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'Internet y el nuevo periodismo', la docuserie de Netflix que blanquea los nuevos medios
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Marta Medina

Chanquete ha muerto

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'Internet y el nuevo periodismo', la docuserie de Netflix que blanquea los nuevos medios

En sus ocho capítulos (de momento), la producción documental abre las puertas de la redacción de 'BuzzFeed' y muestra la forma de trabajar de sus periodistas

Foto: Scaachi Koul es redactora de 'Buzzfeed' en Canadá y una de las protagonistas de 'Internet y el nuevo periodismo'. (Netflix)
Scaachi Koul es redactora de 'Buzzfeed' en Canadá y una de las protagonistas de 'Internet y el nuevo periodismo'. (Netflix)

Dicen que el periodismo ha muerto, como también dicen que lo ha hecho el punk y Dios. Si no murió con la última crisis económica global —a la que hay que añadir la propia crisis del sector, que busca desesperadamente adaptarse a internet y encontrar un modelo para monetizar de la mejor forma posible sus contenidos—, podría pensarse que, al menos, está moribunda. Recientemente, en Madrid hubo una huelga de repartidores de prensa por la que los kioskos se quedaron sin periódicos y nadie se enteró. Los portales de información se dan de codazos para quedarse con su trozo del pastel en una fiesta en la que mandan la publicidad, que cada vez se paga más barata, y la gratuidad de los contenidos.

La Federación de Asociaciones de Periodistas de España manda comunicados y se reúne con los ministros de turno mientras las grandes cabeceras suman EREs —en 2015 un informe cuantificó los trabajadores despedidos en 11.225 y más de 100 medios cerrados desde 2008, y lo que habrá pasado en estos últimos tres años— e intentan mantener la independencia que les queda de los poderes fácticos y las Administraciones, y los periodistas se enfrentan a una precarización de los salarios y las condiciones laborales, sin entrar en el trabajo no remunerado —ejem, 'Vavel', ejem— o los falsos autónomos. La FAPE informó este jueves de que la mitad de los colaboradores autónomos cobra por debajo de los 1.000 euros aunque se le exige estar disponible 24/7. En otro informe reciente, CNT recoge las tarifas por pieza de colaborador —escrita, no cárnica— de distintos medios, que van desde los 5 euros por noticia de Efe hasta los 100 euros de otros medios españoles, como El Confidencial, 'El Español', 'Tintalibre' y 'El Correo'. Aparte de que los colaboradores no suelen publicar diariamente.

Resumen: la precarización es un problema aquí y en la China popular, que diría aquel. Bueno, aunque China no sea el ejemplo idóneo, la realidad es que el periodismo pasa por horas bajas a nivel global.

Pero dejémonos las venas largas: no es de nada de esto de lo que habla 'Internet y el nuevo periodismo' ('Follow This'), la serie documental de Netflix de ocho capítulos de menos de 20 minutos y producida por BuzzFeed en la que el portal estadounidense de noticias y contenidos virales abre las puertas de su forma de entender el negocio y la profesión en sí. Para algo acumuló 65.000 millones de reproducciones de vídeo en Facebook y YouTube y consiguió unos beneficios de en torno a los 240 millones de euros. A las 17:22 del viernes, la portada de 'BuzzFeed' consistía en: una noticia sobre un blog que ha llamado "ojos de culo" al novio de Ariana Grande, una lista sobre treinta cosas que "te harán decir '¡Sácame una foto, maldita sea!'", una lista de "las 19 modas nuevas que deberías conocer" y un artículo sobre las pullas que le ha lanzado Donald Trump al fiscal General de Estados Unidos Jeff Sessions en Twitter. Pero 'Internet y el nuevo periodismo' tampoco habla de esto.

placeholder Una imagen de la redacción de BuzzFeed según aparece en 'Internet y los nuevos medios'. (Netflix)
Una imagen de la redacción de BuzzFeed según aparece en 'Internet y los nuevos medios'. (Netflix)

No, la nueva serie de Netflix ofrece la cara más aseadita del periodismo digital de 'BuzzFeed': en sus ocho capítulos sigue a diferentes redactores en su periplo por llegar a la noticia. Y aunque los primeros capítulos de 'Internet y el nuevo periodismo' apuntan a una serie superficial y autocomplaciente construida a base de anecdotillas y curiosidades, la producción acaba tomando cuerpo a partir del tercer episodio, dedicado a la intersexualidad. La docuserie en ningún momento habla de los sueldos o las condiciones laborales de los trabajadores —un punto difícil de obviar en un trabajo sobre 'nuevo periodismo'—, pero todos los protagonistas son jóvenes y enrollados y dinámicos y están muy comprometidos con las luchas identitarias y los derechos de las minorías y los grupos más marginales.

