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El Madrid, obligado a apostarlo todo por el peor fichaje de su historia
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Alfredo Pascual

Agresión sin balón

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El Madrid, obligado a apostarlo todo por el peor fichaje de su historia

Tras perder un 66% de su valor de mercado, la única opción con Hazard es la de los grandes chicharros: tragar saliva y aguantar

Foto: Hazard, en un lance del partido contra el Levante (Reuters)
Hazard, en un lance del partido contra el Levante (Reuters)
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Lo escribí en noviembre y me ratifico hoy: el Real Madrid no va a ganar nada esta temporada. Es tan simple como que la plantilla no da la talla. Los veteranos ya no pueden cargar con todo el peso del escudo (Marcelo, Ramos, Kroos), los que tenían que sucederles están desaparecidos (Asensio, Isco, Carvajal) y los que vienen (Rodrygo, Vinícius, Militao) pintan más para equipos de media tabla. Si el Atleti tiene presente y el Barça futuro (sobre el césped), el Madrid es pasado; un pasado glorioso y reciente que no volverá sin una remodelación profunda de la plantilla.

Del fracaso de planificación habla la situación de los cuatro primeros sueldos del equipo:

- Gareth Bale, 17 millones netos por temporada: Florentino Pérez paga el 60% de su nómina para que juegue a 1.700 kilómetros de Valdebebas. Mourinho no le quiere y el galés amenaza con regresar, ya como jugador extracomunitario, para cobrar su último año de contrato.

- Eden Hazard, 15 millones: el fichaje más caro de la historia del club es una catástrofe. Cuatro goles y cinco asistencias en dos temporadas de blanco ceñido.

- Marcelo, 12 millones este año: ha jugado ocho partidos en todo el año y muestra un nivel físico tan bajo que cuesta imaginarlo en cualquier equipo de Primera División.

- Sergio Ramos, 12 millones limpios: esta temporada, mal en el campo y peor fuera de él. Ha tensado tanto la cuerda de su renovación que la afición se ha puesto del lado del presidente. Cada día que transcurre está un paso más lejos del club.

De estos jugadores, la punta de lanza del proyecto 20/21, solo tiene sentido apostar a futuro por Hazard, y no porque el belga haya hecho por merecerlo. De hecho, Hazard ha demostrado una gran falta de respeto por el club manteniéndose siempre varios kilos por encima de su peso, una licencia que no puede permitirse un extremo que aspira a desbordar contrarios. De ahí procede la falta de confianza y de ritmo del jugador, a menudo es atropellado en los balones divididos, y quizá también algunas de las diez lesiones musculares que acumula en España.

placeholder El color de la camiseta no ayuda a disimular el peso de Hazard (Reuters)
El color de la camiseta no ayuda a disimular el peso de Hazard (Reuters)

A diferencia de Cristiano e incluso Ramos, Hazard no es una máquina de vender camisetas, no atrae publicidad ni abre nuevos mercados. Se trata de una apuesta 100% deportiva que le ha costado, sin contar comisiones ni impuestos, 145 millones de euros (115 de fichaje más 30 de nóminas) al Real Madrid. A Florentino Pérez le sale a 4 millones de euros cada uno de las 35 intrascendentes apariciones del belga.

El pasado miércoles, cuando se conoció la nueva lesión de Hazard, en Twitter se hicieron trending topic los nombres de otros dos jugadores: Bale y Kaká. Los aficionados, en su búsqueda de parangón para este fracaso, fueron injustos con el brasileño, que hizo un par de años decentes, y con el galés, cuyos goles sirvieron para atar dos o tres títulos. Hazard es más caro y no ha aportado absolutamente nada.

Hazard ha perdido un 66% de su valor de mercado en solo dos años

La apuesta de Hazard ha salido tan rematadamente mal que el Real Madrid está obligado a seguir apostando por él. Traspasarlo ha dejado de ser una opción por dos motivos. El primero y más evidente es que el jugador ha perdido un 66% de su valor de mercado desde que llegó al Bernabéu, lo que forzaría al Madrid a afrontar una fuerte minusvalía en solo dos años, y en este caso no caben siquiera esos lisérgicos criteros de amortización en los que se escuda el presidente. Además, el negocio del fútbol se encuentra en su peor momento en veinte años, en plena recesión y con amenaza de burbuja, y es poco probable encontrar un equipo que pague un traspaso y asuma una ficha tan alta para un jugador de más de 30 años, que viene de hacer dos años pésimos y con un grueso historial de lesiones recientes.

Los médicos estiman que, en el mejor de los casos, Hazard estará de vuelta a mediados de abril. Eso signfica que el Madrid no podrá contar con él para la eliminatoria contra el Atalanta de Champions y que a duras penas disputará el último mes de una liga que ya está perdida. Quizá no tenga sentido que el belga reaparezca sin ritmo de competición, hundido moralmente y con previsible sobrepeso (los últimos 8 años le avalan) en un final de temporada que se antoja descorazonador para el madridismo. El belga tiene poco que ganar y demasiadas papeletas para concentrar la ira de los aficionados.

Hazard y el Real Madrid tienen mucho trabajo por delante. Además de recuperarse física y anímicamente, el extremo tendrá que afrontar una reconversión profunda, ya que el cuerpo no le permite los cambios de ritmo y las cabalgadas tras regate con las que deslumbró en Londres. No es tan dramático: para configurar al Hazard crepuscular quedan un pase y remate sobresalientes, calidad técnica para hacer lo que se le venga en gana con un balón y, quizá, las ganas de dar un golpe sobre la mesa en sus últimos años como futbolista. Pero ha de parar, porque de las grandes crisis solo se sale con un frenazo. Que se olvide de todo hasta septiembre, incluida la Euro, y enfoque sus esfuerzos en recuperar la estrella que un día fue.

Lo escribí en noviembre y me ratifico hoy: el Real Madrid no va a ganar nada esta temporada. Es tan simple como que la plantilla no da la talla. Los veteranos ya no pueden cargar con todo el peso del escudo (Marcelo, Ramos, Kroos), los que tenían que sucederles están desaparecidos (Asensio, Isco, Carvajal) y los que vienen (Rodrygo, Vinícius, Militao) pintan más para equipos de media tabla. Si el Atleti tiene presente y el Barça futuro (sobre el césped), el Madrid es pasado; un pasado glorioso y reciente que no volverá sin una remodelación profunda de la plantilla.

Eden Hazard