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Del conformismo de Mourinho a la advertencia de Puyol
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Ángel Rodríguez

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Del conformismo de Mourinho a la advertencia de Puyol

Si hace un par de semanas escribía que todavía había Liga, hay que reconocer que la última jornada ha dejado muy tocado el campeonato. La derrota

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Del conformismo de Mourinho a la advertencia de Puyol

Si hace un par de semanas escribía que todavía había Liga, hay que reconocer que la última jornada ha dejado muy tocado el campeonato. La derrota del Atlético de Madrid podía esperarse, el empate del Real Madrid de ningún modo. El partido que enfrentó a Barcelona y Atlético comenzó con una igualdad poco común aunque terminó confirmando la clara superioridad de los azulgrana. Simeone aprende rápido. No podían repetirse los errores cometidos contra el Real Madrid. Con esa intención saltaron al césped del Camp Nou. La grada contuvo la respiración durante la primera parte. Es cierto que el juego del Barça le va mejor a los rojiblancos. Hasta que la maquinaria culé se puso a funcionar a todo trapo porque la ventaja acumulada en un inicio liguero sin igual peligraba. Falcao intentó cebarse ante una inesperada debilidad azulgrana pero el golazo de Adriano antes del descanso dejó helada a una parroquia rojiblanca que no esperaba ese castigo por muy bello que fuesen los dos tantos.

Curiosamente volvió a ser noticia Filipe Luis por su ausencia. Inesperada y polémica en el Bernabéu, obligada en el Camp Nou. En ambos casos con incidencia directa en el desarrollo del partido aunque no definitiva porque quien golpea sin piedad a todo el que se le pone por delante es Messi. No estaba haciendo un partido especialmente brillante. No sé si porque el sistema defensivo le ahogaba o porque no estaba inspirado. Hasta que se le encendió la bombilla para colocar el balón en su ángulo imposible favorito, luego su hambre le permitió comerse de un bocado el taconazo de Godín. Al final Busquets redondeaba una goleada que dispara al Barcelona. Sobre todo porque el Real Madrid había fallado estrepitosamente ante el Espanyol.

Lo que ocurrió en el Santiago Bernabéu es otra historia bien distinta con una misma conclusión. El Barça se escapa. En el análisis hay demasiadas razones para intentar explicar el empate ante el penúltimo clasificado pero una destaca por encima de las demás en forma de pregunta: ¿A qué juega este Real Madrid?. Mourinho debería explicarlo aunque prefiere hablar de otros asuntos como reconocer en la encerrona macarra a nuestro compañero de Radio Marca, Antón Meana, que sus fuentes son tres ovejas negras que tiene en la plantilla. El mismo que reconoció en rueda de prensa que la Liga está casi imposible. Quienes piensen lo mismo no esperan del entrenador del Real Madrid derrotismo sino una luz de esperanza. Así se lo recordó Florentino Pérez en la comida de Navidad: “El Real Madrid jamás se rinde”. Mensaje alineado con la filosofía del club y nada próximo a los habituales de un Mourinho empeñado en acostumbrar a que la afición tenga que oír excusas poco propias de una gran entidad. Ni un solo jugador madridista da por perdida la Liga. Ningún futbolista del Barcelona la da por ganada. Puede ser hablar por hablar pero cuidado con el que se confíe.

Si hace un par de semanas escribía que todavía había Liga, hay que reconocer que la última jornada ha dejado muy tocado el campeonato. La derrota del Atlético de Madrid podía esperarse, el empate del Real Madrid de ningún modo. El partido que enfrentó a Barcelona y Atlético comenzó con una igualdad poco común aunque terminó confirmando la clara superioridad de los azulgrana. Simeone aprende rápido. No podían repetirse los errores cometidos contra el Real Madrid. Con esa intención saltaron al césped del Camp Nou. La grada contuvo la respiración durante la primera parte. Es cierto que el juego del Barça le va mejor a los rojiblancos. Hasta que la maquinaria culé se puso a funcionar a todo trapo porque la ventaja acumulada en un inicio liguero sin igual peligraba. Falcao intentó cebarse ante una inesperada debilidad azulgrana pero el golazo de Adriano antes del descanso dejó helada a una parroquia rojiblanca que no esperaba ese castigo por muy bello que fuesen los dos tantos.

Carles Puyol José Mourinho