Es noticia
Por qué Cecilia sigue viva 40 años después de su muerte
  1. Cultura
  2. Tribuna
Jose Madrid

Tribuna

Por

Por qué Cecilia sigue viva 40 años después de su muerte

Este 2 de agosto hace ya 40 años que un accidente de tráfico acabó con la vida de aquella chica de 27 años, de aspecto tímido, que sorprendió a la España del tardofranquismo con sus composiciones

Foto: Cecilia en una imagen de archivo
Cecilia en una imagen de archivo

"Está entre esa mitad de españoles compatriotas que nació cuando Cecilia ya no estaba con nosotros. Y sin embargo, la quiere". Esta frase referida a mí la escribió José Ramón Pardo en el prólogo de un libro que escribí y en el que, además de materializar un sueño de la adolescencia, traté de rendir homenaje a la que para muchos ha sido la mejor cantautora que ha dado la música de este, un país de olvidos rápidos y estrellas fugaces. La de ella lo fue, aunque solo fuese porque es la única española que pertenece a ese luctuoso 'club de los 27' debido a su temprano fallecimiento. Este 2 de agosto hace ya 40 años que un accidente de tráfico acabó con la vida de aquella chica de 27 años, de aspecto tímido, que sorprendió a la España del tardofranquismo con sus composiciones críticas y naturalistas y con esa voz entre dulce y desgarrada.

Recordarla en estas líneas para 'El Confidencial' es tarea difícil por las explicaciones que conlleva. Si José Ramón Pardo tenía claro por qué alguien tan joven como un servidor había escrito una biografía sobre una persona que murió años antes de que él existiese, esto no ha sido tan evidente para todo el mundo. A lo largo de estos años poca gente se ha ahorrado el calificativo de 'nostálgico' a la hora de definirme. Otra se ha muerto de extrañeza al ver cómo alguien de otra generación se podía identificar con aquella hija de diplomático que cantó y compuso 'Un ramito de violetas', 'Mi querida España', 'Dama, dama' o la irónica y genial (mi favorita) 'Me quedaré soltera'.

Ya explicaba Alaska en una excelente entrevista para este mismo medio que una cosa es la nostalgia y otra muy distinta la cultura. Pero quizá la recuperación de Cecilia por parte de una generación más joven resulte tan anómala por la misma razón por la cual todo lo que coincidió en el tiempo con aquellos grises años de dictadura se desprecia automáticamente; por lo que se considera trasnochado de manera injusta. Probablemente, por la misma razón por la que muchas de las piedras angulares de nuestra cultura permanecen en el más injusto de los olvidos, barridos por la mercantilista furia de lo nuevo o lo vendible. O, probablemente, porque en esta época de lo efímero, lo caducable y lo ligero, los cantautores de aquellos años pueden parecernos de una intensidad insoportable o poco 'cool'.

placeholder Cecilia en una imagen de archivo (Gtres)
Cecilia en una imagen de archivo (Gtres)

Podría escribir otro libro entero sobre cómo el hecho de ver en televisión, con apenas 13 años, a aquella chica de melena sobre la cara y aspecto hippie hizo que sintiera que lo que cantaba también tenía que ver conmigo. Bendita adolescencia de la que, afortunada o desgraciadamente, nunca me curé. Pero para los no iniciados en su obra, hay que decir que fue el proceso de investigación sobre su vida el que inyectó en mí (y podría hacerlo en cualquiera) la pasión por esta cría erudita y sensible, esta Evangelina Sobredo Galanes (como realmente se llamaba) que nació en El Pardo en un frío octubre de 1948, hija de un diplomático que pronto quiso ver mundo y no quedarse a vivir en un país con olor a sacristía. Ese periplo nómada permitió a la pequeña Eva pasar por Southampton, Filadelfia, Amman o Lisboa. El continuo viaje vital de su familia la hizo empaparse de las músicas y las culturas de otros países, de enamorarse de los darbukas árabes, de Bob Dylan, Elvis Presley o los Beatles.

Eva, tal y como la llamaban familia y amigos, vivió la Guerra de los 6 días siendo una adolescente, sufrió un desamor que la marcó y transitó por espacios vitales por los que poca gente transita a edades tan precoces. Cuando volvió a España a estudiar Derecho, la música formaba ya parte de su ADN. Fue entonces cuando supo que debía ser algo más que una abogada; algo más que una niña bien o una simple burguesa disidente. Una carta enviada a Joaquín Díaz, santo y seña del la música folk española, le permitió abrirse a espacios culturales que la llevaron a formar parte del grupo folk 'Expresión'.

Escuchar hoy su 'Try catch the sun' es perderse entre la que es, probablemente, una de las piezas más extravagantes de la psicodelia 'made in Spain'. Pero aquella chica estaba destinada a empresas mayores que aquel trío de jovencitos que también integraban Julio Seijas y Nacho Sáez de Tejada. Cuando entrevisté a Tomás Muñoz, el fundador de la CBS española, el gran descubridor de talentos que la acabó convirtiendo en Cecilia, me dejó claro que vio en sus letras y en su aspecto frágil y huraño a una verdadera artista. Probablemente no iban a vender muchos discos gracias a ella, pero creían verdaderamente en su talento. Muñoz también había vivido en otras partes del mundo, también empatizaba con aquella 'marciana' que aterrizaba en una España a la que le quedaban tres cuartos de hora para perder un gris que ella debía entender poco después de haber vivido en países con libertad y democracia.

