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Solo Manel Estiarte le cedería ahora la bandera a Sergio Ramos (y con un lazo)
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Kike Marín

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Solo Manel Estiarte le cedería ahora la bandera a Sergio Ramos (y con un lazo)

Promover que Sergio Ramos, suponiendo que esté en Tokio 2020, sea abanderado olímpico de España no tiene sentido. Como que Estiarte reniegue 20 años después de haberlo sido...

Foto: Manel Estiarte, junto a Guardiola luciendo el lazo amarillo, y cuando fue abanderado olímpico de España en Sidney 2000.
Manel Estiarte, junto a Guardiola luciendo el lazo amarillo, y cuando fue abanderado olímpico de España en Sidney 2000.

Hace un tiempo, demasiado ya como para acordarse desde cuándo, que el fútbol dejó de ser un deporte de equipo. Se nota en el campo, donde no son pocos los que piensan en sus jugadas y no en el juego, pero aún más fuera de él. La culpa de esta individualización del fútbol y de los futbolistas la tienen desde los dichosos Balón, Bota o Guante de Oro a los registros personales que parecen interesar más que los colectivos, aunque son estos los que de verdad importan a los aficionados.

A lo que voy. Después de jugar ante Noruega su partido número 167 con la Selección española y alcanzar así los mismos que su ex compañero y amigo Iker Casillas, ahora resulta que a sus 33 años Sergio Ramos quiere estar en los Juegos de Tokio 2020. ¿Su objetivo? Pues, según confirmó su hermano René, ampliar su currículum con una medalla de oro y ser el primer futbolista campeón del mundo y olímpico desde 1938. De hecho, solo 20 jugadores, 16 uruguayos y 4 italianos, lo han logrado en toda la historia.

Pero, claro, si ya suena a broma que Ramos se autoconvoque para los Juegos que se disputan el año que viene, a los pocos días de terminar la Eurocopa en la que en principio el jugador del Real Madrid estará, el debate que se ha abierto para que Sergio sea el abanderado de la delegación olímpica española es una falta de respeto. Cierto es que todo viene provocado por el hecho de que el propio Comité Olímpico Español (COE) se saltó su propia normativa para que Rafa Nadal y Pau Gasol fueran los abanderados en 2016 y 2012, respectivamente. Sí, en el orden inverso al previsto, tras la lesión del tenista justo ante de los Juegos de Pekín.

"El Comité Ejecutivo del COE, en uso de las facultades que le atribuyen sus Estatutos en caso de urgencia, ha acordado por unanimidad designar abanderado de la delegación española en la ceremonia inaugural de Londres 2012 a Pau Gasol", informó el organismo que preside Alejandro Blanco. "Pau representa los mejores valores del deporte y de la competición; ha sido y es un referente en el ámbito deportivo y en el olimpismo (...) La designación de Pau Gasol como abanderado contribuirá, sin duda, a engrandecer la imagen del equipo olímpico español".

La verdad es que poco hay que objetar a los argumentos para la elección del catalán, quien además se mostró feliz y orgulloso, tanto o más que Nadal cuatro años después. Pero cabe recordar que, según la propia normativa del COE, en Londres 2012 debieron ser los campeones y subcampeones olímpicos de vela Iker Martínez y Xabi Fernández quienes por currículum, mejor incluso que el de Rafa, tuvieran el honor de ser los abanderados. Y es por aquí por donde puede abrirse el debate de Sergio Ramos.

placeholder Sergio Ramos se besa el escudo tras marcar un gol con la Selección española. (EFE)
Sergio Ramos se besa el escudo tras marcar un gol con la Selección española. (EFE)

Alejandro Blanco lo descarta

Los más puristas, y no lo digo en sentido peyorativo, creen que lo de Sergio sería un desprecio a todos los deportistas que tienen auténticas credenciales olímpicas. El propio hermano del futbolista del Real Madrid empezó bromeando con el tema. "¿Sergio abanderado? ¿De los calzoncillos, no?", dijo la primera vez que le preguntaron, aunque luego reculó. El propio presidente del COE descartó en el diario AS que Ramos pueda ser el estandarte español en Tokio. "Aunque se haya leído por ahí estos días, no hay ninguna posibilidad de que Sergio sea quien lleve la bandera porque no cumple los criterios. El principal son los éxitos olímpicos y en este sentido Saúl Craviotto o Mireia Belmonte son los más cualificados", señaló Alejandro Blanco.

Hagamos un poco de historia. Si la judoca Isabel Fernández, campeona olímpica en Sidney 2000, fue la abanderada en Atenas 2004, el piragüista David Cal fue quien portó la bandera española en la inauguración de Pekín 2008, eso sí, después de la renuncia del gimnasta Gervasio Deferr y del ciclista Joan Llaneras, que antepusieron su preparación. Si nos remontamos aún más en el tiempo, el regatista Luis Doreste, oro en Barcelona 1992, encabezó la delegación española en la inauguración de Atlanta 1996, mientras que el entonces Príncipe Felipe lo hizo en el desfile inaugural de Barcelona 1992 y su hermana la infanta Cristina, en el de Seúl 1988.

Mención a parte merece el caso de Manel Estiarte, Después de 580 partidos durante los 23 años que compitió con la Selección española de waterpolo, con la que ganó un Mundial (1998) y un oro en los Juegos (1996), el catalán fue el abanderado español en Sidney 2000. Condecorado en 1996 con la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo y Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 2001, tras su retirada, Manel recaló en el mundo del fútbol, donde su nueva carrera está ligada a la de Pep Guardiola, con el que mantiene una gran amistad y también afinidad política.

"Que nadie me dé lecciones de vida porque he estado en seis Juegos Olímpicos y he defendido lo que tenía que defender. Si ahora tengo una opinión esta es mía y solo yo debo ser coherente conmigo mismo", dijo Estiarte a raíz de lucir el lazo amarillo para pedir la libertad de los políticos catalanes presos. Partiendo de la base de que coherente solo se puede ser con uno mismo, estoy convencido de que si Manel pudiera retroceder 20 años en el tiempo, gustoso cedería ser el abanderado olímpico español a Ramos. Y con un lazo, nunca mejor dicho. Aunque esto tampoco sería coherente. Y no lo digo por Sergio, sino por el COE, donde deberán estar atentos a no convertir la elección de abanderado de Tokio 2020 es un debate de barra de bar. O de chiringuito, para ser más exactos...

Hace un tiempo, demasiado ya como para acordarse desde cuándo, que el fútbol dejó de ser un deporte de equipo. Se nota en el campo, donde no son pocos los que piensan en sus jugadas y no en el juego, pero aún más fuera de él. La culpa de esta individualización del fútbol y de los futbolistas la tienen desde los dichosos Balón, Bota o Guante de Oro a los registros personales que parecen interesar más que los colectivos, aunque son estos los que de verdad importan a los aficionados.

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