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Frank Underwood y la 'realpolitik'
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Aloña Fernández Larrechi

Desde Melmac

Por
Aloña Fernández Larrechi

Frank Underwood y la 'realpolitik'

Netflix estrena este viernes la tercera temporada de 'House of Cards'

A pesar de que la cuota política televisiva recomendable para cualquier ser humano está más que cubierta con noticias sobre corrupciones varias, declaraciones contradictorias y debates de medio pelo, en los próximos días regresa el cargo político televisivo más relevante de las dos últimas temporadas, y no, no me refiero a Pablo Iglesias.

Porque, aunque se trate de una invención creada por Michael Dobbs y adaptada por Beau Willimon para Netflix, Frank Underwood es en House of Cards el político más atractivo e interesante que en la actualidad podemos encontrar la pequeña pantalla. Y también el más temible.

Si por algo se ha caracterizado en las dos temporadas emitidas el personaje interpretado por Kevin Spacey, ha sido por su capacidad para maquinar contra sus enemigos, su obstinación a la hora de alcanzar sus metas y su falta de escrúpulos para conseguirlo. Con el paso de los capítulos resulta imposible no preguntarse si en la difícil personalidad del protagonista, o en su forma de moverse en la sombra mientras otros desgastan su imagen, hay algo de los políticos de carne y hueso que, ahora o antes, manejan los hilos del Gobierno.

Y es que el que comenzó siendo un hombre con grandes planes que fingía conformarse con su puesto de jefe de la Mayoría en la Cámara de Representantes terminó convirtiéndose al final de la segunda temporada en el 46º presidente de los Estados Unidos.

Tal y como es costumbre en la plataforma, Netflix no ha dado a conocer detalles sobre la tercera temporada, que estará a disposición de sus usuarios a partir del 27 de febrero, y un día después, en versión original, será emitida en España por Canal + Series. Sin embargo, como si se tratase de una burla del destino, hace unas semanas buena parte de los nuevos capítulos estuvieron a disposición de los usuarios durante apenas media hora por culpa de una filtración informática.

This is Washington. There's always a leak. All 13 episodes will launch February 27.

Esa inesperada intromisión, que la cuenta de Twitter de la serie resolvió comentando “Esto es Washington. Siempre hay una filtración”, ha permitido conocer a partir de las sinopsis de los capítulos las claves de la nueva entrega de House of Cards. Rusia y Oriente Medio estarán muy presentes en la política internacional del nuevo presidente, y en el plano nacional, Underwood encontrará un nuevo proyecto con el que seguir alcanzando sus ansias de poder. Pero también deberá afrontar inesperados retos que servirán para medir la solidez de su Gobierno.

Además, en la vida de Frank, seguirán jugando un papel muy importante tanto el periodismo como su querida esposa Claire. Aunque a la vista de uno de los adelantos de los nuevos capítulos, su acompasada relación comienza a sufrir las secuelas del poder.

Frank Underwood y la política en el mundo real

La complicidad entre la política 'verdadera' y la ficción creada por Beau Willimon, una constante a lo largo de las dos temporadas de la serie, no es casual. En 1998, el dramaturgo trabajó como voluntario en la campaña del aspirante a senador Charles Schumer, una labor que repitió en elecciones posteriores con otros candidatos.

Cuatro años después de su última experiencia política, Willimon estrenó su primera obra de teatro, Farragut North, que en 2011 llegó a los cines con el título de Los idus de marzo. Para crear la historia del idealista Stephen Meyers y el gobernador demócrata Mike Morris, el creador se inspiró en sus vivencias durante la campaña en la que trabajó para Howard Dean, que en 2004 fue derrotado por John Kerry en la carrera demócrata por la presidencia.

