Teología de la Liberación

Ha muerto Gustavo Gutierrez, uno de los padres de la Teología de la Liberación. Este movimiento fue pujante hace unas decadas y hoy está prácticamente desaparecido. Antes de nada, tengo que decir que yo tenía una actitud un tanto ambigua frente a este movimiento críticamente reivindicativo. Por una parte, estimaba a algunos de sus artífices, como es el caso de Jon Sobrino o Ignacio Ellacuría. A este lo traté personalmente. Ambos de Portugalete, hablamos a gusto sobre la terrible situación en Latinoamérica y del filosofo Zubiri de quien era especialista. En una ocasión coincidimos en La Clave de Balbín y fue una delicia escucharlo. Me comentó en cierta ocasión que no sería extraño que lo mataran. Y así fue. Lo mataron.

Era una voz que denunciaba la injusticia y un compromiso social sin desmayo. Por otro lado, yo veía mucho corazón y menos cabeza. Incluso daba la impresión de que necesitaban la oposición del Vaticano como una especie de gasolina. Recuerdo que comiendo con Leonardo Boff, otro de los miembros importantes de la teología en cuestión, le dije que si el Vaticano era tan malo, que se salieran de la iglesia. Me contestó enfurecido. O, mejor, no me contestó.

Pero yendo a aquellos intentos de liberación desde la teología, yo destacaría lo siguiente. Nace en Latinoamérica, tierra en donde se produce la gran contradicción entre una población depauperada y oprimida dentro de una religión oficialmente del amor. Y se denuncia esa hipocresía. Se denuncia no menos una iglesia jerarquizada con Roma a la cabeza que no tolera el más mínimo suspiro de independencia. La teología a la europea envuelta en una burguesía satisfecha queda al descubierto. Y se insiste más en Jesús que en Cristo. Jesús amigo de los pobres y olvidados se rescata en figura de carne y hueso. Son estos algunos rasgos que hacen atractiva esta teología. Sus debilidades teóricas no ahogan su sabia humana.