Es noticia
Bisexuales en las series de televisión: hay que probarlo todo
  1. Televisión
  2. Series
Henar Álvarez

Chanquete ha muerto

Por

Bisexuales en las series de televisión: hay que probarlo todo

Las series americanas van por delante. Parte de su éxito reside en que arriesgan con temas que no tienen cabida en la parrilla habitual. Gracias a ellas, la bisexualidad está dejando de ser tabú

Foto: Escena de 'Gypsy'
Escena de 'Gypsy'

La bisexualidad se sigue ligando al vicio, al morbo, a la curiosidad y al libertinaje. Al guarreo, hablando en plata, que por otra parte también está muy bien. Es difícil asimilar el concepto en un mundo que se empeña en organizarnos por etiquetas, que exige a las personas que se definan para poder situarlas en el cajón adecuado. La bisexualidad se sale de nuestro entendimiento porque quienes se definen como tal no cumplen un canon. No existe un standard para esta orientación sexual y eso es lo que la hace tan compleja.

Foto: Anna Biller Opinión

Puede gustarte más un género que otro, puedes querer tener relaciones emocionales con uno de ellos pero físicas con ambos o sentir exactamente la misma atracción por unos que por otros. Es complicado y poco o nada tratado en televisión, será por eso que algunas de las últimas series americanas se han lanzado al lado oscuro de la psicología y las relaciones personales para indagar en el intercambio de fluidos entre personas, sean del género que sean.

El tropiezo de Naomi Watts

La relación entre los personajes de Jean y Sidney en 'Gypsy', la serie de Netflix dirigida por Sam Taylor-Johnson, debió de ser lo que empujó a Naomi Watts a aceptar el papel protagonista. Y digo esto porque inexplicablemente -teniendo en cuenta reparto, directora y presupuesto- es lo único destacable. Watts Interpreta a Jean Holloway, una psicóloga que se inmiscuye en la vida de sus pacientes hasta el punto de establecer una relación con la exnovia de uno de ellos. Sobre el papel la idea es atractiva e interesante, eso no lo niego. Además, soy consciente de que este tipo de conflictos rara vez suelen recaer en personajes femeninos: es una profesional con vida propia al margen de su familia. Experimenta los límites del bien y el mal y, al menos aparentemente, no siente ningún tipo de culpabilidad o remordimiento. Su familia no es algo por lo que deba perder su identidad. Precisamente, eso es lo que hace a través de sus pacientes: explorar su yo más profundo, identificar sus miedos y sus limitaciones como ser emocional.

Es una lástima que las tramas no tengan ni pizca de interés, el personaje y Naomi Watts lo merecían. Las modas a veces funcionan como grietas que nos permiten romper con estereotipos o tendencias absurdas e injustas. Después de que Nicole Kidman interpretara, por fin, a una mujer de su edad en 'Big Little Lies' y el éxito de crítica y público que obtuvo la miniserie, era el momento perfecto para no relegar al ostracismo a otras actrices adultas y consagradas y colocarlas en el lugar que se merecen: los escenarios. En el show bussines -y más siendo mujer mayor de cuarenta años- cualquier tropiezo puede ser último. Sí, es cierto que Watts forma parte del elenco de la tercera temporada de Twin Peaks, pero el papel es poco o nada relevante. Cierto es que la apuesta de Showtime no se caracteriza precisamente por contar con personajes femeninos destacables - ¡con lo que tú has sido, David Lynch! - pero aun así, el director podría haberse mostrado más generoso y dibujarle un papel con más enjundia que el de la esposa coñazo de uno de los doppelgänger del Agente Cooper.

Jill Soloway for president

Quien tiene una mano especial para construir personajes que den visibilidad a otras realidades es Jill Soloway. La showrunner americana, y actualmente una de mis personas favoritas del mundo, también ha reservado un espacio para la bisexualidad en sus trabajos. La amalgama de orientaciones sexuales que uno encuentra en la familia en la ficción de Jeffrey Tambor, protagonista de 'Transparent' –padre trans, hijae hijo pansexuales, hija bisexual, madre heterosexual- puede restar credibilidad al conjunto de la serie y hacer que el espectador lo reciba como una parodia y no como una comedia, lo admito. Pero lo cierto es que si estudiamos los personajes uno a uno, podamos identificarlos con realidades cercanas a la nuestra.

