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El partido de baloncesto que nadie ha jugado en los últimos 45 años
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Pablo Martínez-Arroyo

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El partido de baloncesto que nadie ha jugado en los últimos 45 años

Cuando eres un chaval, existe un partido que quieres disputar por encima de todos. Ese que te permite entrar con derecho propio en la historia del deporte de tu país

Foto: Partido entre Norfolk State y Gonzaga, el 20 de marzo.
Partido entre Norfolk State y Gonzaga, el 20 de marzo.

¿Y qué les espera a los Zags este lunes, entrenador?

"Un equipo terrorífico. Ahora mismo no pienso mucho más allá que en encontrar los puntos débiles de Baylor", han sido las declaraciones de Mark Few en la rueda de prensa previa al partido más importante de la historia del baloncesto universitario en Estados Unidos los últimos 45 años.

(Cuando estas líneas salgan a la luz, un grupo de jugadores universitarios de baloncesto estará a escasas horas de convertirse en historia viva del deporte norteamericano).

Tal y como os habíamos anticipado en una Carta anterior, la 'americanada' de los Zags de Gonzaga (por cuyas aulas pasó hace 40 años John Stockton, y recientemente Domantas Sabonis, hijo del mítico Arvidas) puede culminar este lunes por la noche frente a la Universidad de Baylor, en la final más esperada de la NCAA en cinco décadas, tras la temporada perfecta (32-0) que protagonizaron los Hoosiers de Indiana en 1975-76.

placeholder Partido entre los Villanova Wildcats y los Winthrop Eagles, el pasado 19 de marzo. (Reuters)
Partido entre los Villanova Wildcats y los Winthrop Eagles, el pasado 19 de marzo. (Reuters)

Para llegar hasta aquí, los Zags han tenido que derrotar en 31 ocasiones a los rivales. Y solamente 3 veces lo hicieron por debajo de los 10 puntos, incluida la locura de la semifinal disputada frente a la conocida Universidad de UCLA la noche del sábado, con canasta a tablero sobre la bocina incluida (no se pierdan el resumen en YouTube, merece mucho la pena).

En 1975, el March Madness (torneo de final de temporada), se había ampliado a 32 equipos (hoy son 64). La Final Four universitaria se había ganado el mismo prestigio para el amante del deporte en Estados Unidos que las 'Series Mundiales' de baseball o la 'Superbowl' de fútbol americano. La NBA, en aquel momento, no podía ni soñar con ese nivel de interés. Bobby Knight, entrenador de Indiana (al que sin duda recuerdan los lectores más veteranos como entrenador de Michael Jordan y la selección USA de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84), llevaba poco tiempo al frente del proyecto, pero estaba construyendo un grupo muy sólido.

La lesión de May

El año anterior ya habían ganado 28 partidos seguidos, pero una inoportuna lesión de su estrella, Scott May, los llevó a perder frente a la Universidad de Kentucky, a la que habían derrotado previamente. Aquel año tenían que culminar su hazaña, y llegaron de nuevo invictos a los últimos cruces de la temporada. El primer partido en la Final Four, lo disputaron precisamente también frente a UCLA, que afrontaban su primer año sin John Wooden en el banquillo.

UCLA, clara dominadora los años anteriores (entre 1965 y 1972 completó una racha de 8 títulos, llegando a estar 88 partidos sin perder) acabó cediendo sin plantar tanta resistencia entonces a los Hoosiers (65-51) como este pasado sábado a los Zags (93-90), dejando en ambos casos vía libre para completar el sueño.

En el año 2013, la United States Writers Basketball Association and Sports Information Directors (los especialistas en baloncesto universitario en Estados Unidos), votó a aquel equipo de Indiana Hoosiers como el mejor equipo de la historia de la NCAA hasta esa fecha. Esas votaciones, son tan atractivas para el seguidor del deporte en Estados Unidos, como tal vez absurdas por injustas y parciales. Aun así, ya se escuchan voces y se leen textos fundamentados en que Gonzaga puede optar a ese honorífico título, en caso de ganar un partido más.

placeholder Mark Few, en un partido el 22 de marzo. (Reuters)
Mark Few, en un partido el 22 de marzo. (Reuters)

Jalen Suggs, 18 años, base (autor de la canasta milagrosa en la semifinal frente a UCLA), Corey Kispert, 22 años, alero alto (el más experimentado, elegido en el mejor equipo del año en la NCAA), y Drew Timme, 20 años, ala-pívot (el jugador sobre el cual orbita el ataque inteligente de los Zags), frente a Jared Butler, 20 años, base (máximo anotador de Baylor), Macio Teague, 22 años, escolta (clave en la difícil victoria frente a Arkansas antes de la Final Four), y Davion Mitchell, 20 años, también base (45,3% en tiros triples esta temporada).

Un solo partido más. 40 minutos de baloncesto todavía con dos mitades de 20 minutos (en vez de cuatro cuartos de 10 como se juega en NBA y en Europa), con el reloj de posesión en 30 segundos y no en 24, con la línea de 3 puntos a 6,25 m. del aro y, lo que es todavía más impactante, con los 24 protagonistas de 22 años o menos, y todos ellos teniendo que volver a sus aulas en la Universidad la semana posterior al evento, para atender los exámenes que correspondan, y para que sus instituciones académicas sigan aprovechando el prestigio del único deporte planetario que nació de la mente de un profesor de escuela hace ahora 130 años, y que es capaz de hacer parar máquinas durante un lunes al año al país que se precia de marcar la agenda planetaria.

Un partido más. El partido que todo chaval habríamos soñado con jugar en nuestra vida.

¿Y qué les espera a los Zags este lunes, entrenador?

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