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Ángel Rodríguez

A bote pronto

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Deporte, política y sociedad

No lo hemos conseguido y no creo que merezca la pena seguir intentándolo. Es una misión imposible, inútil y hasta equivocada. Estábamos en un error quienes

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Deporte, política y sociedad

No lo hemos conseguido y no creo que merezca la pena seguir intentándolo. Es una misión imposible, inútil y hasta equivocada. Estábamos en un error quienes desde hace mucho tiempo pretendíamos desdramatizar el deporte. Se trataba de disfrutar o incluso sufrir con las emociones que se desatan con el límite que la razón impone. La educación por bandera. Desgraciadamente es mucho pedir. Los malos ejemplos seguirán apareciendo desde la grada, los vestuarios, los despachos y los Medios. No hay lugar a salvo.

Las ovejas negras hoy en día pastan en cualquier parte a sus anchas. La clave es la educación. Hay que ser muy maleducado para silbar un himno, cualquiera que sea. En España estamos acostumbrados a que se falte al respeto del rival insultando a todo un país. Lo ocurrido en la final de la Copa de Baloncesto en Vitoria es una demostración más. La penúltima. Nos empeñamos en medir con el mismo rasero los silbidos al himno nacional y los abucheos al Rey Don Juan Carlos. No es lo mismo. El equipo que resultase ganador de esa competición sería el nuevo Campeón de España para alegría de unos aficionados que minutos antes repudiaban todo lo que oliese a español. La Copa siempre se ha acogido en Vitoria con los brazos abiertos. Ejemplo de convivencia entre aficiones.

Algunos se cebaron con un himno que representa a todos los españoles, lo malos, los normales y los buenos. Aunque parezca mentira los hay. Debería castigarse. De la misma forma que se penalizan los insultos racistas. El último ejemplo ha sido la multa de 15 mil euros que tendrá que pagar el Inter de Milán por los insultos a Balotelli. Dudo del poder persuasivo de esa multa que no saldrá del bolsillo de los que increpan. Los maleducados se lo pensarían dos veces si el castigo fuese deportivo. El Sevilla, acertadamente, avisó que se retiraría del césped del Calderón en cuanto oyese algún cántico contra Antonio Puerta. Los becerros se callaron. Hay faltas de respeto que no se pueden aguantar.

Otra cosa es la bronca histórica que se llevó Su Majestad el Rey. La gente tiene derecho a expresar su decepción con un representante del propio pueblo. El límite es el mismo, la educación. D. Juan Carlos está preparado para ello de la misma forma que lo estuvo para pedir dignamente perdón ante alguna conducta equivocada.

Inevitablemente deporte, sociedad, política viven de la mano, se entremezclan, se juntan en un estadio. A Eto’o le amenazan de muerte en Camerún por denunciar cómo funciona su Federación. A Ferguson le multan con 12 mil libras por criticar a un asistente. La sanción al Inter por insultos racistas a Balotelli. Unos niños campeones de baloncesto son abucheados en la previa de la Copa del Rey de Basket por llevar un escudo en el pecho. Vídeos periodísticos desagradables. Tertulias en las que algunos se dedican a insultar. Demandas en los juzgados por informaciones no demostradas. Dirigentes que ven fantasmas según sople el viento. Entrenadores y jugadores llorones para echar balones fuera. Este es nuestro día a día, el mundo en el que nos movemos. La moda de los renglones torcidos. Una pena, pero es lo que hay.

No lo hemos conseguido y no creo que merezca la pena seguir intentándolo. Es una misión imposible, inútil y hasta equivocada. Estábamos en un error quienes desde hace mucho tiempo pretendíamos desdramatizar el deporte. Se trataba de disfrutar o incluso sufrir con las emociones que se desatan con el límite que la razón impone. La educación por bandera. Desgraciadamente es mucho pedir. Los malos ejemplos seguirán apareciendo desde la grada, los vestuarios, los despachos y los Medios. No hay lugar a salvo.