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Ramón Trecet

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España desfigurada

España quedó desfigurada ante un equipo que ofreció intensidad, despliegue y orden. Y eso es para pensar. El problema fue la desintegración física de los once titulares de España

Foto: Del Bosque terminó desquiciado el primer tiempo ante la aplastante superioridad de Italia. (EFE)
Del Bosque terminó desquiciado el primer tiempo ante la aplastante superioridad de Italia. (EFE)

En el primer minuto de partido ya estaba claro el problema central de España: el equipo está físicamente acabado. Italia se ha dado cuenta y basada en ese triunvirato de atrás, la BBC -Barzagli, Bonucci y Chiellini-, ha sacado el balón a la velocidad que España no tenía conectando con De Rossi, que enseguida lanzaba a dos flechas, Pellè y Éder, que han estado incisivos, cambiando de velocidad y de dirección como si fuesen Usain Bolt... Aunque no hacía falta. Todo ello, ante la alucinada mirada de Del Bosque, que durante estos últimos seis días ha tenido que estar más atento a las relaciones públicas, a templar gaitas, que a resolver lo importante: la desintegración física de los once titulares. Javier Miñano, que lleva con Del Bosque toda la vida, algo tendrá que decir.

Los nuestros pululando por el campo como zombis, llegando a la expresión máxima de descontrol en la colocación de la barrera que dio origen al primer gol. Éder ve cómo está colocada la barrera, ve tiro directo, lanza duro, despeja De Gea y llega ANTES Chiellini. Esa es la palabra que define todo: ANTES.

Al descanso hay jugadores que no han tocado prácticamente el balón. Nolito, uno de ellos, deja su puesto a Aduriz, pero el problema no era ese. El problema era la rapidez con la que Conte se dio cuenta de que podía doblar en ataque su despliegue físico. Borrados Iniesta, los carrileros, Busquets...

Muro infranqueable

Poco a poco, España aprovecha el cansancio físico de Italia para equilibrar ligeramente las acciones, mientras que Antonio Conte, ante la sorpresa general, saca del campo al jugador alrededor del cual giraba todo: De Rossi.

De Rossi abandona el campo y tira las espinilleras contra el banquillo porque no entiende nada... Pero Antonio Conte sí. Cede la iniciativa a España, cerrando las cercanías del área. España, tambaleándose, percute una y otra vez contra el muro de hasta siete defensas italianos. Cambiado Morata, Aduriz va de cabeza lo mejor que puede hasta que se rompe y, en ese momento, quedando 15 minutos, Del Bosque pone a Pedro en el campo. Para mí es la declaración de que va a dejar la Selección.

En el segundo gol italiano, Pellè resume la situación física de España: recibe, frena, acelera, cambia de dirección... Como si estuviese solo.

España, desfigurada ante un equipo que ha ofrecido intensidad, despliegue y orden. Y eso es para pensar. Italia ha llegado ANTES.

En el primer minuto de partido ya estaba claro el problema central de España: el equipo está físicamente acabado. Italia se ha dado cuenta y basada en ese triunvirato de atrás, la BBC -Barzagli, Bonucci y Chiellini-, ha sacado el balón a la velocidad que España no tenía conectando con De Rossi, que enseguida lanzaba a dos flechas, Pellè y Éder, que han estado incisivos, cambiando de velocidad y de dirección como si fuesen Usain Bolt... Aunque no hacía falta. Todo ello, ante la alucinada mirada de Del Bosque, que durante estos últimos seis días ha tenido que estar más atento a las relaciones públicas, a templar gaitas, que a resolver lo importante: la desintegración física de los once titulares. Javier Miñano, que lleva con Del Bosque toda la vida, algo tendrá que decir.

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