El nuevo periodismo del que habla la serie es humano y empírico, y apuesta por enfoques con un punto de vista individual muy marcado

El nuevo periodismo del que habla la producción de Netflix es humano y empírico, y apuesta por enfoques con un punto de vista individual muy marcado aunque también acude a fuentes implicadas y que busca un impacto positivo en la sociedad. Son reportajes en profundidad en los que el periodista intenta confrontar los puntos de vista del mayor número de agentes implicados en la materia, tanto los que se ven beneficiados por los cambios sociales o legislativos investicados como aquellos a los que les perjudican. Desde las demandas del colectivo de trabajadoras sexuales de Estados Unidos hasta los retos a los que se enfrenta el sector en relación a las nuevas tecnologías, las noticias falsas y el descrédito frente a los lectores.

Pero también habla de fenómenos como "los susurradores de Internet", que son youtubers que se graban tocando cosas y grabando susurros y caricias frente a la cámara para crear "orgasmos cerebrales" y excitar a sus seguidores con estímulos visuales y auditivos, o el de los preparacionistas afroamericanos, un grupo de gente que se prepara para un hipotético cataclismo aprendiendo a utilizar armas y a sobrevivir rudimentariamente en caso de que desaparezca el orden social y las administraciones. Hay que "saber protegerse a uno mismo", aducen.

placeholder Bim Adewuni, una periodista inglesa que trabaja en 'BuzzFeed' en Estados Unidos, vive la experiencia de los 'preparacionistas'. (Netflix)
Bim Adewuni, una periodista inglesa que trabaja en 'BuzzFeed' en Estados Unidos, vive la experiencia de los 'preparacionistas'. (Netflix)

"La cultura está determinada por internet", explica la periodista Scaachi Koul, de 'BuzzFeed' Canadá. "Creo que internet proporciona una comunidad que no existiría normalmente", aunque como 'contraprestación' los periodistas de los medios digitales también han de soportar las iras de los 'trolls' y los nazis. Koul enseña algunos de los mensajes que le han enviado a través de Twitter: "Me encantaría romperte esa cara gorda y estúpida con un martillo" y "cállate, zorra" son algunas de las perlas. Incluso se reúne con Karen Straughan, una activista del movimiento MRA (por los derechos de los hombres), que la había insultado por defender el feminismo. Finalmente, para confeccionar su artículo sobre los derechos de los hombres, Koul contrapone el mensaje de estos voceros que "culpan de sus problemas a las mujeres" para centrarse en la labor de iniciativas como Paige Flink —un refugio para hombres víctimas de la violencia doméstica— y ManKind Project, una asociación que apoya emocional y psicológicamente a hombres y los capacita para "que sean la mejor versión posible de sí mismos" y curar "la masculinidad [tóxica] para no tener por ahí tantos hombres heridos causando estragos para la sociedad". Ni una ni otra han recibido ayuda económica de estos gurús de la MRA.

Koul contrapone el mensaje de estos voceras que "culpan de sus problemas a las mujeres" para centrarse en la labor de iniciativas como Paige Flink

También resulta interesante la reflexión sobre cómo el nuevo periodismo puede afectar en la sociedad y fomentar cambios reales a nivel legislativo que tienen un impacto directo en el día a día de los colectivos más vulnerables. Como es el caso, por ejemplo, del trabajo periodístico de Juliane Löffler, especializada en temas LGTB y redactora de 'BuzzFeed' en Berlín. En su artículo sobre la posible aprobación de una ley en Alemania que reconocería legalmente la intersexualidad como el tercer sexo, Löffler entrevista a personas intersexuales, médicos y familiares e, incluso, a la ministra de Justicia alemana, Katarina Barley.

placeholder Hombres en el grupo de apoyo ManKind. (Netflix)
Hombres en el grupo de apoyo ManKind. (Netflix)

Lynn, una persona intersexual víctima de la castración prescriptiva en su infancia, cuenta su testimonio: "Lo que hicieron fue quitarme los testículos y los ovarios, cortaron el pene y con la piel que sobraba construyeron unos labios vaginales. Siete operaciones con dos años", lamenta. Y pide que paren las castraciones "porque es violencia". Y si por un lado una de las médicos entrevistadas asegura que en "entre un 50% y un 70% de los casos" los pacientes "están contentos con el resultado", la ministra de Justicia está a favor de implementar la prohibición de las operaciones porque la reasignación a través de la cirugía "tiene su origen en el Tercer Reich". "No era así en el pasado", añade, y asegura que en la antigüedad los intersexuales estaban aceptados y formaban parte de la sociedad.

