguna película o algún acto que estuviera directamente relacionado con su profesión, pero no. La vemos con marido -uno bueno, con cuenta bancaria solvente y boyante- y con un hijo. En 'Moonlight', el protagonista sufre las consecuencias de tener una madre hedonista, pero recibe con agrado los cuidados de otra cariñosa, tolerante y comprensiva que le salva de una adolescencia tortuosa.

Da igual los estudios que tengas, tu puesto de trabajo, la experiencia o los conocimientos: se te cataloga como buena o mala madre

Da igual los estudios que tengas, tu puesto de trabajo, la experiencia o los conocimientos que hayas adquirido a lo largo de tu existencia. En la vida como en el cine, a las mujeres se las cataloga como buenas o malas madres, en mujeres que quieren tener hijos o no. Todos los días son el día de la madre, porque todos los días la publicidad, las noticias, las películas, las series, tus compañeros de trabajo, amigos y familiares te recuerdan cuál es tu verdadero y fundamental objetivo en la vida. Por cierto, estupendo este tuit de Nacho Vigalondo:

Aun es tabú reconocer que un hijo no tiene por qué ser el centro de la vida de una mujer. Este año hemos presenciado en redes el linchamiento a Samanta Villar o a la cantante Soraya por subir una foto a IG en la que comentaba que había salido a cenar con su pareja. Es cierto que las representaciones culturales de un arquetipo no generan desigualdades pero sí ayudan a construir nuevas realidades. Los medios de comunicación y artísticos tienen cierta responsabilidad en la manera de plasmarlos porque consiguen legitimizar situaciones. La cuestión es que cuando son ellas quienes dirigen películas relacionadas con la maternidad, la forma de abordar el tema es completamente diferente. No juzgan el modo de comportarse del personaje o su estilo de vida, sino que profundizan en cómo les afecta tener un hijo o muestran la realidad del proceso de gestación, parto y crianza.

Parir en cuclillas

Estando embarazada una amiga me envió un enlace a un corto de Iciar Bollain que es una crítica punzante sobre la excesiva medicalización e instrumentalización del parto. Ya la postura en que nos colocan es una absurdez. Las mujeres occidentales no paríamos tumbadas, lo hacíamos en cuclillas, sentadas o de pie hasta que el rey Luis XIV de Francia decidió que quería presenciar el nacimiento de sus hijos. Los médicos descubrieron que esta nueva posición era, además, tremendamente cómoda para ellos. Las consecuencias llegaron en forma de fórceps, ventosas o espátulas. ¿Imagináis que nos obligaran a defecar tumbados? Seguramente tendrían que acabar inventando herramientas para vaciarnos el estómago y, como indica el título del corto de la directora madrileña, sería 'Por tu bien'.

Once años tardó Lucile Hadzihalilovic en sacar adelante 'Evolution' (2015), su segundo largometraje y una incontestable obra maestra. Precisamente a causa de esta conversión del parto en operación médica, un grupo de mujeres se exilia a una isla en la que embarazan niños varones para mantener la especie. De vez cuando revisionan juntas partos por cesárea, seguramente con la intención de recordar la barbarie a la que fueron sometidas y alimentar el resentimiento. Solo así podrán seguir viviendo libres, aun a costa del sufrimiento de otros.

Hay muchos motivos por los que un embarazo se tuerza o te afecte psicológicamente; ¿por qué una mujer no puede ser egoísta?

Aunque nos repiten sin cesar que el embarazo es uno de los momentos más felices en la vida de una mujer, no todas pensamos lo mismo y no debería pasar nada por verbalizarlo. La actriz Alice Lowe se ha estrenado en la dirección con 'Prevenge' (2016). Ella misma interpreta a una embarazada que escucha como su bebé le insta para que asesine a los culpables de la muerte de su padre. Y es que pueden ser muchos los motivos por los que un embarazo se tuerza o te afecte psicológicamente, desde que te joda no beber y fumar, engordar treinta kilos o que te provoque diabetes -¿por qué una mujer no puede ser egoísta?-, pasando por que le diagnostiquen al feto alguna enfermedad, hasta que el padre sufra un accidente y te quedes sola. No lo sé. Hay miles de supuestos. Que solo se retrate una imagen edulcorada de este proceso genera una espantosa frustración a quien no se ciñe al canon impuesto culturalmente.

