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Cómo pasar de un atraco a ser el invitado de honor en una fiesta ibicenca en Angola
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Fran Pardo

'Cruzar África en moto'

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Cómo pasar de un atraco a ser el invitado de honor en una fiesta ibicenca en Angola

Salgo de Luanda con destino a Namibia pensando que sólo me quedan 1.400 kilómetros para regresar a Comillas en esta aventura que partió desde allí y

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Salgo de Luanda con destino a Namibia pensando que sólo me quedan 1.400 kilómetros para regresar a Comillas en esta aventura que partió desde allí y finalizará en Ciudad del Cabo. De hecho, el acento hasta se parece… en mi primera parada para desayunar me encuentro con un gallego. Si están en la luna, cómo no te los vas a encontrar en Angola. No me ofreció pulpo a la gallega ni un trozo de empanada, así que continúo mi camino hasta la localidad de Lobito. Con ese nombre, me entran todo tipo de sospechas al ver por mi espejo retrovisor un Toyota grande con las lunas tintadas que me está dando las largas. Me hago (más) el tonto porque por mi cabeza ya corrían todo tipo de sospechas y ninguna buena ¿Me van a atracar?. Me siguen y, cuando no me queda otra más que parar, se baja un chico del coche y me dice que pertenece a un club de moteros de Angola, y que el presidente tiene un bar en la playa donde ofrece a otros moteros espacio para colocar sus tiendas. También unas cervezas y cachondeo si es necesario… Cuando llego y veo el bar, no sé si estoy en Ibiza o Angola, con la emoción me ducho, tomamos unas cervezas y duermo como un bebé (de Ibiza).

A la mañana siguiente y tras el desayuno, le pregunto al presidente del club si le interesan unas ruedas que llevo: bingo de nuevo, me las compra por 50 dólares. Ahí me doy cuenta que Lobito me quiere, pero sintiéndolo mucho tengo que continuar mi aventura, la carretera me espera. Rodar por las buenas carreteras de Angola es aburrido, ‘no te preocupes Fran, te lo vamos a poner divertido por la noche’, replica una voz en mi interior. Me voy a la misión Católica para colocar mi tienda como en anteriores ocasiones pero, esta vez, el padre llamó al jefe de policía y entre ellos decidieron que la mejor opción era dormir con los cuerpos de seguridad, pasaron a recogerme y de paseo con ellos hasta la comisaria. Lo que llegó después fue más divertido aún: me hice amigo de los dos policías de guardia y les convencí para hacernos un book, fusil incluido. Si una foto era buena, la otra mejor.

Nadie me avisó de que en Namibia se conduce por la derecha

Por la mañana nos despedimos con pena, pero yo tenía que llegar a Namibia de día. Más rutina en la carretera hasta la frontera y a partir de ahí… ¿por qué nadie me avisó de que en Namibia se conduce por la derecha? Todavía no me creo cómo pude esquivar el primer coche que venía de frente según entré en el país. Por un momento pensé que todos se habían vuelto locos; al mismo tiempo, una neurona funcionó y me dijo: “Fran, igual eres tú y en Namibia los coches conducen por la derecha”.

Mi primer destino en Namibia es Swakopmund, es una zona de dunas con mar muy bonita y que además tiene zona para skydive, uno de mis objetivos en este viaje era saltar en paracaídas en Namibia y Sudáfrica. Pero mi la idea se trunca porque hace cinco meses que no salto en España y al no haber terminado mis saltos de consolidación no me dejan hacerlo solo. Enfadado, decido olvidarme de ese salto e intentarlo nuevamente en Ciudad del Cabo.

Decido continuar hacia Sudáfrica por pista y así atravesar parte de Namibia por el desierto. Es increíble, espectacular, bello… todos los calificativos que se puedan dar. Namibia es, sin lugar a dudas, el país más bonito de todos los que he visitado. En mi camino a Maltahohe encuentro alguna zona de ensueño, parece haber sido dibujada y colocada ahí para admirarla. Se me cae la baba y, entre fotos y videos, se hace tarde. Debo quedarme por el camino y en la tienda no es posible porque hace muchísimo frio y no tengo la equipación adecuada. Avanzo hasta el municipio de Solitaire, donde hay una gasolinera, cuatro casas y un lodge de 70 dólares la noche. Acampando me piden 15 así que les pido unas mantas y solucionado. Pero cuando me enseñan mi sitio para acampar también me indican dónde está el baño y, según lo veo, pienso: “Baño de 70 dólares por 15”. Monto la tienda para hacer el paripé pero como soy el único campista y estoy apartado, directamente meto todo mi equipaje en el baño y lo voy colocando todo como si fuera la mejor habitación en el mejor desierto que conozco. Fue una noche ideal, yo en mi baño habitación viendo desde la ventana las estrellas que permitía una tremenda luna llena.

Próxima estación: Ciudad del Cabo. Inshala.

Salgo de Luanda con destino a Namibia pensando que sólo me quedan 1.400 kilómetros para regresar a Comillas en esta aventura que partió desde allí y finalizará en Ciudad del Cabo. De hecho, el acento hasta se parece… en mi primera parada para desayunar me encuentro con un gallego. Si están en la luna, cómo no te los vas a encontrar en Angola. No me ofreció pulpo a la gallega ni un trozo de empanada, así que continúo mi camino hasta la localidad de Lobito. Con ese nombre, me entran todo tipo de sospechas al ver por mi espejo retrovisor un Toyota grande con las lunas tintadas que me está dando las largas. Me hago (más) el tonto porque por mi cabeza ya corrían todo tipo de sospechas y ninguna buena ¿Me van a atracar?. Me siguen y, cuando no me queda otra más que parar, se baja un chico del coche y me dice que pertenece a un club de moteros de Angola, y que el presidente tiene un bar en la playa donde ofrece a otros moteros espacio para colocar sus tiendas. También unas cervezas y cachondeo si es necesario… Cuando llego y veo el bar, no sé si estoy en Ibiza o Angola, con la emoción me ducho, tomamos unas cervezas y duermo como un bebé (de Ibiza).

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