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El día en que Iniesta rajó y puso en su sitio a quienes dinamitaron la Selección
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Kike Marín

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El día en que Iniesta rajó y puso en su sitio a quienes dinamitaron la Selección

Salió de la Selección por la puerta de atrás y, aunque antes de marcharse a Japón ya avisó de que no volvería, tampoco Luis Enrique le hubiera llamado. Con Rubiales y Hierro acabó todo

Foto: Iniesta, entre Carvajal y Odriozola, en su último partido con España. (EFE)
Iniesta, entre Carvajal y Odriozola, en su último partido con España. (EFE)

Es triste, pero también la cruda realidad del llamado fútbol moderno. Andrés Iniesta (Fuentealbilla, Albacete, 1984) no colgará las botas en el club con el que ganó 31 títulos, sino que lo hará en Japón. El manchego firmó el pasado verano un contrato por tres temporadas con el Vissel Kobe, que le pagará alrededor de 25 millones de euros por cada una de ellas, además de comprarle la producción de vino de sus bodegas. A diferencia del FC Barcelona, donde se le rindió un gran homenaje, Iniesta ni siquiera se despidió como debía de la Selección, con la que fue campeón del mundo y dos veces de Europa. Lo hizo por la puerta de atrás y en un partido en el que sorprendentemente no fue titular. "No ha sido la despedida soñada por uno, pero el fútbol tiene estas cosas", dijo ese 1 de julio de infausto recuerdo.

Hace unos días, Andrés atendió en Japón al programa 'Salvados' y, a diferencia de a lo que nos tenía acostumbrados, se pegó lo que en el argot periodístico llamamos una 'rajada'. Así, cuando Jordi Évole le preguntó por el último Mundial, Andrés afirmó: "No tengo un buen recuerdo, evidentemente". Sobre cómo cayó la destitución de Julen Lopetegui en el vestuario de España, el manchego no escondió que "no fue positivo, nada positivo, y lo que mal empieza normalmente mal acaba". Y, efectivamente, es lo que pasó. Hay que saber muy poco de fútbol o importarte muy poco la Selección para anteponer, ya sea por orgullo o por pleitesía, apagar un fuego amigo con gasolina y hacer saltar todo por los aires.

Foto: Iniesta, con el empresario japonés Hiroshi Mikitani, durante su presentación con el Vissel Kobe. (Reuters) Opinión

Pero lo más contundente, sobre todo saliendo de boca de quien sale, vino cuando el citado entrevistador le preguntó a Iniesta por su suplencia en el que a la postre fue su último partido con la Selección, contra Rusia en los octavos de final, donde España terminó cayendo en la tanda de penaltis. "No entendí la decisión de Hierro, no tenía los argumentos para hacerlo y, sí, hablé con él y le pedí explicaciones sobre una decisión que por supuesto respeto", confesó sin inmutarse Andrés, mientras comía tranquilamente un plato de shushi. "Me habló antes y después del partido, pero estaba puteado y me daba igual lo que me dijese", añade para sorpresa de quienes nunca le habíamos visto hablar con tanta contundencia.

La ambición de Hierro

Cabe recordar que Fernando Hierro se hizo cargo del combinado español tras la irresponsable decisión del presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, de destituir a Lopetegui a tres días del debut contra Portugal, una decisión a la que los primeros que se opusieron fueron los futbolistas. El entonces director deportivo de la RFEF aceptó hacerse cargo de la Selección sin estar capacitado para ello, pues ni siquiera había visto los entrenamientos, algo que después quedó triste y desgraciadamente confirmado. Al igual que su excompañero del Barça, Xavi Hernández, quien llegó a decir "Del Bosque me falló", Iniesta no se corta al hablar de Hierro, posiblemente el único de aquella última cena de Krasnodar que no felicitó a Julen por su fichaje por el Real Madrid. ¿La maldita ambición de ocupar su cargo? Es posible, aunque en el pecado estuvo la penitencia.

Hierro salió contra Rusia con un once formado por De Gea; Nacho, Piqué, Ramos, Alba; Busquets, Koke, Silva; Isco, Marco Asensio y Diego Costa. Iniesta entró en el campo mediada la segunda parte. Su tardía presencia sobre el césped del Estadio Olímpico Luzhniki no fue suficiente para que España se impusiera a la anfitriona, que pasó a cuartos desde el punto de penalti. Aquel día, Iniesta habló en zona mixta y ya dejó ver su malestar, aunque no de forma tan evidente como ahora: "El entrenador es quien toma las decisiones, más allá de que uno las comparta o no", comentó el de Fuentealbilla.

placeholder Iniesta entra en sustitución de Silva, en la despedida de ambos de la Selección. (Reuters)
Iniesta entra en sustitución de Silva, en la despedida de ambos de la Selección. (Reuters)

El triste homenaje a Silva

Por cierto, en su último partido con la Selección, Iniesta entró en el campo en sustitución de David Silva (Mogán, Gran Canaria, 1986), otro campeón del mundo y bicampeón de Europa que se fue con más pena que gloria. El canario fue supuestamente homenajeado por RFEF en el reciente amistoso contra Bosnia (1-0). Y digo supuestamente porque el acto no pudo ser más triste y desangelado. El futbolista canario apareció junto a su hijo, quizá lo único emotivo, recibió del presidente de la RFEF, Luis Rubiales, una camiseta conmemorativa y realizó el saque de honor. Una cutrez si lo comparamos con el homenaje que recibió Wayne Rooney con Inglaterra.

Sí, al igual que Silva, fue Iniesta quien decidió dejar la Selección después del Mundial y, aunque la salida no fue desde luego la que se merecía, sin duda que acertó, pues estoy convencido de que Luis Enrique no le habría llamado. Y no porque el manchego se haya ido a jugar a Japón, que le hubiera servido de excusa, sino porque ya cuando le tuvo a sus órdenes en el Barça el asturiano nunca apreció o entendió su importancia para poner la pausa a ese correcalles en el que también ha convertido a España. Y este es precisamente el motivo por el que Iniesta ha fichado para el Vissel Kobe a Juanma Lillo, porque sabe que con él en el banquillo el fútbol en el que cree —y que llevó a la Selección a ganarlo todo— está garantizado. Sí, en las antípodas de esa vulgaridad que son ahora tanto España como el Barça.

Es triste, pero también la cruda realidad del llamado fútbol moderno. Andrés Iniesta (Fuentealbilla, Albacete, 1984) no colgará las botas en el club con el que ganó 31 títulos, sino que lo hará en Japón. El manchego firmó el pasado verano un contrato por tres temporadas con el Vissel Kobe, que le pagará alrededor de 25 millones de euros por cada una de ellas, además de comprarle la producción de vino de sus bodegas. A diferencia del FC Barcelona, donde se le rindió un gran homenaje, Iniesta ni siquiera se despidió como debía de la Selección, con la que fue campeón del mundo y dos veces de Europa. Lo hizo por la puerta de atrás y en un partido en el que sorprendentemente no fue titular. "No ha sido la despedida soñada por uno, pero el fútbol tiene estas cosas", dijo ese 1 de julio de infausto recuerdo.

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