Los reyes que fueron magos (y precursores de la filosofía)

Difícil es encontrar a alguien que no conozca el relato de Mateo en los evangelios canónicos. Según este evangelista, unos magos guiados por una estrella llegaron hasta Belén para ofrecer al niño Jesús oro, incienso y mirra. Solo se habla de magos, pero varias etapas en la historia les han convertido en reyes, luego en tres y más recientemente han recibido los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. Que este sea negro es casi actual. Quién sabe si en estos días de tanto cambio superficial sin tocar el fondo, dejen de ser masculinos o se aumente su número.

El texto ha dado lugar a muchas interpretaciones y la imaginación se dispara dentro de tanto símbolo. Y sería largo dar cuenta de lo que la narración ofrece. Algunos piensan que Mateo está reprochando o animando a los judíos para que se comporten de la misma manera. El oro, el incienso y la aromática mirra son muestras de grandeza. Que vengan de Oriente rompe la barrera local para abrirse a lo universal. Y así con otra serie de lecturas de lo que el evangelio nos entrega.

El tema de los magos tiene un valor especial. Sabemos que la magia ha jugado un papel especial desde antaño. Y se la ha considerado tanto de origen cuasidivino como hasta propia de embusteros. La palabra mago, aunque de origen incierto, hace referencia a aquellos sacerdotes que adivinaban mirando las estrellas y que poblaron Babilonia y reinos circundantes. Raramente se dice que también fueron los precursores de la filosofía. Epiménides, Pitágoras y hasta Sócrates mantienen ese halo mágico. Se dirá que lo que importa hoy es el regalo que se les suele hacer a los niños. No a todos, puesto que el pobre sufre una dolorosa discriminación. En cualquier caso, es una ocasión para hacer que brille su mirada. Y también es una oportunidad para ofrecer un cuadro entrañable frente a esta alienante magia que atonta a la gente en nombre de una engañosa ayuda.

Y solo añadir que en esa misma Palestina se está asesinando hoy a niños.