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De las lágrimas del padre de Xavi al baile de Super Mario
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Ángel Rodríguez

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De las lágrimas del padre de Xavi al baile de Super Mario

En Oviedo se mezcló ayer la emoción de una jornada solemne con las protestas de los trabajadores en la puerta del Teatro Campoamor. Los cientos de

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De las lágrimas del padre de Xavi al baile de Super Mario

En Oviedo se mezcló ayer la emoción de una jornada solemne con las protestas de los trabajadores en la puerta del Teatro Campoamor. Los cientos de gaiteros que escoltan el recorrido de las autoridades tuvieron que esmerarse para intentar enmudecer los gritos y silbidos de los más indignados. Resultó misión imposible. Algún miembro de la Casa Real por la mañana ya mostraba su preocupación por esta situación.

La ceremonia no reunía el mejor cartel en los treinta y un años de historia de estos galardones. Los premiados más esperados eran Xavi y Casillas. Dos jóvenes futbolistas que provocan una admiración en el público que va más allá de los colores que cada uno tenga, como su amistad. El otro gran triunfador de la jornada fue Shigeru Miyamoto, más conocido por las calles de Oviedo como Súper Mario. El japonés está considerado como el padre del videojuego moderno. Ha diseñado más de 100 videojuegos didácticos y entretenidos. Jamás ha recurrido a la violencia, huye de la sangre. Una de las imágenes que quedan para el recuerdo es la de Miyamoto bailando al ritmo de las gaitas en la puerta del Hotel de la Reconquista. Súper Mario desprendió simpatía y agradecimiento ante un reconocimiento inesperado. Otro de los premiados más admirados fue Rafael Moneo. El navarro está considerado como uno de los arquitectos de vanguardia más importantes.

Por Oviedo se veían ayer muchas camisetas rojas. Se trataba de los voluntarios de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Premio a la Cooperación Internacional que se le atragantó al Príncipe D. Felipe de Borbón cuando tuvo que nombrarla en su discurso. Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia fue cuando sus representantes recordaron a los numerosos voluntarios asesinados cuando desarrollaban tareas humanitarias. También importante, pero tal vez menos reconocida, es la labor de la Federación Española de Bancos de Alimentos distinguida con el Premio a la Concordia. Ellos mismos destacaron que lo ideal sería que este tipo de organizaciones no tuviesen que existir, pero por desgracia cada día tienen más trabajo en España distribuyendo excedentes alimenticios entre los más necesitados.

Sin demasiado eco recogió su premio Martha C. Nussbaum. La americana reconocía en el discurso que su filosofía a la hora de defender las humanidades en la educación encajaba más en el apartado de Humanidades que en el Premio de Ciencias Sociales.  

Los desconocidos científicos, los más importantes  

Para mí uno de los galardones más importantes es de la Investigación Científica y Técnica. Es curioso ver que inventores o científicos que revolucionan el mundo, que mejoran nuestra calidad de vida, sean unos auténticos desconocidos. Sir Gregory Winter es uno de los bioquímicos más destacados en el desarrollo de técnicas para mejorar el sistema inmune humano. Compartió galardón por trabajar en ese mismo campo con Richard Alan Lerner. Científico que puso la nota graciosa en la ceremonia. Este americano con aire de despistado se pasó toda la Gala haciendo reverencias a una señora rubia, confundiéndola con la Reina Doña Sofía, y que le devolvía el saludo amablemente desde su palco situado en la parte superior del teatro.

Otro estadounidense, el escritor Philip Roth, no pudo recoger el Premio de las Letras porque se recupera de una operación de columna vertebral. Estas cosas deslucen el acto, pero no el significado del premio. Deportistas como Federer, Phelps o Bolt nunca recibirán este galardón a pesar de merecerlo. ¿Pierden más ellos o pierde más la Fundación Príncipe de Asturias?.

Los que no fallaron fueron Iker y Xavi. A Oviedo llegó primero el portero del Real Madrid, acompañado del vicepresidente Fernando Fernández Tapias, Emilio Butragueño y su manager, Carlo Cutropía. Su novia, la periodista Sara Carbonero, presentó el informativo del mediodía en Tele 5 desde el Hotel Reconquista y se volvió con Iker en el avión privado que puso a disposición del jugador la organización.

Del Bosque no viajó por la boda de la hija de Camacho

Unos minutos más tarde llegaba Xavi. También con compañía institucional, Sandro Rosell a la cabeza, pero más familiar. Junto al cerebro del Barcelona y la selección estuvieron su hermana y sus padres. Precisamente el padre de Xavi fue un valle de lágrimas cuando vio recoger a su hijo el premio ovacionado por el un teatro repleto de personalidades. Unos y otros compartieron palco en el Teatro Campoamor. Juntos abandonaron el acto con una absurda prisa antes de que el Príncipe diese por cerrado el acto. No acudió el seleccionador Vicente del Bosque. Tenía compromisos personales y este sábado disfruta en la boda de la hija de su gran amigo José Antonio Camacho. Conociéndole, seguro que tampoco pretendía restar ni un ápice de protagonismo a los premiados. El abrazo de dos futbolistas, que parecían haberse puesto de acuerdo hasta en el traje que llevarían, fue la imagen del día

Pero el discurso de la jornada lo pronunció D. Felipe. La parte final de sus palabras fue una exaltación a la unidad de España y un reconocimiento al bajo ánimo por el que pasa la sociedad española. Pidió  “recuperar valores extraviados, no perdidos”. Firmeza para que más que nunca para que “los españoles trabajen unidos, colaboren y caminen en la misma dirección”. Aludió a que, desde 1.978, hemos sido educados en la democracia para respetar las diferentes maneras de pensar. “Empresa común”, “mismos proyecto de convivencia”, “proteger la riqueza de las naciones” fueron expresiones que culminaron con una frase contundente: “Como heredero de la Corona tengo plena confianza en nuestro futuro”. La ovación posterior ha sido la más sonora y duradera que jamás se ha escuchado en el Teatro Campoamor durante los 31 años de existencia de los Premios Príncipe de Asturias.

*Ángel Rodríguez es periodista y jurado del Premio Príncipe de Asturias.

En Oviedo se mezcló ayer la emoción de una jornada solemne con las protestas de los trabajadores en la puerta del Teatro Campoamor. Los cientos de gaiteros que escoltan el recorrido de las autoridades tuvieron que esmerarse para intentar enmudecer los gritos y silbidos de los más indignados. Resultó misión imposible. Algún miembro de la Casa Real por la mañana ya mostraba su preocupación por esta situación.

Xavi Hernández