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Cinco claves para reconocer una buena serie y sobrevivir al comienzo de la temporada
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Aloña Fernández Larrechi

Desde Melmac

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Aloña Fernández Larrechi

Cinco claves para reconocer una buena serie y sobrevivir al comienzo de la temporada

La oferta de ficción audiovisual crece pero el tiempo del que disponemos los espectadores no es infinito y requiere ciertas pautas para aprovechar nuestros momentos de ocio

Foto: Imagen de la apertura de 'Juego de Tronos'.
Imagen de la apertura de 'Juego de Tronos'.

Durante los próximos siete días llegarán a la parrilla televisiva norteamericana una decena de estrenos que, unidos a la treintena de regresos, hacen de la pequeña pantalla un lugar en el que se impone la necesidad de establecer prioridades a la hora de disfrutar de la ficción. Solo en la temporada 2016-2017 el aficionado a las series de televisión tuvo al alcance de su mando 450 producciones. Una cifra inabarcable que, además de reflejar cierta saturación de mercado, evidencia la frustración que siente cualquier espectador cuando trata de sumar una nueva creación a su agenda de visionados. Es (literalmente) imposible verlo todo. Aunque tampoco es necesario.

La aparición de las plataformas de streaming, su creciente oferta o la apuesta por la ficción serializada de todo tipo de canales convencionales, son algunos de los culpables de la sobreproducción televisiva. Esa que hace que perdamos días de nuestra vida en el catálogo de Netflix, tratando de decidir qué vemos. Afortunadamente, el exceso de oferta es imperfecto y algunas producciones nos permiten descubrir que no son la serie que nos cambiará la existencia sin invertir demasiado tiempo en ello. Series que, en algún inesperado momento le parecieron una buena idea a los directivos de la cadena, pero que sobre la pantalla son un desperdicio de recursos y, tal vez, talento.

Para distinguir esos ejemplares tan defectuosos que no merecen ni esperar al (recomendado) cuarto episodio, es importante prestar atención a algunas claves que resultan determinantes a la hora de construir el éxito o el fracaso de una serie. Pequeñas pistas que nos ayudarán a responder a la pregunta obligatoria tras cada nuevo piloto: ¿merece esta producción un minuto más de mi tiempo? Y si la respuesta es afirmativa, ¿por qué?

La cabecera, primera impresión

El universo de los créditos de las series de televisión es un mundo complejo y heterogéneo en el que conviven las breves cortinillas de las comedias con las aperturas de grandes dramas, que son por sí solos una obra de arte. Y aunque hay excelentes series con introducciones ridículas, como ‘Perdidos’, también hay producciones terribles cuyo arranque agrada al espectador. Otras están a un nivel superior, y como saben los seguidores de 'Juego de Tronos', incluso pueden contener algunas de las claves que marcarán el episodio que vamos a ver.

Por todo esto, aunque sólo ocupan unos segundos de la producción, la apertura de una serie es tan importante como la historia que cuenta. Por lo que hay que prestar atención a la apariencia, las preferencias cromáticas y la extensión de la pieza que debe definir el espíritu de la serie. Aunque más importante que esos detalles es la elección musical, que en ocasiones perjudica, por cansina, a la producción. El tema que acompañe las imágenes deberá seguir la línea del resto de la ambientación musical o, por lo menos, no desentonar con la misma ni con la propia producción. Algo que puede parecer obvio pero que no es fácil de llevar a cabo.

La ambientación de la historia

Tanto si se trata de una superproducción histórica que recrea Nueva York, como si es una humilde sit-com rodada en un estudio de Los Ángeles, la producción debe cumplir con un mínimo de requisitos que le añadan interés. ¿Es una producción de ciencia-ficción que utiliza unos cromas propios de una televisión local? ¿El decorador del salón en el que transcurre buena parte de la serie tiene algún problema con los colores ácidos? Si alguna de las respuestas es afirmativa, es probable que la producción termine perdiéndose en los días menos propicios de la parrilla, como el viernes, o sufra una cancelación en diferido, como acostumbran a hacer últimamente las cadenas norteamericanas.

Una mala ambientación, que no esté acorde con lo que pretende contar, o simplemente no resulte agradable, puede ser síntoma de otros males, como una premisa confusa, una historia poco original o una propuesta que no se parece en nada a lo que la cadena había anunciado. Aunque también hay series, como ‘Pure Genius’, que lo dan todo en los decorados y la ambientación de la historia, y luego naufragan en todo lo demás.

