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Alonso es el mejor en un deporte imperfecto
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José Félix Díaz

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José Félix Díaz

Alonso es el mejor en un deporte imperfecto

Fernando Alonso es el mejor, está por encima del resto en un deporte claramente imperfecto, tal y como quedó demostrado en el impropio circuito de Corea.

Fernando Alonso es el mejor, está por encima del resto en un deporte claramente imperfecto, tal y como quedó demostrado en el impropio circuito de Corea. Aquí no habla un experto en Fórmula 1, pero sí un conocedor de otros deportes y otros grandes eventos como son Juegos Olímpicos, Mundiales o Eurocopas. En ninguna de esas citas se deja todo la improvisación como en ocasiones sucede en este gran circo, en el que se mueven montañas de millones de euros, pero en el que un simple asfalto puesto a última hora puede arruinar el triunfo de un equipo que ha invertido a lo bestia y para el que han trabajado decenas de personas durante todo un año.

 

Uno se levanta a las ocho de la mañana con toda la ilusión del mundo en búsqueda de monoplazas rozando el límite. ¿Qué se encuentra? Un Mercedes con luces de bombero dando vueltas sin más explicación sobre un circuito con más charcos que la M-30 en el túnel de Gallardón. Eso sí, antes unas máquinas de esas que se usan para echar sal cuando nieva, salen al circuito en el intento de secar el asfalto. Increíble pero cierto. Llueve pero de manera moderada, de esa que cualquier carretera española aguantaría a la perfección ¿Es este el deporte que mueve a tantos aficionados por todo el mundo? No, debe ser otro, el que Ecclestone ha querido hacer a su imagen y semejanza. ¿Había necesidad de aparecer por Yeongam? Sí, las que tuviera el jefe de la Fórmula 1. No busquen otras.

Unos y otros tiraban de picaresca. Unos pilotos paseaban como si nada pasara entre coches tapados por lonas; otros se ponían el anorak con el único objetivo de encontrar charcos con los que evitar correr y así ver más cerca el final del Mundial desde lo más alto, pero el mejor fue el miembro de la FIA que salió de la oficina y extendió la mano para comprobar la intensidad la lluvia. Ver para creer. Eso sí, segundos después el coche de las luces se retiraba, para dejar paso a la carrera de verdad. Alonso tenía que correr y besar la mano del coreano con camisa de la FIA, que al fin y al cabo fue el que dio el ok a que iniciara la conquista del tercer título mundial, el primero con Ferrari. ¿Se imaginan que la semifinal de un Mundial depende del estado del césped por capricho de los dirigentes? Al día siguiente, FIFA echaría el cierre.

Viendo lo sucedido el domingo y episodios como el de las órdenes de equipo, da la sensación de que la Fórmula 1 debería buscar un patrón exacto y no cambiar de circuitos cada vez que a Ecclestone le apetezca. Los pilotos y, sobre todo, los aficionados se merecen algo más.

Ya en carrera, Alonso demostró lo que pocos ponen en duda (algunos hay), que no es otra cosa que ser el mejor piloto. No hay lugar al debate porque está arriba sin tener el mejor coche. Al menos eso dicen los que saben. En Ferrari está demostrando que cuando tiene algo debajo, lucha por ganar. Pocos fallos y mucha precisión en un piloto que cada día se muestra más cercano con los que le ayudan a ser campeón y con los que le apoyan para serlo. Es otro. Ha cambiado. 

Fernando Alonso es el mejor, está por encima del resto en un deporte claramente imperfecto, tal y como quedó demostrado en el impropio circuito de Corea. Aquí no habla un experto en Fórmula 1, pero sí un conocedor de otros deportes y otros grandes eventos como son Juegos Olímpicos, Mundiales o Eurocopas. En ninguna de esas citas se deja todo la improvisación como en ocasiones sucede en este gran circo, en el que se mueven montañas de millones de euros, pero en el que un simple asfalto puesto a última hora puede arruinar el triunfo de un equipo que ha invertido a lo bestia y para el que han trabajado decenas de personas durante todo un año.

Fernando Alonso