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Playback, whisky y contratos públicos. Lo que nadie cuenta de los conciertos de trap
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Víctor Lenore

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Playback, whisky y contratos públicos. Lo que nadie cuenta de los conciertos de trap

La actuación de C. Tangana en Valladolid se tiñó de polémica por su duración y usar playback; profundizar en ella ayuda a comprender malentendidos respecto a los conciertos de trap en España

Foto: C. tangana recurre al playback en sus conciertos (EFE)
C. tangana recurre al playback en sus conciertos (EFE)

Hace pocas semanas, El Norte de Castilla echaba humo por la actuación de C. Tangana en las fiestas de Valladolid. “El concierto de Tangana fue una tangada”, proclamaba uno de los titulares. La acusación se centraba en haber cantando “solo” 52 minutos, sostener una botella de Johnny Walker durante el show y -lo más grave de todo- haber recurrido al playback (sonido pregrabado). El caso es que la Plaza Mayor se llenó y el público juvenil se mostró encantado, como recogía el propio diario castellano. ¿Quién tiene razón en este enfrentamiento? Las cosas no son tan sencillas como parecen y profundizar en este “escándalo” nos ayuda a comprender muchos malentendidos respecto a los conciertos de trap en España.

¿Demasiado corto?

Vayamos por partes. La acusación de actuar blandiendo una botella de alcohol es algo rancia, así que nos centramos en las otras dos, comenzando por la presunta brevedad del espectáculo. “En el contrato se suele especificar la duración aproximada del concierto y dudo que Tangana (o su equipo) firmen actuaciones más largas que eso. Si el ayuntamiento, para lavarse las manos, marca un horario distinto es trampa. Muchas veces se hace pensando que si se indica mayor duración en el programa el artista tocará más tiempo, pero eso nunca funciona”, nos explica Quique Ramos, representante de artistas trap.

Más allá de Tangana, desde los años de la explosión del hip-hop se suele olvidar que todos los conciertos de este género comienzan con el DJ pinchando a solas y que ese tramo musical también es parte de la actuación. De ahí surgen numerosos malentendidos. En realidad, no deberían caber quejas respecto a si un artista actúa mucho o poco. Casi siempre hay un contrato por medio y las disputas deberían resolverse entre las partes atendiendo a lo firmado.

"Apenas son conciertos"

Segunda acusación, la más seria: recurrir al playback. “También tiene que ver con los códigos del género: todos o casi todos los traperos -aquí hablo de trap o de gente que colinda con esa cultura- cantan encima de su voz grabada. Apenas son conciertos en realidad. Creo que más bien son un híbrido entre una sesión de discjockey -donde lo que importa realmente es lo que pasa debajo del escenario- y un concierto entendido como una escenificación de lo que suena”, opina Ramos. Cualquier periodista musical sabe que gran parte de los raperos frasean encima de un pista de sonido que contiene su voz grabada, desde el superventas Eminem hasta el reguetonero Ozuna. En el trap, esto es incluso más habitual, guste o no a los asistentes. Estamos ante un género muy audiovisual, que se difunde por Youtube más que por Spotify. Aquí los vídeoclips son tan importantes o más que las canciones.

También pasa en los estadios

En realidad, esta peculiaridad del trap también es habitual entre los superventas. “No es ningún secreto que, sobre todo en el pop comercial coreografiado de estadios, se tira a menudo de playback. De hecho, el mismísimo Michael Jackson tuvo que recurrir en ocasiones a él a partir de la gira de ‘Bad’”, explica el veterano crítico musical Luis Troquel. ¿Estamos ante una estafa? “Bueno, no mucho más que acabar viendo todo el directo por la pantalla de lo lejos que está. A veces incluso hasta es de agradecer. Recuerdo un esplendoroso concierto de Madonna que, sin embargo, en el momento de supuesta autenticidad perpetró un ‘Imagine’ tan desentonado que hacía preferible el pregrabado”, lamenta.

En los conciertos de divas pop la tentación es demasiado fuerte. “Cantar y bailar al mismo tiempo no es fácil, vale. Pero en la época en que no había micrófonos ni amplificación, se hacía con frecuencia. Hoy, de manera parcial, pasa hasta en las mejores familias. En el fondo es mejor que los momentos en que se utiliza sean evidentes. Si se intenta disimular demasiado, al final el espectador duda en todo momento si está cantando o no. Es como cuando alguien te miente, lo peor es que ya desconfías siempre”, remata Troquel.

placeholder Michael Jackson se sirvió de playback en la gira de 'Bad'.
Michael Jackson se sirvió de playback en la gira de 'Bad'.

Caso práctico en Móstoles

Vamos con los ejemplos. Hace poco, el carismático Yung Beef actuaba en el festival Amanecer bailando de Móstoles. Uno de sus seguidores resumía la experiencia en Twitter: “El nota abrió después de que actuasen C. Tangana y Dellafuente diciendo ‘Andy y Lucas ya se ha terminao, ahora toca trap’. Subió a unas treinta personas al escenario y se puso a hacer los coros a su propio playback mientras el Hakim (otro trapero) gritaba cosas”, explicaba Jon Andar desde su cuenta. Resumiendo: pregrabado sin disimulos y fiesta sobre las tablas. El trapero granadino dejó todo el escenario a oscuras para hacer contraste con el resto del cartel, dominado por electrónica blanda, de fuegos artificiales y discursos de Míster Wonderful. La experiencia estética por encima de la autenticidad sonora.

¿Será posible que los conciertos de trap tengan que ver más con performances que con conciertos propiamente dichos? Seguramente es una idea que apoya C. Tangana, que últimamente subraya en las entrevistas su admiración por Dalí y Andy Warhol, dos maestros del género. Yung Beef, que también suele rapear sobre una grabación con sus letras, actuaba este año metido en una jaula, una imagen donde el crítico Nando Cruz ha visto una metáfora de los límites de la vida milenial.

El trap es el primer subgénero del hip-hop donde la música es secundaria

¿Conclusión? Como periodista musical cuarentón, siempre voy a preferir a los raperos que no cantan sobre pregrabados. El hip-hop es un género verbal y me cuesta renunciar a la voz humana a la hora de contagiar emociones en un concierto. Dicho esto, por primera vez he pensado que quizá mi juicio negativo sobre el trap puede ser demasiado tajante. Recuerdo, en los años ochenta, cómo muchos periodistas musicales mayores rechazaban el hip-hop porque el uso de 'samplers' (fragmentos de otras canciones incrustados) les parecía una práctica inaceptable. Los más cerrados insistían en que rapear no era cantar. ¿Es posible que el trap -especialmente el español- sea el primer subgénero del hip-hop donde la música es secundaria? Lo es y creo que tienen ese derecho. Ahora solo queda decidir si para el próximo show se manda al crítico de arte, al de teatro o a un especialista en filosofía y urbanismo.

Hace pocas semanas, El Norte de Castilla echaba humo por la actuación de C. Tangana en las fiestas de Valladolid. “El concierto de Tangana fue una tangada”, proclamaba uno de los titulares. La acusación se centraba en haber cantando “solo” 52 minutos, sostener una botella de Johnny Walker durante el show y -lo más grave de todo- haber recurrido al playback (sonido pregrabado). El caso es que la Plaza Mayor se llenó y el público juvenil se mostró encantado, como recogía el propio diario castellano. ¿Quién tiene razón en este enfrentamiento? Las cosas no son tan sencillas como parecen y profundizar en este “escándalo” nos ayuda a comprender muchos malentendidos respecto a los conciertos de trap en España.

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