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Volvió Mario, faltó Isabel: "Los comunistas son tiranos con apetito chismográfico"
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Ángeles Caballero

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Volvió Mario, faltó Isabel: "Los comunistas son tiranos con apetito chismográfico"

Cuando se aleja del colorín o de presentar libros ajenos y habla de literatura, de política y de Latinoamérica, entonces es una delicia escuchar al Nobel de Literatura

Foto: Mario Vargas Llosa, durante la presentación de 'Tiempos recios' en la Casa de América de Madrid. (EFE)
Mario Vargas Llosa, durante la presentación de 'Tiempos recios' en la Casa de América de Madrid. (EFE)

A media mañana, el nivel de dopamina en el cerebro de Mario Vargas Llosa debe alcanzar los cielos. La llamada hormona de la felicidad explica la delicia que fue escuchar al narrador extraordinario que pocas veces dejó de ser, al amo y señor de un vocabulario que suena a gloria, al vividor de voz pausada y flequillo rebelde.

Este martes se dejó en casa al Vargas Llosa portada de '¡Hola!', al de la feria de las vanidades, al que se deja entrevistar por Tamara Falcó en el salón de casa. Aparcó también al que presenta libros ajenos con cara de enorme aburrimiento. Este martes era el bautizo de su nueva novela, titulada 'Tiempos recios'. Y estuvo regio. Hablando de literatura y de política. Volvió Mario, faltó Isabel.

Regresó el Nobel de 'La fiesta del chivo'. O eso parece. Con una novela repleta de política, de golpes de Estado, traiciones, muerte y pasiones. “Está en plena forma, poniendo el dedo en la llaga”, dijo Pilar Reyes, su editora. Pero es que aún no se ha visto a padrino o madrina de criatura literaria que no alabe lo guapo que es el bebé.

Vargas Llosa tenía ganas de hablar de lo suyo. Su libro y algunas de sus obsesiones. Los dictadores, las democracias y sus imperfecciones, Latinoamérica, el paso del tiempo y los desengaños con el socialismo y el comunismo. A los primeros dibujó como tiranos con constante “apetito chismógrafico”, siempre dejándose llevar por los pálpitos en la toma de decisiones.

placeholder 'Tiempos recios'. (Alfaguara)
'Tiempos recios'. (Alfaguara)

Todo empezó, cuenta, hace tres años. Cuando acudió a una cena en Santo Domingo, “de esas muy numerosas a las que uno no debe acudir”. Justo antes de salir de aquel encuentro, alguien le dijo: “Mario, tengo una historia para que la escribas”. Otra más, pensó él. El público que acudió a la Casa de América —periodistas y señores de mediana edad que pueden permitirse ir a sitios a las 11:30 de la mañana— le rio la ocurrencia. También cuando hizo algún que otro comentario jocoso y se permitió varias evasivas en el turno de preguntas. Hace tiempo que el peruano pasó el periodo de prueba. Tiene edad y literatura para no tener que agradar o convencer a nadie.

Pero de esa frase pronunciada a la salida de una cena empezó a tirar de un hilo que se convirtió en 350 páginas. Todas ellas bajo el título de uno de los versos de santa Teresa de Ávila. Un relato (palabra empobrecida y sobada por la política y el periodismo) en el que mezcla hechos verosímiles —“no te puedes permitir perder la credibilidad del lector”— con su propia fantasía. Una historia cuyo eje es el golpe militar de Castillo Armas en Guatemala en 1954, avalado y promovido por la CIA que derrocó al Gobierno de Jacobo Árbenz.

Un personaje maltratado por la Historia, dice Vargas Llosa, y al que tras años de estudio le cogió un enorme cariño. “Se me hizo simpático, atractivo, respetable”, explicó. Este libro tiene parte de reivindicación de un hombre que “¡no era comunista!”. Al premio Nobel le parece este adjetivo un insulto gravísimo.

placeholder Mario Vargas Llosa, durante la presentación de 'Tiempos recios'. (EFE)
Mario Vargas Llosa, durante la presentación de 'Tiempos recios'. (EFE)

Estamos ante un escritor que nunca aprobaría un examen tipo test. Pronuncia frases larguísimas que convertidas en respuestas parecen artículos periodísticos como los que sigue publicando. Por eso respondió dudas acerca del libro pero, ya puestos, aprovechó para defender la medida adoptada por el presidente peruano, Martín Vizcarra, de cerrar el Congreso. Un lugar plagado de “semianalfabetos y pillos”. Vamos, como un tuit de Girauta pasado por el corrector. “Espero que los peruanos voten mejor la próxima vez”. No se le movió el flequillo a pesar de la contundencia.

Vargas Llosa prefiere cualquier democracia con imperfecciones a algunas etapas de lo vivido

Quiere mostrarnos la América Latina del horror. La que ya no lo es tanto porque no existen las dictaduras militares, aunque siga habiendo sombras en forma de “dictadura ideológica”: Cuba, Venezuela, Nicaragua.

Quiso decirnos que prefiere cualquier democracia con imperfecciones antes que algunas etapas de lo vivido. Quiso hacer un cántico (otro) a la Transición española, tras su aterrizaje en Madrid en el año 1958. Un Madrid que, como el resto del país, vivía una “dictadura feroz, aislada… Era un país subdesarrollado”. Pero fuimos capaces de ponernos de acuerdo. Entonces, claro.

Volvió Mario. Faltó Isabel.

A media mañana, el nivel de dopamina en el cerebro de Mario Vargas Llosa debe alcanzar los cielos. La llamada hormona de la felicidad explica la delicia que fue escuchar al narrador extraordinario que pocas veces dejó de ser, al amo y señor de un vocabulario que suena a gloria, al vividor de voz pausada y flequillo rebelde.

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