Cuando se pregunta a Willimon por las musas que le ayudaron a crear a Frank Underwood, el guionista no es muy amigo de dar nombres, aunque sí ha reconocido haber encontrado en Lyndon B. Johnson, al que llama “maestro maquiavélico” un personaje en el que inspirarse a la hora de escribir. Además de compartir orígenes sureños con Underwood, Johnson es recordado como un hombre pragmático, que se decantaba por las opciones más provechosas en cada momento. Una política de la realidad, o realpolitik, que propuso el propio Maquiavelo, que promueve y ejercita Underwood y que busca las acciones beneficiosas, sin tener en cuenta motivaciones éticas o filosóficas.

La decisión de China de no censurar 'House of Cards' se atribuye a la mala imagen que difunde la serie de Estados Unidos y de la democracia como sistema

Pero la curiosidad en torno a las personalidades que han dado lugar a Underwood ha dado pie a conjeturas que, apoyadas en hechos históricos, evidencian las semejanzas entre el rol interpretado por Kevin Spacey y las carreras presidenciales de los sucesores de Johnson: Nixon y Ford.

El mandatario caído en desgracia pasó buena parte de su presidencia persiguiendo a sus adversarios, una leyenda que tomó cuerpo en la investigación del Watergate, donde se hizo pública su lista de enemigos. Por su parte, Ford es el único presidente en la Historia del país que ha ocupado el cargo sin ganar unas elecciones, curiosamente, nueve meses después de sustituir al primer vicepresidente elegido por Nixon, que fue acusado de aceptar sobornos. En cuestiones de velocidad y oportunismo a la hora de ocupar un cargo, las meteóricas carreras de Underwood y Ford han seguido caminos idénticos.

La tormentosa relación con China y Rusia

Sin embargo, el vínculo de House Of Cards con la política trasciende la propia serie, y un par de poderosos Gobiernos han visto como la ficción se colaba en su agenda política. Curiosamente ambos países, China y Rusia, han formado parte de la trama de la serie.

En el país dirigido por Xi Jinping el régimen no censuró la serie, a pesar de que la imagen que en la segunda temporada se ofrecía de China no era especialmente agraciada. Las razones de este sorprendente privilegio se encontraban, según el Washington Post, en la afición que varios líderes del país tienen por House of Cards, y en la imagen que ofrece del Gobierno estadounidense, donde la corrupción y la tiranía campan a sus anchas.

Algunos encuentran la justificación un poco más lejos, y señalan la necesidad del régimen chino de encontrar cualquier medio para desacreditar la democracia y el bipartidismo en sí mismos.

Rusia se negó a ceder las instalaciones para el rodaje, alegando la necesidad de mantener la sala disponible por si se desataba una crisis internacional

Por su parte, la delegación rusa en las Naciones Unidas rechazó en el mes de julio la petición de la productora de grabar dos episodios en las instalaciones del Consejo de Seguridad del organismo. Los representantes del Gobierno de Putin (se desconoce si sabían que el país formaría parte de la ficción en los nuevos episodios) justificaron su veto excusándose en la necesidad de mantener la sala disponible por si se desataba una crisis internacional.

A pesar de la recomendación de Ban Ki-moon de permitir la grabación con el fin de publicitar el organismo y el compromiso de la productora de grabar las escenas en horario nocturno y durante el mes de agosto, la negativa rusa llevó a la ONU a poner a su disposición otras ubicaciones dentro de sus instalaciones.

Con China utilizando la serie a su antojo y Rusia tomándose demasiadas molestias por un simple rodaje, resulta curioso comprobar cómo un producto supuestamente ficticio también preocupa en la política del día a día. La misma que satiriza la serie a lo largo de todo su metraje. Porque quizá, como dice su creador, “la política es teatro, un negocio en el que la percepción es la realidad”.

A pesar de que la cuota política televisiva recomendable para cualquier ser humano está más que cubierta con noticias sobre corrupciones varias, declaraciones contradictorias y debates de medio pelo, en los próximos días regresa el cargo político televisivo más relevante de las dos últimas temporadas, y no, no me refiero a Pablo Iglesias.