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Cartas Deportivas
Por
Pidiendo el ojo de halcón frente a Novak Djokovic, el tenista antichuletones
El tenista más en forma de la actualidad cambió su dieta para restringir en todo lo posible la ingesta de carnes, algo que ha beneficiado su forma física. Lo contrario al presidente español
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Tras su triunfo en Wimbledon, Djokovic ha igualado sus títulos de Grand Slam (20) con los de Roger Federer y Rafael Nadal, y está en la mejor disposición, por edad, condición física y probablemente también condición mental, para ser el jugador que más torneos de los llamados ‘grandes’ acabe luciendo en su palmarés.
La entretenida lucha de los 3 grandes 'cabrones' del tenis, para que solamente uno acabe siendo el mejor de todos los tiempos (ese G.O.A.T que tanto usan los aficionados en inglés, juega con el doble sentido como acrónimo de Greatest Of All Time y su verdadero significado; el macho cabrío), es evidente que ha derivado en algo mucho más allá de la cancha. El tercero en discordia, un comensal que casi nadie esperaba, y que probablemente tampoco necesitaban los aficionados más 'puristas' del llamado 'head to head' (rivalidad cuerpo a cuerpo) entre los mitos de cada época, no solamente se ha sentado en la mesa, sino que lo ha hecho sobre la base de una necesidad permanente de diferenciarse.
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Mucho se viene hablando del cambio de hábitos sobre todo de entrenamiento y de nutrición, en los deportistas de élite. En el caso de Djokovic, los cambios en las pautas de alimentación se iniciaron hace más de una década, y tuvieron su origen en los consejos de un médico serbio, el doctor Igor Cetojevic, al darse cuenta de la probable sensibilidad al gluten del jugador balcánico. Nada que hoy no sepamos. Algo que entonces supieron muy pocos de sus rivales, a los que tal vez les pilló de sorpresa la repentina mejora de su rival en los momentos críticos de los partidos.
Lo que era una gran oportunidad para sus rivales (partidos apretados; puntos largos; momentos de gran tensión) de repente se tornó en la mayor arma del tenista serbio. Su ‘conversión’ a un tipo de alimentación “plant-based”, es decir, basada sobre todo en frutas, verduras, cereales (por supuesto sin gluten), evitando todo tipo de alimentos procesados, y casi toda la proteína animal (en especial la carne, eliminada de forma muy radical), no solamente le ofreció, según confesión propia, “la posibilidad de optar a retos que antes veía fuera de mi alcance”, sino que le ha embarcado en proyectos de gran repercusión mediática, y ciertamente polémicos, como su apuesta empresarial por el documental “The Game Changers”, liderado nada menos que por James Cameron, con el apoyo de nombres como Arnold Schwarzenegger, el jugador NBA Chris Paul, Lewis Hamilton o el actor Jackie Chan.
En El Confidencial hemos sentado a la mesa a Daniel de la Serna, fisioterapeuta especialista en Psiconeuroinmunología clínica, y parte del equipo de Paula Badosa, una de las protagonistas del año en el tenis español. Su nuevo grupo de trabajo, liderado por Javier Martí (que ha dejado de competir en torneos ATP y en los llamados Challengers, para asumir su primer reto como entrenador), ha ido incorporando nuevas propuestas en el día a día de Paula, tanto dentro como fuera de la pista, con muy buenos resultados por el momento…
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Este cronista necesita el Ojo de Halcón sobre el tema de las dietas. Con la venia del lector.
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Pregunta. Todo el mundo hablando de dietas, de ayunos, de lo que funciona... y la gente no sé si se cree que las victorias dependen de eso...
Respuesta. Ciertamente, las victorias dependen de muchos factores interrelacionados, pero que se concretan en uno que es la capacidad de tomar buenas decisiones por parte de los deportistas. Quizá es más interesante pensar en cómo se puede generar el contexto adecuado para ser capaz de tomar buenas decisiones al mismo tiempo que el corazón está latiendo a 180 pulsaciones y los músculos de las piernas demandan más sangre y energía para poder mantener el rendimiento. Darle tanta importancia a la dieta, en mi opinión es una simplificación de un proceso mucho más complejo. Para generar las adaptaciones idóneas que faciliten esto, el entrenamiento, la dieta, el ayuno, la ingesta de agua, el ayuno de agua, el descanso, la suplementación, el modo en que nos relacionamos con el entorno o las relaciones sociales tienen mucha influencia.
