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Cinco viajes en el tiempo para el futuro del Ministerio
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Aloña Fernández Larrechi

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Aloña Fernández Larrechi

Cinco viajes en el tiempo para el futuro del Ministerio

La serie de TVE es un interesante y curioso relato de la historia de España. Proponemos a sus creadores cinco nuevos itinerarios espaciotemporales

Foto: 'El Ministerio del Tiempo'
'El Ministerio del Tiempo'

Debo confesar que, desde que 'El Ministerio del Tiempo' llegó a Televisión Española, mi interés por la historia de España ha aumentado notablemente. Mis conocimientos también. Porque puede que la serie de los hermanos Olivares no sea la forma más académica de conocer los momentos más trascendentales y los personajes que han hecho de nuestro país lo que es, pero ayuda. Y además lo hace de una manera tan atractiva e interesante que resulta difícil resistirse a la posibilidad de, tras una simple consulta en internet, conocer más y mejor aquello que acaban de contarnos en la pequeña pantalla. A través de una serie de aventuras, la televisión consigue lo que los libros de textos o los sacrificados profesores no han logrado durante décadas: que queramos saber más del General Spínola o de María Pita, que veamos con otros ojos las pinturas de Velázquez o que, al menos, nos planteemos acercarnos a las obras de Lope de Vega.

Son muchos los que cada lunes, tras la emisión del episodio de rigor, sufren un arrebato culturizador. Y aunque lo deseable sería un decreto ley que obligase a “ministerizar” la historia completa de España, nos podríamos conformar con que Televisión Española conceda una tercera temporada a 'El Ministerio del Tiempo'. Por su faceta educativa, sí, pero también por muchas razones más. Con esa esperanza, y aunque el equipo de guionistas de la serie ha demostrado que tiene imaginación de sobra, me he tomado la libertad de fantasear con algunos momentos y personajes que me gustaría conocer un poco mejor gracias a Amelia, Alonso y Pacino. Y a Julián, si es que decide volver.

Tráiler de la Segunda Temporada de 'El Ministerio del Tiempo'

1. El 23-F al estilo '24'

En los últimos 35 años se ha relatado de muchas formas el Golpe de Estado de Tejero. Pero el espectador agradecería una visión mucho más atractiva de unos hechos que, año tras año, los medios de comunicación repasan como si se tratase del “día de la marmota.” Qué mejor forma de dársela que convirtiendo el 23 de febrero en un relato cargado de acción y suspense en el que, precisamente, el tiempo juegue en contra de los protagonistas. El interés de Javier Olivares por variar los géneros narrativos en cada episodio, ha acrecentado el valor de la serie y dotar a 'El Ministerio del Tiempo' de los elementos que convirtieron la producción protagonizada por Kieffer Sutherland, '24', en una referencia del género de acción, puede ser un experimento tan extraño como sugerente.

Dotar a 'El Ministerio del Tiempo' de los elementos que convirtieron a '24', en una referencia del género de acción, puede ser tan extraño como sugerente

Para que la patrulla viaje a 1981 cualquier excusa es buena. Desde la obligación de cambiar las balas de Tejero por unas de fogueo porque el techo del Congreso no resiste el paso del tiempo, hasta una indisposición del Director Gral. de la Guardia Civil Aramburu Topete, que le impedirá reunirse, poco antes de la medianoche, con el golpista. Como personajes secundarios, estaría bien saber un poco más del valiente Alcalá Galiano, del fotógrafo Manuel Hernández o de alguno de los funcionarios del Congreso. Y de paso explicar la razón por la que podemos encontrar en los archivos confidenciales del Ministerio a Irene Larra tan cerca de Tejero.

2. La pionera Colombine

Es de agradecer el interés que los creadores de la serie por hacer de los roles femeninos personajes diversos, complejos y atractivos. Amelia Folch, Irene Larra o Angustias son mujeres con personalidad, con sus defectos y sus virtudes, pero con iniciativa propia y capacidad de mando. Algo que a veces resulta tan extraño para la ficción televisiva como para Alonso de Entrerríos. Pero en lo que respecta a los personajes históricos, la presencia femenina es menor que la masculina. Para mejorarla, y acompañar a mujeres como Isabel II o María Pita, podría resultar interesante acercarse a la figura de Carmen de Burgos.

Nacida en 1867 en Rodalquilar Carmen de Burgos fue, como lo es Amelia Folch, poco amiga de las convenciones de la época. Tras un traumático matrimonio se mudó a Guadalajara en 1901 para ejercer como maestra. Pero su verdadero interés residía en la escritura, y un año después comenzó a colaborar con La Correspondencia de España. En 1903 se convirtió en la primera mujer redactora de un periódico, El Diario Universal, y de allí también salió el pseudónimo con el que pasaría a la historia, Colombine. Carmen, que frecuentaba los círculos literarios madrileños, escribía sobre temas domésticos o de belleza, pero también sobre las condiciones de las mujeres obreras o la emancipación femenina. Unos intereses que, con el paso del tiempo, hicieron de ella una de las figuras más importantes del feminismo español.

En 1909 fue la primera mujer corresponsal de guerra. Su apoyo al divorcio y sus ideas políticas le convirtieron en una personalidad incómoda para los conservadores, que se esforzaron por desdibujar su papel en la historia incluso después de su muerte (1932). Es cierto que el Ministerio no está para cambiar estas injusticias, pero también lo es que De Burgos bien merece recuperar, aunque sólo sea durante un capítulo, su relevancia en la historia.

