Sobre la responsabilidad

Ser responsable es el carnet de identidad de una persona libre. El responsable, como indica la etimología de la palabra, responde de sus actos y da razones, sin quedarse en puras emociones. Curiosamente, la palabra responsabilidad se usa con frecuencia con no poca irresponsabilidad. Se utiliza como un comodín utilitarista para justificar cualquier acción.

Si un partido político, y es un ejemplo a mano, hace lo contrario de lo prometido, dirá, con tono grave, que lo hace por responsabilidad. La palabra, de esta manera, adquiere un aparente halo mágico, un poder que supera todos los obstáculos que se pongan enfrente. Pero, en realidad, es una huida de la conducta ética. Esta hace lo que piensa, la otra opera al revés. Se acomodará tanto a lo hechos que, al final, pensará lo que le dé la gana Y lo proclamará como una rotunda verdad.

Si un partido político hace lo contrario de lo prometido, dirá, con tono grave, que lo hace por responsabilidad. En realidad es una huida de la conducta ética

Ya M. Weber alertó de este juego perverso. Más convicción no nos vendría mal No vale dejar los principios en el trastero o referirse a ellos con la boca pequeña.El profesor Aranguren, por cierto, solía recordar que los partidos políticos en la oposición hablaban de convicciones, pero, cuando conseguían el poder, se ponían el manto de la responsabilidad. Por mi parte, cuando en tantas ocasiones políticas y no políticas escucho la palabra responsabilidad, la tomo como un engaño. O, mejor aún, como una vulgaridad.