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Ángel Rodríguez

A bote pronto

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Me parece increíble, pero se confirma que hay quienes están esperando la caída del imperio futbolístico español. Tendrán que seguir haciéndolo. Lo primero que hay que

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Me parece increíble, pero se confirma que hay quienes están esperando la caída del imperio futbolístico español. Tendrán que seguir haciéndolo. Lo primero que hay que pedir ante está selección española es respeto. No quiere decir esto que no se les pueda criticar. Los mejores también se equivocan, también fallan. Incluso ganando como en Francia.  Por tanto, están expuestos a las críticas, pero teniendo muy presente que esta generación nos ha dado las mayores alegrías de nuestras vidas. Y no hace tanto. Algunos de estos héroes apuran los últimos sorbos de su mejor juego. Debemos exprimirles, disfrutarlos hasta la última gota. La que nos ofrecerán en el Mundial de Brasil. No tenía dudas ni antes, ni después de la victoria en París, de que los campeones del mundo defenderán título en la cuna del fútbol por excelencia.        

Ya en los primeros minutos España evidenció problemas con los franceses y falta de movilidad, de apoyos. Francia se sabía muy bien la lección. Muchos jugadores tras el balón. No tan descaradamente en su área, como los finlandeses, pero cerrando juntos preferentemente por la banda de Monreal, que se aplicaba más en ataque que en defensa. Si no fuese por la frialdad del público y por la publicidad estática pensaríamos que la Selección seguía jugando en el Molinón. Lo del último cuarto de hora de la primera parte fue escandaloso. Todo se quedó más en sensación que en peligro real. Penalti de Lloris incluido, no pitado por esa manía que tienen los futbolistas de tirarse antes de tiempo. Tiene narices, la ocasión más clara para Ribery. Valdés tuvo que salvar la desesperante lentitud de Piqué. No anda fino el central. Su inteligencia y colocación no siempre le valen para suplir un estado físico lamentable.

Animados los ‘bleus’ por esa gran ocasión empezaron la segunda parte algo más arriba. Cosas del fútbol. Fue entonces cuando les rompimos por la izquierda con la llegada de Monreal y el empuje de Pedro. A partir de ahí a sufrir con el recuerdo del Vicente Calderón muy presente. Despertaron los franceses. Nunca apoyaré a los entrenadores miedosos. Los que disponiendo de buenos futbolistas se dedican a destruir más que a crear. Deschamps no se fue a por el partido hasta que no le vio las orejas al lobo. Demasiado tarde. Pagó su racanería.

Mientras, España a lo suyo. Jugando con fuego. Incapaces de cerrar el partido. Sin Casillas tuvo que aparecer un gran Valdés. Perfecto en todo lo que hizo. El mejor del partido junto a Monreal. Los minutos finales fueron para Iniesta. Como en el cole, se pidió el balón y lo escondió hasta que fue sustituido para perder tiempo. No hubo sorpresa, ni errores infantiles, ni mala suerte. Salimos de Francia líderes de grupo y con la situación revertida. Peligraba hasta la repesca. Ahora volvemos a ser buenos, volvemos a ser grandes, volvemos a ser temidos.      

     

Me parece increíble, pero se confirma que hay quienes están esperando la caída del imperio futbolístico español. Tendrán que seguir haciéndolo. Lo primero que hay que pedir ante está selección española es respeto. No quiere decir esto que no se les pueda criticar. Los mejores también se equivocan, también fallan. Incluso ganando como en Francia.  Por tanto, están expuestos a las críticas, pero teniendo muy presente que esta generación nos ha dado las mayores alegrías de nuestras vidas. Y no hace tanto. Algunos de estos héroes apuran los últimos sorbos de su mejor juego. Debemos exprimirles, disfrutarlos hasta la última gota. La que nos ofrecerán en el Mundial de Brasil. No tenía dudas ni antes, ni después de la victoria en París, de que los campeones del mundo defenderán título en la cuna del fútbol por excelencia.