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La independencia perdida de la Prensa deportiva
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José Félix Díaz

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José Félix Díaz

La independencia perdida de la Prensa deportiva

Me precio de sentirme orgulloso de pertenecer a la Prensa deportiva desde que hace 20 años, siendo un estudiante más, me inicié en el mundo laboral.

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La independencia perdida de la Prensa deportiva

Me precio de sentirme orgulloso de pertenecer a la Prensa deportiva desde que hace 20 años, siendo un estudiante más, me inicié en el mundo laboral. Antes de eso ya era un consumidor fiel de todo lo que se escribía o decía, pero a partir de ese momento me sumergí en un mundo fascinante en el que la información era la gran protagonista. Te podía gustar más o menos, pero el periodismo deportivo era amable, divertido y objetivo. Se elogiaba y criticaba por igual. Ningún periodista tenía carné de socio y las presiones directivas, que existían, no impedían ver el color de las jugadas. Independencia se llamaba. Ahora la historia ha cambiado.

 

Lo sucedido durante la semana pasada debería servir de punto de inflexión para la Prensa deportiva y el rigor de la misma. Más allá del debate, lógico por otro lado, que puede aparecer tras cualquier jugada de un partido de fútbol, se esconden múltiples intereses que muchas veces van más allá de lo deportivo. No es de recibo que una misma acción sea consideraba como agresión por unos, prensa catalana, y como lance del juego por otros, prensa madrileña. Claro, nos referimos a la jugada de Cristiano Ronaldo, héroe para algunos, y Mtiliga, casi provocador para los mismos que defendían al portugués. ¿Qué hay detrás de esas 'informaciones'? ¿Intereses comerciales? ¿Presiones?

 

La información ha dejado paso al negocio. Ya no se cuenta lo que sucede. Es secundario. Lo importante es escribir lo que piensan que puede gustar el potencial cliente y, sobre todo, no herir la susceptibilidad de los que mandan en los clubes. Ver una cosa y defender otra ya se ha convertido en moneda común. No reparan en gastos con tal de agradar. Hasta se cae en el insulto. Deplorable. Antes en las redacciones se calibraba y meditaba hasta dónde se podía llegar, ahora ya se mira con los ojos del club y no con los de un medio de comunicación. Ya ni se piensa en las relaciones con los clubes, porque se piensa como ellos.

 

Más allá de las filias y fobias que levanta la figura de Cristiano Ronaldo, con el que se exagera en todo, tal y como hace él mismo, hay que hacer parada y pausa en el ya famoso gol de Pedro. Se puede admitir que en una jugada puntual como fue la protagonizada por Ronaldo y Mtiliga pueda existir interpretaciones diferentes, pero lo que ya es incomprensible es que una acción se considere o no fuera de juego. ¿Cómo es posible que Cuatro, LaSexta, TV3 o Telemadrid ofrezcan resultados diferentes de una misma jugada? ¿Objetividad? Aún estamos a tiempo de recuperar el tiempo perdido y volver a disfrutar de una profesión apasionante. No es tarde. Por si acaso, siempre nos quedará El Confidencial.

Me precio de sentirme orgulloso de pertenecer a la Prensa deportiva desde que hace 20 años, siendo un estudiante más, me inicié en el mundo laboral. Antes de eso ya era un consumidor fiel de todo lo que se escribía o decía, pero a partir de ese momento me sumergí en un mundo fascinante en el que la información era la gran protagonista. Te podía gustar más o menos, pero el periodismo deportivo era amable, divertido y objetivo. Se elogiaba y criticaba por igual. Ningún periodista tenía carné de socio y las presiones directivas, que existían, no impedían ver el color de las jugadas. Independencia se llamaba. Ahora la historia ha cambiado.

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