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El fútbol español sigue sin tomarse en serio el racismo
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José Félix Díaz

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José Félix Díaz

El fútbol español sigue sin tomarse en serio el racismo

En España no hay racismo. Por lo menos me resisto a pensar que pueda existir, circunstancia que deben llegar a pensar muchos de los que imitan

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El fútbol español sigue sin tomarse en serio el racismo

En España no hay racismo. Por lo menos me resisto a pensar que pueda existir, circunstancia que deben llegar a pensar muchos de los que imitan el ruido del mono en los estadios. De lo que tampoco tengo ninguna duda es de la existencia de centenares de bobos que se aprovechan del fútbol y del amparo de la masa para dar rienda suelta a lo que se inició como gracia y que ha terminado siendo como la más triste expresión de lo borrego que puede llegar a ser el hombre.

El pasado miércoles una acción de Dani Alves fue contestada por parte del Bernabéu con el ridículo y famoso grito que imita al aullido del mono. Reconozco que no esperaba algo así, que formaba parte del pasado. La sorpresa terminó por convertirse en decepción por compartir espacio y tiempo con muchos que acuden a un estadio de fútbol para sacar a relucir sus más bajos instintos. Y más aún cuando comprobé que Clos Gómez no había reflejado nada de lo sucedido en el acta.

Hasta el momento insultar en un campo de fútbol e incluso en un recinto deportivo sale gratis, o casi. No hay castigo más allá de la propuesta del mismo que la Comisión Antiviolencia realiza cada semana. Nada más. Aquí un estadio entero puede señalar a un jugador por el color de su piel, recordar a un deportista fallecido y no sucede nada. Los árbitros de Primera división miran hacia otro lado. No quieren problemas. 

Existen precedentes de colegiados que sí que han reflejado insultos de índole racista pero siempre en categorías inferiores. El último hace un año en un partido que el Mestalla disputó ante el Andorra y en que el Joel recibió insultos desde la grada. La sanción no fue más allá de una multa económica que no llegó a los mil euros. Y así todos los precedentes que han existido en el fútbol español.

El Milan, en los primeros días de 2013, se retiró del campo en un partido amistoso ante el Pro Patria por los insultos racistas que sufría Kevin Boateng. La consecuencia, cierre del campo y a la próxima, pérdida de puntos para el equipo de la localidad de Busto Arsizio. Eto'o lo puso muy sencillo hace siete años cuando pretendió abandonar el césped de La Romareda y Competición colocó al Zaragoza la multa más alta de su historia con 9.000 euros.

España ya fue multada por los gritos racistas que se escucharon en el primer partido ante Italia de la pasada Eurocopa y que iban dirigidos hacia Balotelli. UEFA y FIFA no entienden de esa broma sin gracia y sacudieron duro. La próxima puede significar la exclusión de una competición. Aquí seguirá sin pasar nada y los bobos seguirán apareciendo. Al tiempo.

En España no hay racismo. Por lo menos me resisto a pensar que pueda existir, circunstancia que deben llegar a pensar muchos de los que imitan el ruido del mono en los estadios. De lo que tampoco tengo ninguna duda es de la existencia de centenares de bobos que se aprovechan del fútbol y del amparo de la masa para dar rienda suelta a lo que se inició como gracia y que ha terminado siendo como la más triste expresión de lo borrego que puede llegar a ser el hombre.

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