P. De dónde viene todo esto... y hacia dónde va... Parece que siempre hay algo más que no se ha contemplado...
R. Creo que el campo del alto rendimiento deportivo está en constante evolución, hay muchas disciplinas ligadas al campo de la fisiología humana descifrando los mecanismos de acción que nos ayudan a entender los procesos ligados al rendimiento. Esta abundancia de conocimiento científico con enfoques muy diferentes facilita que constantemente se propongan nuevas intervenciones y métodos de aproximación al trabajo con los deportistas. Algunas de estas intervenciones se construyen sobre un sostén científico muy serio y otras quizás son mucho más intuitivas. A partir de ahí, creo que el cómo se cuenta esto, y los canales que se utilizan para contarlo, desvirtúan parte del conocimiento profundo y eso lo vemos con mucha frecuencia por ejemplo con las dietas. De repente, se publica que fulanito sigue una dieta vegana y que esa es la clave de su éxito y poco tiempo después que menganito se ha comprado una cama hiperbárica y que esa es la nueva clave hacia la victoria, por el camino se habrán publicado libros, videos, cursos, documentales y no sé cuantas cosas más sobre esto que lo único que hace es terminar generando mucha confusión y confundiendo la parte con el todo, aislando elementos que seguramente por sí solos tienen una influencia real mucho más limitada sobre el rendimiento deportivo.
P. Se oyen todo tipo de cosas alrededor de la dieta vegana. Incluso James Cameron produjo un documental, apoyado en deportistas como Nole, o Chris Paul, sobre los beneficios de este tipo de alimentación...
R. Creo que la dieta vegana está muy bien traída en este momento, tiene mucho encaje ahora que la conciencia ecológica empieza a tener tanto peso en la sociedad y por lo tanto supone un discurso amable que seguramente encuentre a muchos receptores. Lo que no tengo claro es que esta conciencia ofrezca una verdadera coherencia a la fisiología del ser humano. Los humanos somos animales extraños desde esta perspectiva biológica, y es que a diferencia de la mayoría de los animales podemos comer de todo, incluso podemos decidir comer sin tener hambre, pero la realidad, y en este sentido hay muchas evidencias de trabajos realizados con enfoques antropológicos, nos dice que nuestra especie no es vegana, es más, tal vez si no hubiéramos dejado de ser vegetarianos, nuestro cerebro no se hubiera expandido y conectado como lo hizo. Aquí creo que se presentan conflictos de diferente índole, por un lado la biología humana y por otro lado el modo de entender la relación con el planeta y por tanto las creencias de las personas. Las creencias no son discutibles, por eso me parece absolutamente lícito y respetable que un deportista decida, basado en sus creencias, llevar un estilo de vida vegano. Pero yo, como profesional sanitario, tendré que estar muy atento para identificar si la biología de ese deportista acepta un patrón dietético de esta naturaleza. En las noticias saldrán los casos de éxito, pero no los casos de aquellos deportistas que trataron de llevar una dieta vegana, pero que al hacerlo empezaron a desarrollar síntomas digestivos o bajaron su rendimiento.
P. Me llamó mucho la atención siempre ese refrán papúa que utilizabas en los cursos... "la inteligencia es sólo un rumor hasta que llega al músculo..."
Es como bien dices un viejo refrán papúa, que le escuché hace mucho tiempo a uno de mis grandes profesores y hoy amigo Bernardo Ortín, y que condensa un hecho fundamental para el deportista y es que el cerebro sigue siendo el órgano que domina el rendimiento. El sistema motórico emocional, que es una región que regula involuntariamente el funcionamiento de la musculatura con la máxima eficiencia queda bajo la influencia de otras áreas cerebrales que generan la experiencia de lo vivido, desde áreas cognitivas dónde se construyen los pensamientos y se confrontan con las referencias sociales, hasta áreas límbicas más asociadas a la experiencia emocional y sensorial. De tal manera que sensaciones, emociones, y pensamientos están constantemente uniéndose y condicionando el acceso que el deportista tiene a este sistema motórico emocional y, por tanto, regulando el tono muscular que a veces a veces te hace entrar en estados de trance o hace que la tensión muscular sea excesiva a la hora de tirar un penalti en la final de la Eurocopa, o de encarar el punto de break en el juego clave del cuarto set de la final de Wimbledon. Es por tanto una forma poética de reflejar un proceso neurofisiológico.
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“Sirve de poco condenar nuestras pautas de comportamiento habituales”, dice Tim Gallwey, en su manual The Inner Game of tennis, considerado como una de las referencias no solamente de la enseñanza de este deporte, sino también del posteriormente denominado ‘coaching’ directivo. “Es mucho más útil entender la función que están desempeñando esos hábitos (...), y entonces podrá emerger una pauta alternativa de comportamiento que cumpla mejor esa función”. "Liberarse del estrés -continúa Gallwey-, no implica necesariamente privarse de muchas cosas, sino más bien ser capaz de desprenderse de algo cuando sea necesario". Parece evidente que a Djokovic le sobraba la carne en su dieta, lo que ya no es tan obvio es que eso mismo le suceda a todo aquel deportista que pretenda llegar a lo máximo en su especialidad.
Marchando otro en su punto, presidente.
Tras su triunfo en Wimbledon, Djokovic ha igualado sus títulos de Grand Slam (20) con los de Roger Federer y Rafael Nadal, y está en la mejor disposición, por edad, condición física y probablemente también condición mental, para ser el jugador que más torneos de los llamados ‘grandes’ acabe luciendo en su palmarés.