Azeen Ghorayshi visita en Toronto (Canadá) Insite, el primer espacio seguro para inyectarse drogas ilegales de Norteamérica

Por su parte, la periodista Azeen Ghorayshi visita en Toronto (Canadá) Insite, el primer espacio seguro para inyectarse drogas ilegales de Norteamérica, un precedente para que Seattle apruebe o no una ley que permita la creación de estos espacios en la ciudad estadounidense. En el lugar hay profesionales de la medicina preparados para atender una sobredosis y las condiciones de limpieza y salubridad son mejores que cualquier callejón de mala muerte. Desde su creación en 2003 ha recibido 3,6 millones de visitas y revertido 6440 sobredosis y no ha muerto ni una sola persona. Los usuarios de estros centros "tienen entre 30-35% más de posibilidades de desintoxicarse", revela su impulsor.

placeholder El periodista sigue los movimientos de las trabajadoras sexuales en contra del SESTA y el FOSTA. (Netflix)
El periodista sigue los movimientos de las trabajadoras sexuales en contra del SESTA y el FOSTA. (Netflix)

John Stanton, uno de los periodistas más veteranos que aparecen en el documental, sigue por su parte la lucha de trabajadoras sexuales de Estados Unidos contra la aplicación de las leyes SESTA y FOSTA, que prohiben la publicidad de servicios sexuales en las redes y los equiparan a la trata de personas con fines de explotación sexual. Stanton escucha a una trabajadora que desde que le cerraron las páginas en las que se publicitaba ha perdido el 70% de los clientes y ahora se arriesga a atender las peticiones de desconocidos llevando una navaja y un espray de pimienta en el bolso por si acaso, pero también a una víctima de la trata con la que sus explotadores hicieron negocio a través de las mismas páginas.

Katie Krausz vio cómo una fotografía manipulada de su cara pegada al cuerpo desnudo de otra mujer fue subida a internet para escarnio público

Por último, el redactor Charlie Warzel, especializado en denunciar el lado más oscuro de internet, como el acoso en línea o las noticias falsas, reflexiona sobre la crisis de credibilidad de los medios —tanto tradicionales como no— con la llegada de las nuevas tecnologías y cómo la sociedad puede enfrentarse a la posibilidad de que en un futuro próximo no sea fácil distinguir un vídeo o un audio falso y, por ende, una noticia falsa. "La tecnología es tan nueva que no se puede monitorizar lo frecuentes que son ni lo que está creciendo" el fenómeno de las 'fake news'. "Creo que en el último año estamos viendo cada vez más el comienzo de lo que podría ser ese futuro". Warzel visita los estudios de John Knoll, responsable de los efectos especiales de 'Star Wars', y uno de los encargados de 'devolver a la vida' digitalmente a Peter Cushing, muerto en 1994, en la película 'Rogue One', estrenada en 2016. También Pinscreen, la compañía de Hao Li, que puede reconstruir un modelo digital en movimiento de una cara cualquiera a través de una foto. Y también recoge el testimonio de Katie Krausz, una mujer que vio cómo una fotografía manipulada de su cara pegada al cuerpo desnudo de otra mujer fue subida a internet para escarnio público.

placeholder El redactor prueba a convertirse en un Trump de pega. (Netflix)
El redactor prueba a convertirse en un Trump de pega. (Netflix)

Aviv Ovadya, licenciado en el MIT, alerta cómo las nuevas tecnologías están utilizándose para desinformar. "Sólo hará falta un par de grandes 'hoaxes' para convencer al público de que nada es real". ¿Qué pasará cuando estas tecnologías se democraticen y lleguen a manos de personas sin escrúpulos? ¿Cuántos de ustedes han compartido una noticia que no es cierta o caído en la trampa de dar credibilidad a un fotomontaje? "¿Qué pasará cuando ya no podamos fiarnos de lo que vemos ni oímos?", cierra 'Internet y el nuevo periodismo', un mejunje no demasiado realista —en una modesta opinión— en la que se hace un repaso superficial —20 minutos tampoco dan para mucho— de lo mejor y lo peor de los nuevos medios de comunicación, aunque sin hacer autocrítica ni hablar del propio sector y eso, señores de 'BuzzFeed', es trampa.

Dicen que el periodismo ha muerto, como también dicen que lo ha hecho el punk y Dios. Si no murió con la última crisis económica global —a la que hay que añadir la propia crisis del sector, que busca desesperadamente adaptarse a internet y encontrar un modelo para monetizar de la mejor forma posible sus contenidos—, podría pensarse que, al menos, está moribunda. Recientemente, en Madrid hubo una huelga de repartidores de prensa por la que los kioskos se quedaron sin periódicos y nadie se enteró. Los portales de información se dan de codazos para quedarse con su trozo del pastel en una fiesta en la que mandan la publicidad, que cada vez se paga más barata, y la gratuidad de los contenidos.

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