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Sobre la filosofía y la estupidez
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Sobre la filosofía y la estupidez

La filosofía es lo opuesto al postureo verbal, al charlatán que nada dice. Pidamos un poco más de filosofía

Foto: Estatua de Sócrates junto a la Academia de Atenas. iStocks
Estatua de Sócrates junto a la Academia de Atenas. iStocks

La filosofía es un ariete contra la estupidez. Se pregunta con frecuencia para qué sirve la filosofía. Y se pregunta con arrogancia, mirando de arriba abajo, con la falsa superioridad del ignorante. Habría que responderle que se trata de una pregunta imbécil. Porque imbécil es quien no lucha contra nuestra tendencia a caer en los brazos de la idiotez. Somos bobamente crédulos y obedientes. El filosofar es como un despertar. Nos pone en guardia, espolea el pensamiento, rompe la vulgaridad, nos abre al mundo y nos hace gozar con la pasión por el saber.

La filosofía ama la vida. Y tiene que ir esquivando todas las zancadillas de la estupidez

La filosofía siempre inquietará al poder y sus cómplices. Porque es una lucha de la libertad contra el engaño. Porque es una llamada a uno mismo para que sepa estar solo en vez de cretinamente acompañado. Escribió Bergamín que solo los solitarios son solidarios. La filosofía ama la vida. Y tiene que ir esquivando todas las zancadillas de la estupidez. Eso no la hace volátil o palabrera. La filosofía es lo opuesto al postureo verbal, al charlatán que nada dice. Analiza, explora caminos y duda como descansillo para seguir aprendiendo.

El imbécil irá de listo diciendo que filosofar es cosa de locos. Ha confundido cordura con locura. El loco es respetable. El cuerdo piensa con sensatez y es consciente de las limitaciones humanas y el imbécil chapotea entre ellas. Como oración matutina pidamos un poco más de filosofía.

La filosofía es un ariete contra la estupidez. Se pregunta con frecuencia para qué sirve la filosofía. Y se pregunta con arrogancia, mirando de arriba abajo, con la falsa superioridad del ignorante. Habría que responderle que se trata de una pregunta imbécil. Porque imbécil es quien no lucha contra nuestra tendencia a caer en los brazos de la idiotez. Somos bobamente crédulos y obedientes. El filosofar es como un despertar. Nos pone en guardia, espolea el pensamiento, rompe la vulgaridad, nos abre al mundo y nos hace gozar con la pasión por el saber.

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