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'Una serie de catastróficas desdichas', al gran estreno de Netflix de 2017 le falta ritmo
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Aloña Fernández Larrechi

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Aloña Fernández Larrechi

'Una serie de catastróficas desdichas', al gran estreno de Netflix de 2017 le falta ritmo

La plataforma de streaming estrena una nueva adaptación de la saga literaria de Daniel Handler

Foto: Lemony Snicket y los huérfanos Baudelaire en una imagen promocional de 'Una serie de Catastróficas Desdichas'
Lemony Snicket y los huérfanos Baudelaire en una imagen promocional de 'Una serie de Catastróficas Desdichas'

“Si les interesan las historias con finales felices, entonces les convendría ver otra cosa. Esta historia no tiene final feliz, ni principio feliz, ni muchas cosas felices en el medio. Mi nombre es Lemony Snicket. Es mi deber solemne sacar a la luz la penosa historia de los niños Baudelaire, tal y como sucedió hace muchos años. Pero ustedes, el público, no tienen tal obligación, y les aconsejaría a todos que se alejaran de inmediato y viesen algo más agradable. Esta historia será espantosa, lúgubre y calamitosa, una palabra que aquí significa “espantosa y lúgubre”. Eso se debe a que no sucedieron muchas cosas felices en la vida de los Baudelaire”.

Foto: Netflix (Reuters)

Este desalentador arranque corresponde a los primeros minutos de ‘Una serie de catastróficas desdichas’, la nueva producción de Netflix que mañana estrena la compañía. Con una primera temporada compuesta por ocho episodios, la producción adapta la saga literaria que el escritor californiano Daniel Handler escribió entre 1999 y 2006. Trece libros, de los cuales sólo los cuatro primeros serán trasladados a la pantalla en la primera entrega. Uno más de los que, en 2004, adaptó la película protagonizada por Jim Carrey, ‘Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket’.

Tráiler de la serie de Netflix 'Una serie de catastróficas desdichas'

El largometraje, que recaudó 209 millones de dólares a nivel mundial, fue dirigido por Brad Silberling, después de Barry Sonenfeld abandonase el proyecto alegando problemas con el presupuesto. Pero el director de ‘La Familia Adams’ o ‘Men In Black’ se debió de quedar con una espina clavada, ya que es el encargado de dirigir los ocho episodios de la serie de Netflix, adaptados para la ocasión por el propio Daniel Handler. Y protagonizados por los jóvenes Malina Weissman, Louis Hynes y Presley Smith, junto a la estrella televisiva Neil Patrick Harris (‘Cómo conocí a vuestra madre).

La preocupación de Snicket: los Baudelaire

A pesar de que en muchos momentos es irreconocible, Harris es el encargado de ponerse en la piel del Conde Olaf, el malvado personaje que se cruza en el camino de Violet, Klaus y Sunny, los hermanos Baudelaire. Los mismos a los que alude Lemony Snicket al comienzo de la serie, poco antes de adentrarse en la primera de sus desgracias, cuando pierden a sus padres en un pavoroso incendio. La curiosa acepción que el Sr. Poe hace del término “pariente más cercano” provoca que los Baudelaire terminen en la mansión del Conde Olaf. Un lugar lleno de suciedad y mugre en el que deberán trabajar para poder optar al lujo de dormir en una (única) cama.


La brillantez inventiva de Violet, la inteligencia y los conocimientos de Klaus, y los colmillos de Sunny, son los atributos con los que los hermanos deberán combatir la mente perversa del conde. Egocéntrico y despiadado, este actor de medio pelo que se rodea de un grupo de seres peculiares estará dispuesto a todo para hacerse con la herencia que los Baudelaire dejaron a sus hijos. Andanzas descabelladas que llegan a la audiencia gracias a la investigación emprendida por Lemony Snicket. Amante del lenguaje y el humor sutil, Snicket se toma muy en serio su labor narrativa a pesar del surrealismo de los hechos que describe. E insiste, quizá demasiado, en el infortunio de los protagonistas de sus historias.

Para Violet, Klaus y Sunny, el momento en el que se convirtieron en huérfanos fue el mismo en el que el malvado Conde Olaf llegó a sus vidas sin ninguna intención de marcharse. En algún momento los hermanos Baudelaire conseguirán que tenga un papel menos importante en sus vidas, pero nunca dejará de intentar volver a ellas. Aunque sea disfrazado con ridículos atuendos que no impedirán que le reconozcan. Sin embargo, su desdichado destino no deja de ponerles a cargo de adultos algo despistados y estúpidos. Un infortunio que les impide escapar del continuo peligro que supone el conde.

Vídeo de presentación del Conde Olaf

Detalles contra ritmo

‘Una serie de catastróficas desdichas’ es uno de los estrenos más importantes del año para Netflix. Como tal, nos encontramos una producción cuidada y estéticamente impecable. Y como cabría esperar, ya que Handler es el creador de los personajes, traslada el universo de los Baudelaire con todo lujo de detalles. Una posibilidad que ya querrían muchas creaciones que nacen a partir de la literatura pero que, en este caso, puede terminar siendo un arma de doble filo.

Es indiscutible que, artísticamente, Handler es el más indicado para llevar a la pantalla su propia creación. Pero no termina de convencerme que haya sido la mejor elección para condensar sus propios libros en un número determinado de episodios. Ni si el número es el indicado. Tampoco puedo evitar preguntarme si, a pesar de la desdichada desgracia de los Baudelaire, no habría sido más interesante llevarla al género de la comedia. Aunque sea negra. Porque sin dejar de parecerme una historia simpática que insiste en dejar a los adultos como seres estúpidos o malvados a través de tres niños poco infantiles, se me ha hecho larga. Y eso que de los cuatro primeros capítulos, sólo uno llega a la hora.

Entre las licencias que se ha permitido el autor con su propia obra, se encuentran las brevísimas apariciones de unos personajes muy importantes en la vida de los jóvenes hermanos Baudelaire. Y una ruptura de la cuarta pared, con Neil Patrick Harris en la piel del Conde Olaf preguntándole al espectador por las bondades de disfrutar del ocio audiovisual en casa, y lo estúpido de ir al cine. Aunque habrá quien lo confunda con publicidad encubierta.

Quienes no tendrán dudas de lo que están viendo serán los amantes de la creación literaria original del escritor californiano, para los que muy probablemente no existan problemas de ritmo y sólo tengan ojos para la calidad de la adaptación. Los ajenos, pero amantes de las series de televisión, tienen por delante ocho episodios con una historia que será, y avisados están, “espantosa, lúgubre y calamitosa”. Quizá la narración más adecuada para enfrentarnos con alegría al próximo lunes. Una jornada que algunos denominan “el día más triste del año”. Hasta en eso piensa Netflix.

“Si les interesan las historias con finales felices, entonces les convendría ver otra cosa. Esta historia no tiene final feliz, ni principio feliz, ni muchas cosas felices en el medio. Mi nombre es Lemony Snicket. Es mi deber solemne sacar a la luz la penosa historia de los niños Baudelaire, tal y como sucedió hace muchos años. Pero ustedes, el público, no tienen tal obligación, y les aconsejaría a todos que se alejaran de inmediato y viesen algo más agradable. Esta historia será espantosa, lúgubre y calamitosa, una palabra que aquí significa “espantosa y lúgubre”. Eso se debe a que no sucedieron muchas cosas felices en la vida de los Baudelaire”.

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