Hablando se entiende la serie

Las conversaciones de los personajes son una parte fundamental en la narrativa de la serie, ya que debe ofrecer buena parte de la información que recibe el espectador sobre la historia que ve. Parece algo muy básico, pero encontrar el equilibrio entre la sobreinformación y las líneas de diálogo triviales es una tarea compleja. Porque también es importante que, en el caso de los dramas, la producción sea capaz de ser elocuente también en los silencios.

En lo que respecta a las comedias, el intercambio de frases entre los personajes revela el tipo de humor al que la serie va a recurrir para entretener a la audiencia. Y no es lo mismo una broma machista, o un pedo, que una rebuscada referencia cultural que, sin duda, llevará la producción a otro nivel. Creaciones como ‘Día a Día’ o ‘Mom’ demuestran además que es posible reírse de lo cotidiano sin ser obscenos ni simples, teniendo la capacidad de reírse de uno mismo sin mofarse.

Lo que te quieren contar

A mí me gustan las series de médicos, de policías y de abogados como la que más. Pero a la vista del momento que vive el mercado televisivo, y con cuatrocientas series para elegir, hay que ser selectivo incluso a la hora de decantarse por un procedimental. Para conseguirlo, la propuesta deberá ser lo más novedosa posible, pero también congruente con sus aspiraciones. No sirve de nada ofrecer un nuevo giro de tuerca al médico con problemas para relacionarse con la sociedad, si luego se termina cayendo en desenlaces previsibles o desarrollos tramposos. Algo en lo que cayeron numerosas producciones en la última temporada, como 'Conviction', 'Notorious' o 'Bull'. Una situación muy parecida viven las sit-coms, a las que como mínimo hay que exigir que se preocupen por temáticas actuales que ofrezcan nuevos aires a la mecánica de la comedia de sobra conocida.

En el caso de los dramas y las comedias de autor, su primera necesidad es lograr atraer al espectador con su propuesta. Ya sea porque va dirigida a un nicho muy concreto, porque narre una historia tan desconocida como atractiva, o porque plantee una nueva encarnación del mal, el espectador debe sentir al final de cada episodio que quiere saber más del tipo al que acaba de conocer. O si como sucedía con las fracasadas azafatas de ‘Pan Am’, prefiere que se pierdan en un puente aéreo a seguir viéndolas sufrir en una historia llena de tópicos y diálogos absurdos.

Delante y detrás de las cámaras

Los guionistas no son los únicos culpables de que un personaje no interese a la audiencia, y las interpretaciones también juegan un papel importante. La impostura, la sobreactuación o la falta de química entre parejas protagonistas se han llevado por delante numerosas producciones. Y para percibirlo es cierto que suele ser necesario invertir más de un episodio. Aunque también hay comedias, como ‘Rob’ o ‘Man With a Plan’ que desde su arranque no dejan lugar a dudas e invitan a abandonarlas. O dramas de acción en los que poco importa que la estrella de turno no sepa expresar ningún tipo de sentimiento si en las escenas de acción se luce como nadie. Otro caso es el de ‘Iron Fist’, en el que a juzgar por las críticas su actor principal no contaba con ninguno de estos requisitos.

En lo que respecta al conjunto del elenco, la reunión de nombres que el equipo de casting consiga para la producción será determinante para el interés de la audiencia. Pero una buena alineación de estrellas del cine o la televisión no asegura que el resultado sea de la calidad esperada. E incluso puede jugar en su contra. Sobre el papel, series como 'Hostages', 'Alcatraz' o '666 Park Avenue', con grandes nombres en su reparto, estaban destinadas a aportar algo más a la ficción audiovisual. Pero ni su trabajo interpretativo ni las tramas fueron capaces de hacer de estas series algo más que un pasatiempo. Otras como ‘Crisis in Six Scenes’ o ‘Vinyl’ demuestran además que el aval de un autor (o varios) de renombre no garantiza que la producción se parezca en algo a sus creaciones previas. Así que conviene tener la vista y el oído bien calibrados y observar con atención los primeros momentos de los que, tal vez, sea nuestra nueva serie favorita. Pero no nos encariñemos demasiado pronto, que será por series.

Durante los próximos siete días llegarán a la parrilla televisiva norteamericana una decena de estrenos que, unidos a la treintena de regresos, hacen de la pequeña pantalla un lugar en el que se impone la necesidad de establecer prioridades a la hora de disfrutar de la ficción. Solo en la temporada 2016-2017 el aficionado a las series de televisión tuvo al alcance de su mando 450 producciones. Una cifra inabarcable que, además de reflejar cierta saturación de mercado, evidencia la frustración que siente cualquier espectador cuando trata de sumar una nueva creación a su agenda de visionados. Es (literalmente) imposible verlo todo. Aunque tampoco es necesario.