En la línea de 'Prevenge', pero con el niño ya crecido, se encuentra la estupenda 'Babadook' (2014), la cinta de terror australiana dirigida por Jennifer Kent. La película es una alegoría sobre la culpabilidad que siente Amelia (Essie Davis) por desear que, en el accidente de tráfico que sufrió su familia de camino al parto, hubiera muerto el niño y no el padre. “Cuanto más lo niegues, más fuerte me haré” le repite el monstruo que es en realidad ella misma. Este sentimiento de culpa aparece también en la madre de la familia de 'The box', de la directora canadiense Jovanka Vuckovic, y que es el primer cortometraje de los cuatro que forman la película 'XX' (2017). La protagonista ha delegado el cuidado de la familia en su marido y atiende al proceso de degeneración que empiezan a sufrir en forma de huelga de hambre. En sueños, se ve a sí misma siendo la cena, devorada por su marido e hijos. Parece que ellos solo están bien si, literalmente, le chupan la sangre.

¿Cómo será mi hijo?

Ahora que soy madre pienso con frecuencia en si mi hijo me caerá bien cuando sea mayor. En cómo reaccionaría si me enterara de que pega a sus compañeros de clase o si con la edad se convirtiera en un hijo de la gran puta, porque todo esto puede pasar. La directora Lynne Ramsay adaptó al cine 'Tenemos que hablar de Kevin' (2011), la novela epistolar que Lionel Shriver publicó en 2003. La llegada de Kevin (Ezra Miller) genera una brecha en el matrimonio de Eva (Tilda Swinton). El chico presenta rasgos psicóticos desde niño pero el padre no quiere verlo y la culpa a ella de no entender a su hijo. La tragedia no había hecho más que empezar.

Y hablando de tragedias, la llegada de Trump al poder es un verdadero peligro para los derechos conquistados de la mujer occidental. De momento, en Texas se estudia una ley que permitiría a los médicos mentir a las mujeres gestantes sobre malformaciones en sus fetos para evitar abortos. El debate sobre una ley que permita en nuestro país contratar vientres de alquiler protagoniza mesas políticas y artículos en los medios de comunicación, todos sabemos que es cuestión de tiempo que se apruebe. Ante este panorama, 'El cuento de la criada' de Margaret Atwood ha vuelto a ocupar las estanterías de las librerías y acaba de llegar a HBO en formato serie. Da miedo. Da miedo porque se siente real. En la novela, EEUU se convierte en una teocracia radical que relega a las mujeres a servir a los hombres, bien como esposas, criadas, marthas o tías. Las criadas son simples vientres de alquiler que ni siquiera tienen nombre.

En 'El cuento de la criada' EEUU se convierte en una teocracia radical que relega a las mujeres a servir a los hombres

Otro título que en su día me llamó mucho la atención, es 'Party girl' (2014). La película cuenta con dos directoras, Marie Amachoukeli - Barsacq y Claire Burger, y un director, Samuel Theis. Los tres son los hijos, en la realidad y en la ficción, de Angélique Litzenburger, la protagonista. Más que un film, 'Party girl' es una catarsis regeneradora. La historia que cuentan es real. Los hijos de Angelique decidieron lleva al cine la vida de su madre, una stripper sexagenaria que quiere retirarse de las escenarios para contraer matrimonio. El resultado es fantástico. Más allá de la anécdota de que todo el reparto son los protagonistas en la vida real, ni siquiera cambian sus nombres, es estupendo ver como los directores presentan a su progenitora como una mujer libre que toma sus propias decisiones, por cuestionables que resulten de cara a la galería.

Quiero celebrar el Día de la Madre, claro que sí, pero preferiría hacerlo en unas circunstancias en la que esa condición no nos aboque a dobles jornadas - la laboral y la doméstica-. Que no se utilice para colocarnos etiquetas que nos enfrenten entre nosotras, para cuestionar nuestra vida privada o nos aleje de nuestra profesión. Cineastas, hombres y mujeres: ayudadnos a conseguirlo.

En el Día de la Madre es difícil olvidar los pechos soberbios de la estanquera de 'Amarcord'. Es imborrable la escena en que esa mujer voluptuosa, como decía Sade, se saca una teta gigante del sujetador, agarra de la nuca a un chaval de unos nueve años, le mete el pezón en la boca y, entre gemidos, le recrimina: “¡Tienes que chupar, estúpido! ¿Pero qué haces?” No se me ocurre mejor ejemplo para mostrar el ideal de mujer que el cine, y el arte en general, ha ido construyendo en las últimas décadas.

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