La derrota ante Brasil no debe debilitarnos la memoria

En la derrota es cuando mejor se valora lo conseguido. Caer ante Brasil en la final de la Copa Confederaciones tiene varias lecturas válidas entre las que no se encuentra que esta España haya llegado a su fin. Los agoreros que dan por terminado el recorrido arriesgan demasiado. Esta Selección tiene fútbol para darnos todavía alguna alegría que otra. No podemos concebir como fracaso caer ante Brasil. Aunque sea por goleada.

Nuestra memoria se ha debilitado con la misma rapidez que exquisito se nos ha vuelto el paladar. Jugar una final ante los pentacampeones del Mundo nos sabe a poco. Estamos acostumbrados a eliminar a Italia, otrora nuestra bestia negra. Uruguay recibió un repaso en toda regla con una primera parte deslumbrante de nuestra Selección. Unos días más tarde Brasil nos dio una lección. Cosas que pueden pasar cuando te mueves en la élite.

Deberíamos estar orgullosos de provocar en las aficiones un temor que les lleva a corear dos pases seguidos del rival de turno. O al equipo brasileño a celebrar el primer gol como si se lo hubiesen marcado a los campeones del mundo. Sólo los mejores del mundo generan ese respeto en todos los rincones, menos en su propia casa.

Arbeloa es la presa más fácil para los críticos. Más complicado lo tendrán con Xavi. Se amparan en su edad para pedir un relevo que llegará cuando él diga, nadie más lo decidirá. No hará falta que ningún seleccionador se coma el marrón. La inteligencia es una de las grandes virtudes del mejor organizador de la última década, también la demostrará en la hora del adiós. Mientras disfrutémosle que ya tendremos tiempo de echarle de menos. Futbolistas de calidad vienen por detrás apretando fuerte, pero llegar a la excelencia de Xavi no será fácil. Igualar los éxitos de esta generación, Arbeloa incluído, será un reto apasionante.