Tribuna
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Tiempo de verano
El estío es el cambio del negocio por el ocio, y el ocio es diversión. Pero diversión no significa no hacer nada, sino explorar otros caminos.
El verano da la campanada para huir de la ciudad, acercarse al mar, estar dispuestos a relajarse y descansar. Es el cambio del negocio por el ocio. Veblen, en un conocido libro, decía, entre otras cosas, que el ocio es una actividad inútil de las clases pudientes. Yo no iría tan lejos. Me quedaría con lo que escuche a uno de mis maestros cuando nos decía que el ocio es una diversión. Y diversión no significa no hacer nada, sino explorar otros caminos. Es la ocasión de ponerse al día, dar su oportunidad a nuestros hobbies, ampliar el horizonte de nuestra vida. Y, muy concretamente, es una oportunidad para leer tranquilamente.
Es habitual escuchar consejos sobre lo que habría que leer en verano. Siendo bastante joven me llevé a la playa un libro nada fácil de lógica y se me atragantaron los días. A nadie le recomendaría que metiera en la maleta problemas que exigen otro entorno. Pero me parece un tiempo adecuado para leer ese libro que hemos ido posponiendo, releer a los clásicos, gozar con una buena novela. Y comentar lo leído con otras personas en una conversación distendida. Así, se puede renovar nuestro acervo cultural y seguir ejercitando el placer de aprender.
Ojalá el estío vaya curando los mordiscos de un año con tanta, esta sí que inútil, tensión
Hay libros, sin embargo, que en modo alguno habría que mezclar con la arena de la playa. Se trata de las lecturas que enervan o excitan en exceso nuestras emociones. He hablado de playas pero tampoco estaría mal recordar el dicho de Eliot según el cual en el verano hay que coger un libro y marchar al norte. A algunos nos gusta dormir con manta en verano. Pero, con manta o con lluvia, ojalá el estío vaya curando los mordiscos de un año con tanta, esta sí que inútil, tensión. Ahora, y como decía el clásico, paz y buenos alimentos. Y de reojo, la mirada compasiva a quienes no pueden salir de casa.
El verano da la campanada para huir de la ciudad, acercarse al mar, estar dispuestos a relajarse y descansar. Es el cambio del negocio por el ocio. Veblen, en un conocido libro, decía, entre otras cosas, que el ocio es una actividad inútil de las clases pudientes. Yo no iría tan lejos. Me quedaría con lo que escuche a uno de mis maestros cuando nos decía que el ocio es una diversión. Y diversión no significa no hacer nada, sino explorar otros caminos. Es la ocasión de ponerse al día, dar su oportunidad a nuestros hobbies, ampliar el horizonte de nuestra vida. Y, muy concretamente, es una oportunidad para leer tranquilamente.