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Hoy van y dicen que Nieva ha muerto, pero está vivo y coleando
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Juan Carlos Pérez de la Fuente

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Hoy van y dicen que Nieva ha muerto, pero está vivo y coleando

El dramaturgo Francisco Nieva, premio Príncipe de Asturias y que ocupaba la silla 'J' de la RAE ha muerto a los 91 años

Foto: Muere el dramaturgo francisco nieva a los 91 aÑos
Muere el dramaturgo francisco nieva a los 91 aÑos

En el María Guerrero, por fín, esta noche con el estreno de 'Pelo de tormenta' de Francisco Nieva, hemos asesinado a Benavente, y todo el teatro realista y de mucho asunto verbal. Estas radicales palabras pertenecen a la crónica que hizo Francisco Umbral al día siguiente del estreno de 'Pelo de tormenta'. Fue el 21 de marzo de 1997.

Sin duda era una osadía sin parangón que un director iniciara su singladura al frente de una institución tan importante como el Centro Dramático Nacionalcon una obra de Nieva. Algunos directores de escena me dijeron cuando anuncié este título en la programación, que no entendían mi apuesta. Sin duda hubiera tenido menos riesgo escenificar cualquiera de las tragedias de Shakepeare, o cualquiera de las obras de Chejov, incluso de Valle-Inclán o de García Lorca. Pero hacerlo con Nieva no era políticamente correcto. Sin duda toda una declaración de intenciones, aunque nunca fui tan ingenuo como para ignorar que si aquella operación no salía, debería hacer las maletas y marcharme.

La ortodoxia de sus métodos de enseñanza de la asignatura de Escenográfía, brillaba por su ausencia

Aposté por la autoría española contemporánea. Sin remilgos. ¿Pero qué había en aquel texto para tener una certeza tan absoluta? Miro hacia atrás ahora y siento más vértigo que entonces. ¿Por qué?

Parece que fue ayer mi primer día de clase con Paco Nieva. Estábamos en el viejo caserón de la Plaza de Isabel II, donde su ubicaba la Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Madrid, como se llamaba entonces. Aquel profesor no se parecía a ningún otro. La ortodoxia de sus métodos de enseñanza de la asignatura de Escenográfía, brillaba por su ausencia. Era un fabulador, un contador de historias increíbles-nunca sabré si ciertas o no- que nos tenía embelesados.

Todo está inventado”, decía, “pero tenéis la obligación de inventarlo de nuevo”. “Jugad, como niños, al teatro, equivocaos, pero jugad”. “No perdáis la perplejidad ante todas las cosas de la vida”.

Aquel teatro estaba allí, pindiendo a gritos: ¡Montadme! ¡Subidme a la escena!

Recuerdo que me fui a La Avispa, la emblemática librería de teatro regentada por Joaquín y Julia, padrinos de casi todos los alumnos de teatro de entonces. “Dadme todas las obras de este autor”, les dije, “porque me tiene enloquecido”. Y leí a Paco Nieva. Y no podía dar crédito a lo que leía. Aquel teatro estaba allí, pindiendo a gritos: ¡Montadme! ¡Subidme a la escena! Me adviertieron, eso si, que Paco Nieva solía dirigir sus obras. Y que las producciones eran muy caras. Y que 'Pelo de tormenta' había sido la obra más prohibida por la censura franquista. Nieva era para un teatro público. Todo eran facilidades.

Durante los cuatro años que estuve en la Escuela pude conocer un poco más al profesor y al hombre. Y hacer acopio de todo un arsenal de conocimientos teóricos y prácticosque las enseñanzas oficiales de artes escénicas de aquella época permitían. Y llegó el momento de romper el cordón umbilical que nos ataba al mundo plácido y seguro de la Escuela.

Y entonces sucedió esta curiosa anécdota: Era el último día de clase e hicimos una gran fiesta. Al terminar, con esa mezcla de dolor y ansiedad por quedarnos huérfanos, cuando ya nos despedíamos en la Plaza de Isabel II, le dije a Nieva: “Algún día dirigiré un teatro público. No sé si será el María Guerrero o el Español. Ese día dirigiré 'Pelo de tormenta', bueno, si tu me dejas.” Creo que era el año 1986. Diez años después me nombran Director del Centro Dramático Nacional y retomo con Nieva aquella conversación.

Era un auto sacramental a la inversa. Era una alucinación, un desate de elementos pocas veces encontrado con ese grado de pureza y ese extraño equilibrio entre clasicismo y vanguardia

Todo fue exquisitamente natural. Todo lo natural que puede ser convertir un sueño en realidad. ¿Pero, por qué esa obsesión con ese texto? Treinta y dos folios, nada más. Era un auto sacramental a la inversa. Era una alucinación, un desate de elementos pocas veces encontrado con ese grado de pureza y ese extraño equilibrio entre clasicismo y vanguardia. Conviene recordar que 'Pelo de tormenta' se escribió en París en los años 50, cuando Nieva se sumergía con su vastísima cultura española en las profundidades de las vanguardias europeas. Así veía España aquel joven con aspiraciones de dramaturgo. En aquel texto prodigioso estaba la tentación, el sexo, la religión, la culpa, el deseo. Y muchas cosas más. Madrid convertido en una nueva corte de los milagros. Siglos negros de España, como un “chicharrón” saltando en una olla de aceite hirviendo.

Todo lo que había aprendido de teoría teatral no servía para nada. Los personajes de Nieva había que agarrarlos por los bajos hasta que vomitaran toda la rabia, la furia y el cachondeo que llevaban dentro. Y por si fuera poco, cantaban, bailaban, hacían piruetas, acrobacias, había fuegos artificiales y todo tipo de “desate de elementos”. La reópera, género acuñado por el maestro Nieva, entraba por la puerta grande de nuestro teatro.

Y hoy van y dicen que Nieva ha muerto. No me lo creo. Ahí están sus obras. Si tienen dudas, léanlas

El María Guerrero se convirtió en plaza pública para que allí sucediera el milagro. ¡Y sucedió, vaya si sucedió! Pero de todo esto ha pasado mucho tiempo, casi veinte años ya. Y hoy van y dicen que Nieva ha muerto. No me lo creo. Ahí están sus obras. Si tienen dudas, léanlas. Y comprueben lo vivo que está. Vivo y coleando. Me gustaría invitarles a que asistieran a una representación suya, pero eso no es posible. De esto no tengo ninguna duda. Como aperitivo aquí les dejo unas palabras de Ceferina, (maja salida): “Viva España y la calle del Barquillo, que es mi patria chica”.

Juan Carlos Pérez de la Fuente es director de escena y productor

En el María Guerrero, por fín, esta noche con el estreno de 'Pelo de tormenta' de Francisco Nieva, hemos asesinado a Benavente, y todo el teatro realista y de mucho asunto verbal. Estas radicales palabras pertenecen a la crónica que hizo Francisco Umbral al día siguiente del estreno de 'Pelo de tormenta'. Fue el 21 de marzo de 1997.

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