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Tribuna
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La importancia de dejar en paz a los demás
Es la reivindicación personal frente al atropello de nuestro modo de vivir, porque todos somos titulares de nuestro cuerpo e incluso de la historia que nos configura.
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Una mezcla de queja y deseo se expresa en la conocida frase de que le dejen a uno en paz. Es una protesta contra tanta pesadez. Es la reivindicación personal frente al atropello de nuestro modo de vivir, con nuestras costumbres y hasta manías.
No se trata de indiferencia sin más. Muy por el contrario, la cuestión va de respeto a las decisiones de cada uno. Sabemos que la actitud respetuosa puede referirse al reconocimiento de una virtud o, por otro lado, a no entrometerse en la vida de nadie. Es esta la que quiero resaltar con un dicho que sigue resonando en mis oídos: si quieres ver feliz a alguien, no te metas en sus cosas.
No se trata de indiferencia sin más. Muy por el contrario, la cuestión va de respeto a las decisiones de cada uno
No se niegan los consejos que, si se piden, son bienvenidos Lo que.no se quiere es que nos arreglen la vida. Como decía una docta persona, lo que se quiere es que nos dejen confundirnos solos.
Tal vez una reacción adecuada a esta extendida manera de imponer deberes a todo el mundo consista en dar un portazo. Y, concretamente, decir que uno hace algo porque le da la gana. Frase resolutiva donde las haya y expuesta a malas interpretaciones. Una burda interpretación de la frase la convierte en romper cualquier norma y en puro egoísmo que no tiene en cuenta a los demás. Pero conviene destacar que las ganas o deseos pueden tener un significado más profundo. Y en nuestro caso, lo tiene, y es el hacer ver que todos somos titulares de nuestro cuerpo e incluso de la historia que nos configura.
Zapatero a tus zapatos y cada uno en su casa y Dios en la de todos. Ante la lluvia de falsos cuidadores, el paraguas de las ganas.
Una mezcla de queja y deseo se expresa en la conocida frase de que le dejen a uno en paz. Es una protesta contra tanta pesadez. Es la reivindicación personal frente al atropello de nuestro modo de vivir, con nuestras costumbres y hasta manías.