Y fue ese, nuestro país, el que alucinó con aquella portada de su primer disco en la que ella aparecía con un guante de boxeo, escuchando aquella 'Dama, dama, de alta cuna, de baja cama' que hoy puede sonar naif pero entonces resultaba de lo más escandalosa. Pese a todo, hay otra Cecilia que pocos han querido conocer, más allá del mito 'kitsch': la que también cantaba y componía en inglés, la que era capaz de saltarse las censuras y cantar 'Soldadito de plomo' (con referencias sospechosas a un 'general de madera') en los conciertos arriesgándose a que la multasen, la que hablaba de la infancia, la ecología, la mujer y la España profunda que se caía a pedazos; la que coleccionaba todo tipo de objetos en ese Rastro madrileño que adoraba y la que, como me dijo Luis Gómez Escolar (su novio y probablemente la persona que mejor la conocía) tenía ciertos complejos físicos que la llevaron a desarrollar, aún más, esa furiosa sensibilidad que produjo un ramillete de canciones que no encajan ni en la canción protesta ni en el prosélito o el sermón. Más bien entroncan con el costumbrismo que critica y desarma de forma sutil, el mismo que seguramente bendecirían un Bardem o un Berlanga porque tiene mucho que ver con el cine que ellos rodaron. Muchos fueron los que en su época no entendieron ni su 'look' desaliñado ni que existiesen más formas de analizar las miserias de una sociedad caduca que las de levantar el puño. Ella siempre quiso exponer, nunca adoctrinar.

placeholder Cecilia en una imagen de archivo (Gtres)
Cecilia en una imagen de archivo (Gtres)

Cecilia fue convirtiéndose, en apenas cuatro años de carrera, en una joven y atípica cronista de una España que pedía a gritos un cambio, en una luchadora contra algunas de las imposiciones de su discográfica cuando intentaron domesticar su singularidad, en la rebelde que, ante la petición de una canción romántica por parte de sus productores, regaló al mundo ese 'Ramito de Violetas' que parece el guión de cualquier película de autor francesa, con final sorpresa incluido. Por eso fue tan doloroso para los que la quisieron y la quieren que se fuese tan pronto; por eso recuperar su música y sus actuaciones televisivas, aquellas en las que parece tan tímida que hasta le cuesta mirar a cámara, es como abrir una caja en la que se encuentra la foto de un viejo amor que te rompió el corazón.

Pero no todo lo que rodea a esta heroína del 'proto folk' hispano (tal y como la definieron una vez) cuya muerte fue temprana e inesperada, es triste. Gracias a ella existe un heterogéneo y maravilloso grupo de gente que la venera formado por su hermana, esa bondad personificada llamada Teresa Sobredo, por Jesús Caramés, que ha hecho tanto por la recuperación de su figura que merece todos los reconocimientos del mundo, por ese Tomás Muñoz que pese a haber compartido mesa, vivencias y contratos con artistas como Julio Iglesias o Ricky Martin la sigue llevando en un rincón privilegiado de su corazón, por ese Joaquín Díaz que sigue recordando con afecto cómo ella se convirtió en su momentáneo e intenso amor imposible, por esa Mayte Bacarisse que recuerda que más allá de su timidez era una persona bastante locuaz y divertida o ese Luis Gómez Escolar que compartió vida y amor con ella y que, aparte de ser un genio de la composición en sí mismo, la respeta y admira desde su discreto silencio. Y, por supuesto, por esa María Silveyro que apostó por convertir la vida y obra de esta 'Equilibrista' en un libro cuando nadie más quiso hacerlo.

placeholder Eva Sobredo (Cecilia) en una imagen de archivo (Gtres)
Eva Sobredo (Cecilia) en una imagen de archivo (Gtres)

Cecilia me ha dado el privilegio de conocerlos a todos ellos, de que me abriesen las puertas de sus vidas y me diesen la llave de las anécdotas y chascarrillos de una época de la música española en la que los genios se contaban por docenas. A ella le debo, incluso, formar parte de este medio. Cuando Nacho Gay, mi jefe, me hizo la consabida entrevista de trabajo, enseñarle mi libro sobre ella fue una de las claves para que quisieran contar conmigo en este periódico. Es curioso que alguien que he sentido como una amiga desconocida durante años, cuyas canciones me han enseñado, en parte, a ser quién soy, me haya dado tanto sin que ella jamás lo sepa. Pepe Nieto, que arregló para ella el que probablemente es su mejor disco, 'Cecilia 2', me dijo algo que comparto; que era como "una niña a la que daban ganas de abrazar". Por eso este 2 de agosto, cuarenta años después de que se fuera cuando yo ni siquiera existía, me reafirmo y le doy la razón al maestro José Ramón Pardo. Efectivamente y aunque jamás la llegue a conocer, yo también la quiero.

*Jose Madrid es autor de 'Equilibrista. La Vida de Cecilia', la única biografía de la cantautora Cecilia

"Está entre esa mitad de españoles compatriotas que nació cuando Cecilia ya no estaba con nosotros. Y sin embargo, la quiere". Esta frase referida a mí la escribió José Ramón Pardo en el prólogo de un libro que escribí y en el que, además de materializar un sueño de la adolescencia, traté de rendir homenaje a la que para muchos ha sido la mejor cantautora que ha dado la música de este, un país de olvidos rápidos y estrellas fugaces. La de ella lo fue, aunque solo fuese porque es la única española que pertenece a ese luctuoso 'club de los 27' debido a su temprano fallecimiento. Este 2 de agosto hace ya 40 años que un accidente de tráfico acabó con la vida de aquella chica de 27 años, de aspecto tímido, que sorprendió a la España del tardofranquismo con sus composiciones críticas y naturalistas y con esa voz entre dulce y desgarrada.

Música
El redactor recomienda