3. El (pos)romántico Bécquer

Entre las cualidades más llamativas de los personajes históricos que aparecen en 'El Ministerio del Tiempo' se encuentran, y bien lo sabe Julián, las dotes conquistadoras de Lope de Vega. Sin embargo, los manuales escolares de literatura ofrecían una imagen muy diferente del escritor madrileño (obviamente), y las adolescentes otorgábamos el rol sensiblero de la historia a uno de los máximos representantes nacionales de la poesía posromántica, Gustavo Adolfo Bécquer. El escritor sevillano, autor de 'Rimas y Leyendas', no dejó la numerosa descendencia de Lope de Vega, pero sí disfrutó de una azarosa vida sentimental.

El escritor sevillano, autor de 'Rimas y Leyendas', no dejó la numerosa descendencia de Lope de Vega, pero sí disfrutó de una azarosa vida sentimental

Según recoge la historia, hacia 1858 Bécquer tuvo varias musas, entre las que se encontraba la cantante de ópera Julia Espín. Tras diversos desengaños, el escritor terminaría casándose tres años después con Casta Esteban y Navarro, que le abandonaría en 1868. Esa década fue su época más fructífera, aunque en el momento de su muerte, dos años después, apenas gozaba de reconocimiento alguno. Fue su amigo, el pintor José Casado del Alisal, el encargado de proponer a su círculo más cercano que costeasen la publicación de las obras de Bécquer, y a quien se atribuye por tanto el mérito de que llegasen a nuestros días. A modo de homenaje a las creaciones del escritor, podría hacerse de las dudas de sus compañeros ante la propuesta de financiación un relato de terror al estilo de sus leyendas. O de sus escarceos amorosos una melodrama romántico, donde la pasión y el sufrimiento vayan de la mano.

4. El héroe llamado Don Pelayo

La Alta Edad Media es una época que últimamente funciona muy bien en las series de televisión y 'The Last Kingdom' o 'Vikingos' están ahí para corroborarlo. Sin embargo, supongo que por cuestiones de presupuesto, es una momento histórico que aunque abarca del siglo V al XV se ha utilizado poco en la serie, únicamente en el primer capítulo de la segunda temporada. El protagonista del episodio fue una de las figuras nacionales más relevantes de la época, el Cid, tan importante en el devenir de nuestro país como otro de los personajes de la época, Don Pelayo.

El primer Rey de Asturias pasó a la historia como el primer héroe de la Reconquista, y como tal fue mitificado y celebrado hasta la extenuación. Como sucede con otros héroes coetáneos, resulta difícil distinguir qué hechos corresponden a la leyenda y cuales a la realidad, y prueba de ello son, por ejemplo, las diferentes versiones que existen entorno al papel de su hermana Ermesinda. Una mujer que según algunas fuentes, se convirtió en el capricho de Munuza, el gobernador musulmán de la región asturiana. Un atrevimiento que no sentó bien a Pelayo, y que pudo ser la mecha del inicio de la resistencia que lideraba y el comienzo del fin del dominio musulmán.

5. Ramón y Cajal, el científico honesto

placeholder Santiago Ramón y Cajal
Santiago Ramón y Cajal

El médico natural de Petilla de Aragón estuvo, entre 1873 y 1875, destinado en Cuba como capitán médico de las tropas coloniales. En 1883 se convirtió en catedrático de la Universidad de Valencia, ciudad en la que resultó esencial en la lucha contra la epidemia de cólera que sufrió dos años más tarde. Cinco años después sus investigaciones experimentaron avances fundamentales y en 1889 asistió a un congreso en Alemania que le convertiría en una referencia mundial en el campo de la neurociencia.

La azarosa vida del científico y su fascinante personalidad harían de él un personaje histórico ideal para 'El Ministerio del Tiempo'

Una carrera intensa y llena de momentos trascendentales que sin duda merecen ser preservados por los funcionarios del ministerio, ya sea asegurando su presencia en Valencia, garantizando su acceso a los escasos microscopios de la época o facilitando su viaje hasta Berlín. Que de ahí igual no sale un procedimental médico, porque Cajal era más de investigar que de pasar consulta, pero ya nos ha enseñado 'The Knick' que la medicina serializada además de adictiva también puede ser interesante, atractiva y pedagógica.

Debo confesar que, desde que 'El Ministerio del Tiempo' llegó a Televisión Española, mi interés por la historia de España ha aumentado notablemente. Mis conocimientos también. Porque puede que la serie de los hermanos Olivares no sea la forma más académica de conocer los momentos más trascendentales y los personajes que han hecho de nuestro país lo que es, pero ayuda. Y además lo hace de una manera tan atractiva e interesante que resulta difícil resistirse a la posibilidad de, tras una simple consulta en internet, conocer más y mejor aquello que acaban de contarnos en la pequeña pantalla. A través de una serie de aventuras, la televisión consigue lo que los libros de textos o los sacrificados profesores no han logrado durante décadas: que queramos saber más del General Spínola o de María Pita, que veamos con otros ojos las pinturas de Velázquez o que, al menos, nos planteemos acercarnos a las obras de Lope de Vega.

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