Sarah (Amy Landecker), la hija mayor de Maura (Jeffrey Tambor), rompe su matrimonio y comienza una relación con otra mujer. Reconoce que no es lesbiana, pero que tampoco es la primera vez que se siente atraída por una persona de su mismo género. Es habitual en bisexuales haber enterrado/escondido la atracción que deja patente que son diferentes a la mayoría y que les obliga a dar explicaciones. El paso del tiempo es implacable y la cabra tira al monte, que dice el dicho. Las dudas, los recuerdos de besos furtivos en el colegio o el calentón que, en principio, no venía a cuento en el instituto, patean la conciencia y obligan a asumir tu identidad. Sarah, a lo largo de la primera temporada se muestra aturdida y confundida. No sabe quien es y rebusca, incluso, entre la marihuana y el sadomasoquismo. Hacerse cargo de su sexualidad es el primer paso para comenzar a quererse.

Es habitual en bisexuales enterrar la atracción que deja patente que son diferentes a la mayoría y que les obliga a dar explicaciones

En el capítulo 5 de 'I Love Dick', probablemente una de las piezas audiovisuales más destacables del año, los personajes de la serie -todos mujeres- relatan mirando a cámara como descubrieron el deseo. El personaje de Kathryn Hahn, la prota, explica que “en el instituto quería follar con quien fuera, hombre o mujer, pero nadie me tomó la palabra”. También que ella y una amiga se propusieron acostarse con una estrella de rock y que cuando encontraron una, le pidieron que se lo hiciera como si fueran una sola. Él, la estrella, las describió como raras. Pero no eran raras -quizá algo extravagantes-, eran bisexuales. La elegancia y la absoluta normalidad con que salen las palabras de las bocas de los personajes de Soloway es un canto a la igualdad.

Hombres bisexuales ¿Poco machotes?

No cuenta con ese decoro el trío protagonista de 'Tú, yo y ella' y, aunque es en el poliamor en lo que pone el foco esta serie, la bisexualidad también está ahí. Tras años de matrimonio, Jack (Greg Poehler) y Emma (Rachel Blanchard) han perdido el mojo. Él, hastiado de la abstinencia, decide contar con los servicios de una scort (Priscilla Faia) que terminará siendo el aliciente físico y emocional de la pareja. Tanto Jack como su esposa se han enamorado de ella pero no están dispuestos a renunciar a su relación. Algo en esta serie, que trata el tema con mucho humor y en solo treinta minutos por capítulo, me retrae a una idea algo casposa de la bisexualidad en la que es a la mujer a quien se le permite este desliz sin resultar un atentado ni a su feminidad ni a los pilares de la sociedad tradicional.

Los tríos con dos mujeres son una fantasía recurrente del género masculino –y una horterada, como dice un amigo mío– y es por ello, en pro de satisfacer el deseo de los hombres, que están bastante aceptados. Sin embargo, si fuera al revés y hablásemos de tríos con dos maromos o de bisexualidad masculina, al confidente se le situaría automáticamente en la acera contraria. La sombra de la duda planearía sobre él, su masculinidad se habría quebrado sin remedio y el oyente pensaría que la bisexualidad es una excusa cutre para sacar una primera pierna del armario.

En 'American Gods, una serie con la que mantengo una relación de amor-odio que me impide avanzar todo los rápido que acostumbro, también hay un personaje que, como me ocurre con la serie, tampoco sé si me gusta o no. Ella es Bilquis (Yetide Badaki), una antigua diosa que trabaja como prostituta y que engulle por el coño a sus amantes, hombres y mujeres. No tengo claro si me gusta porque no termino de entender que es lo que representa o el mensaje que quieren dar con sus actos. No llego a vislumbrar si nos encontramos ante una burda metáfora sobre como las mujeres obtienen poder en la sociedad. Tendré que avanzar o leer la novela de Neil Gaiman para poder emitir un veredicto definitivo.

Sea como fuere, se agradecen las apuestas por personajes y caracteres diferentes. Guionistas y gentes de la profesión: el relato de la historia de amor romántico heterosexual está agotado. Si se os ocurre alguna otra fantástica idea que encaje en los parámetros de lo de siempre, hacednos un favor y pasad palabra.

La bisexualidad se sigue ligando al vicio, al morbo, a la curiosidad y al libertinaje. Al guarreo, hablando en plata, que por otra parte también está muy bien. Es difícil asimilar el concepto en un mundo que se empeña en organizarnos por etiquetas, que exige a las personas que se definan para poder situarlas en el cajón adecuado. La bisexualidad se sale de nuestro entendimiento porque quienes se definen como tal no cumplen un canon. No existe un standard para esta orientación sexual y eso es lo que la hace tan compleja.

El redactor recomienda