A mi bola
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¿Alguien pensó que cargarse a Lopetegui no se notaría? Pregunten en Oviedo...
Creer que Hierro, con tan solo un año de experiencia en un banquillo de Segunda, podría hacer olvidar a Lopetegui es tener en muy poca consideración a Julen, lo que demostró Rubiales
"Tenemos que acostumbrarnos a los cambios, yo soy el seleccionador”. Confieso que esta frase de Fernando Hierro al término del Irán-España me dejó descolocado. Si alguien pensaba que el despido de Julen Lopetegui a dos días de empezar el Mundial de Rusia no iba a pasarle factura a la Selección, una de dos: o no tenía la mínima consideración por la labor del ahora entrenador del Real Madrid, quien recuerdo que se marchó de Krasnodar invicto e impoluto en lo que a críticias se refiere, o directamente piensa que el entrenador de fútbol es una mera figura decorativa, de ahí que puede serlo cualquiera.
Sinceramente, creo que Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), debió de pensar ambas cosas, pues de lo contrario no se comprende que tomara la drástica e irresponsable decisión de destituir al piloto del equipo nacional en pleno vuelo y colocar en su lugar a Hierro, el eficiente director deportivo que volvió hace poco a la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, pero cuya experiencia como entrenador se reduce a una triste temporada en el Oviedo, al que dejó octavo en la clasificación de Segunda, y dos años antes otra como segundo de Ancelotti en el Real Madrid.
Tal y como podía leerse hace un año en la prensa asturiana, "Fernando Hierro no continuará en el Real Oviedo la próxima temporada, a pesar de que su contrato podría alargarse un año más. El técnico tiene decidido cambiar de aires y los responsables del club están de acuerdo con iniciar una nueva etapa sin el malagueño en el banquillo. Ha sido una decisión de forma amistosa entre ambas partes. La plantilla azul tampoco se ha mostrado cómoda con la metodología". El comentado regreso a la dirección deportiva de la RFEF daba a entender que lo de Fernando no eran los banquillos, sino los despachos.
Si Hierro de verdad quería ser entrenador, y es cierto que intentarlo lo intentó, aunque con poco éxito, la oportunidad de su vida se le ha brindado la destitución de su amigo Julen Lopetegui. Como dice el refrán, la ocasión la pintó calva, pues de un día para otro Rubiales le aupó al banquillo de la Selección y nada menos que en un Mundial. "No me hubiera perdonado decir que no" o "firmaría ser el Zidane de la selección", fueron algunas de sus frases más llamativas durante su presentación, la cual empezó exponiendo que "cuando el presidente me ha comentado la posibilidad, tenía tres alternativas: una decir que no, otra irme y la tercera aceptar y estar presente, saber que hay un grupo de jugadores, un 'staff', una Federación, un fútbol español y que es el momento de dar un paso adelante",
Una situación complicada para un amigo
"¡Vamos rápido, que hay que entrenar!", dijo el malagueño mientras guiñaba el ojo a los periodistas para poner punto y final a una rueda de prensa muy incómoda para él y en la que en más de una ocasión aseguró tener "la conciencia muy tranquila". Quizás fue una indirecta a Lopetegui o, al contrario, una manera de decir que él no había tenido nada que ver con la destitución de Julen y su consiguiente llegada al cargo para disputar, que no sé si disfrutar, el Mundial.
"Fernando era la primera opción", dijo Rubiales, quien de este modo no consideró la opción de sustituir a Lopetegui por Albert Celades, técnico de la selección Sub 21, quien es cierto que tiene un perfil demasiado bajo. "Ha estado defendiendo siempre lo mejor para la Selección, acepta con valentía, siendo positivo y dejando atrás lo que ha pasado. Es el reto que tenemos todos", añadió el presidente de la RFEF, para quien por lo visto lo menos importante era si Hierro está o no capacitado. En el estreno ante Portugal las cosas fueron como fueron, pero ante Irán empezó a echarse en falta a Lopetegui, tanto en la puesta en escena como en los cambios.
Una incultura futbolística que se fomenta
Escuchar, más que leer, que Iniesta jugó mal contra Irán y que no debería estar contra Marruecos. Que Busquets no está a su mejor nivel y que necesita jugar con otro medio más defensivo a su lado. Que ante Irán faltó verticalidad y había que correr más... Sí, todo esto me confirma lo que ya sabía, que en España hay mucha gente que se cree que sabe de fútbol y en realidad vive en la edad de piedra futbolísticamente hablando. Ya me gustaría que al fútbol se le tuviera la mitad del respeto que se les tiene a otros deportes de los que no se opina porque no hay ningún problema en reconocer que no se sabe. Claro, que si a todo esto le sumas que la cadena que tiene los derechos del Mundial se toma el fútbol a cachondeo, ¿qué podemos esperar?
Y es que el miércoles la Selección quedó retratada, no cuando se estrelló contra la nutrida y bien colada defensa iraní, sino cuando las veces que salía desde atrás lo hacía de manera tab lenta, que permitía a los jugadores de Carlos Queiroz replegarse. También chirrió cuando una y otra vez España llevaba el balón a banda, algo muy sencillo, pero que nada tiene que ver con el fútbol de posición, pues así no lograba entrar por fuera, lo realmente necesario. No, no era un partido para Diego Costa, acostumbrado a jugar con muchos espacios y cuya presencia, como la de Lucas Vázquez, ayudó a la defensa rival a fijarle.
Al final. España pudo marcarle un gol a Irán, y de rebote, gracias a un buen pase interior de Iniesta. Diego Costa tuvo la fortuna de que cuando el lateral Rezaeian quiso despejar, el balón rebotó en el delantero hispano-brasileño y acabó junto al palo de Beiranvand. Si hasta ese momento la Selección se había mostrado incapaz de saltar el muro levantado por Queiroz, lo peor vino después. Irán, sin nada que defender, empezó a buscar el empate y a punto estuvo de lograrlo. De hecho, y por más que Hierro no quisiera reconocerlo, el 1-1 estuvo más cerca que el 0-2, pues España no fue capaz de imponerle como mejor sabe: con balón.
“No engañamos al decir que iba a ser muy complicado”, comentó orgulloso Hierro al final del partido. La verdad es que cuando el día de su presentación dijo que le gustaría que su equipo jugase "bien, con calidad, con juego de posesión, meter dos o tres goles más que el rival...", ya me temí lo peor. España tiene tan buenos futbolistas que puede llegar lejos en este Mundial. Ahora bien, pensar que cargarse a su seleccionador, quien como la misma palabra indica les ha seleccionado, puede salir gratis es un gran error. Y el responsable no será Hierro, sino quien le ha regalado el cargo.
"Tenemos que acostumbrarnos a los cambios, yo soy el seleccionador”. Confieso que esta frase de Fernando Hierro al término del Irán-España me dejó descolocado. Si alguien pensaba que el despido de Julen Lopetegui a dos días de empezar el Mundial de Rusia no iba a pasarle factura a la Selección, una de dos: o no tenía la mínima consideración por la labor del ahora entrenador del Real Madrid, quien recuerdo que se marchó de Krasnodar invicto e impoluto en lo que a críticias se refiere, o directamente piensa que el entrenador de fútbol es una mera figura decorativa, de ahí que puede serlo cualquiera.